Lo Que He Visto Y He Oído: Las bendiciones de los últimos 50 años y los retos del futuro
Published July 4, 2013
A lo largo de los últimos meses, The Georgia Bulletin ha estado publicando algunos de los muchos eventos mundiales que ocurrieron en 1963, año en el que el periódico fue establecido por nuestro primer arzobispo, Paul J. Hallinan. Como parte de la conmemoración de su quincuagésimo aniversario, The Georgia Bulletin introduce con esta edición un nuevo y fresco formato, motivo por el cual me pidieron destinar mi última columna de este ciclo, con el fin de ayudarles a inaugurar su nuevo diseño. Yo acepté gustoso.
Hubo muchos acontecimientos mundiales importantes que tuvieron lugar en 1963, algunos de los cuales formaron y moldearon directamente nuestra querida nación y nuestra Iglesia Católica de maneras extraordinarias. El Papa universalmente admirado Juan XXIII murió, y su notable sucesor el Papa Pablo VI, fue elegido para ocupar la Silla de Pedro y encomendado con la tarea de completar la obra del Concilio Vaticano II.
En 1963, la presencia de la todavía joven Arquidiócesis de Atlanta pasaba desapercibida en el norte de Georgia. En aquel momento la voz indomable de justicia del Dr. Martin Luther King Jr., partía de Atlanta para liderar la marcha de ese año en Washington. Éste, fue también un año de trágicas muertes, ya que un bombardero acabo con la vida de cuatro niñas pequeñas en una iglesia en Birmingham, Alabama y el Presidente John F. Kennedy fue asesinado en Dallas, Texas.
Sin embargo, no todos los acontecimientos de 1963 fueron tan lúgubres y tan angustiantes. Ese año, también hubo algunos nacimientos dignos de comentar, de gran importancia para los aficionados deportivos; Michael Jordan, Karl Malone y Charles Barkley nacieron todos en 1963.
Éste, fue un año compuesto de pérdidas y de promesas, al igual que de tiempos lúgubres y de tiempos felices.
Hoy, 50 años después, vivimos en un mundo categóricamente muy diferente, y la Iglesia en el norte y en el centro de Georgia se ha convertido en una poderosa fuerza para el bien, no solamente a nivel local sino también a nivel mundial. En estos momentos enfrentamos un sinnúmero de nuevos retos, incluyendo la pérdida significativa durante estos últimos 50 años por el respeto de toda forma de vida humana, la cual ahora abarca el espectro completo, comenzando desde la concepción hasta los segundos finales antes de la muerte natural.
Nos hemos convertido en una nación donde los pueblos inmigrantes en nuestro medio, con frecuencia son descritos en términos tan beligerantes y ofensivos que si éstos se aplicaran a otras personas de otras razas o condiciones serían condenados rápida y ampliamente.
Hemos vuelto a establecer la pena de muerte para aquellos que han cometido crímenes terribles como un ejemplo distorsionado de una verdadera justicia.
Ahora racionalizamos el experimentar con embriones humanos como una manera aceptable de prolongar o mejorar nuestras propias vidas.
Muchos de los acontecimientos sociales y políticos de los últimos 50 años nos han vuelto insensibles en maneras que hubieran sido impensables en 1963, incluyendo aquellas que impactan el cómo estamos siendo amonestados actualmente, incluso para describir el matrimonio y nuestra sexualidad. Peor aún, mucha gente continúa definiendo esos cambios como signos de progreso para la humanidad.
Como gente de fe, continuamos enfrentando estos y muchos otros retos en el panorama religioso y moral del mundo en el que vivimos, como ha sucedido en cada época y como debió haber sido el caso en 1963, cuando las normas sociales del momento atravesaban cambios.
Cincuenta años atrás la religión organizada era generalmente un componente valioso de la vida pública. Incluso aquellos que no pertenecían a una denominación religiosa formal o que negaban la propia existencia de Dios, aceptaban la presencia del discurso religioso en el ámbito público, incluso cuando ellos mismos podrían haber estado en desacuerdo con las opiniones y las visiones morales ofrecidas.
En la actualidad, muchas personas y organizaciones están atentando para eliminar las opiniones religiosas del discurso público y para limitar severamente la libre expresión de las prácticas y las actividades religiosas en el ámbito público. Sin duda, el panorama ha cambiado en los últimos 50 años, y obviamente no siempre para bien.
Sin embargo, a pesar de las sombras, en estos últimos 50 años, también ha habido destellos de luz. Una de las grandes bendiciones de los últimos 50 años ha sido el desarrollo de nuestros extraordinarios medios sociales en el Internet y en el ciberespacio, y nuestra capacidad para conectarnos con otras personas alrededor del mundo. Ahora poseemos el poder de comunicarnos casi instantáneamente con nuestros vecinos, donde quiera que ellos puedan estar. Pero como cualquier regalo, esta fuerza poderosa de comunicación también tiene un lado oscuro, a pesar de que ahora tenemos la habilidad de decir la verdad alrededor del mundo, también podemos engañar, denunciar y desinformar a otros con la misma velocidad de la luz.
Estos últimos cincuenta años nos han traído muchas bendiciones, pero también muchos retos que debemos afrontar en los próximos 50 años que Dios nos ofrece (a nosotros y a nuestros hijos), para corregir los errores y cultivar los beneficios del mundo que Él nos ha dado.