Georgia Bulletin

The Newspaper of the Catholic Archdiocese of Atlanta

Lo Que He Visto Y He Oido March 1, 2012

By MOST REVEREND WILTON D. GREGORY | Published March 1, 2012

Las estadísticas más recientes de afiliaciones religiosas en los Estados Unidos indican que existen aproximadamente 69 millones de personas quienes dicen ser católicos. Muchas veces pienso, que sucedería si todos decidiéramos asistir a misa simultáneamente. Obviamente no habría cupo para que todos se pudieran sentar. Aun si nuestras iglesias ofrecieran el doble o el triple de misas en los fines de semana, no podríamos sentar a los 69 millones de católicos que quisieran asistir misa en un domingo dado. Que problema tan esplendido para tratar de resolver.

Cuando he tenido la fortuna de tomar un tiempo de descanso en el invierno y de visitar una parroquia que recibe muchos católicos quienes también están de vacaciones como lo hice hace unas semanas, es maravilloso ver el número de personas quienes asisten a misa en estos lugares.  Mi experiencia ha sido que las parroquias en estos lugares de alto turismo están llenas con personas que quieren asistir misa; como fue mi experiencia, hace unos años en Florida y la semana pasada en el sur de California. Durante este tiempo, llegue temprano a la misa dominical de 9:30 AM para poder ofrecer tranquilamente mis oraciones de la mañana y para conseguir asiento, porque me habían advertido que esta parroquia en particular tiene un párroco excelente y es un sitio popular. Escogí un banco que daba a un rincón a seis o siete filas del altar pero después de acomodarme, me pidieron que me moviera porque el Serra Club de la parroquia había invitado a todos los seminaristas de la diócesis. Esta área estaba reservada para su convivio anual. Con mucho gusto me moví, para darles lugar a los seminaristas y el Serra Club. Ahora en un banco más lejos del altar, los ujieres pidieron que todos nos juntáramos para que más personas pudieran sentarse. Otra vez me moví, acercándome a mi vecino, contento de darles la oportunidad a otros de encontrar asiento.

Muchas personas llenaron los pasillos de la iglesia porque los 1,600 asientos estaban llenos. Escuche a una mujer comentar que la congregación en esta parroquia era como la que asiste a su iglesia en la misa de navidad.  Fue algo maravilloso, aunque sé que muchos hubieran estado más cómodos si hubieran conseguido asiento. Las iglesias llenas son momentos felices para párrocos, obispos y para aquellos afortunados de encontrar asiento.

Sin embargo, sé que existen muchos católicos quienes no asisten a la Eucaristía o tal vez ya no se consideran católicos. De vez en cuando recibo cartas pidiendo que elimine un nombre del registro bautismal de una parroquia porque la persona ya no desea ser católica. Puedo mandarle una carta a esa persona asegurándole que aceptamos su deseo de no practicar la Fe, de no ser considerado católico o no ser incluido en los envíos diocesanos o parroquiales. También puedo pedirle a la parroquia que anoten este deseo en el registro parroquial pero no puedo eliminar su nombre de los archivos parroquiales al igual que un oficial civil no puede eliminar a una persona del registro civil. Los archivos pertenecen a la historia, no a los individuos. Este tipo de carta incluye un mensaje conmovedor para mí y para todos los católicos. Debemos continuar haciendo todo lo que este a nuestro alcance para que nuestra Iglesia tenga espacio para todos los católicos y también tratar de sanar cualquier herida que cause sentimientos de no sentirse bienvenidos, de no ser amados o de no ser queridos.

El domingo pasado recibimos alrededor de 2,000 catecúmenos y candidatos en preparación para recibir los sacramentos durante la Pascua. Fue un momento de gran alegría. Como podemos ver, la Iglesia siempre encuentra lugar para nuevos miembros y también para aquellos que no se dan cuenta que son bienvenidos y valorados.