Lo Que He Visto Y He Oido
By MOST REVEREND WILTON D. GREGORY | Published November 8, 2012
¡Michael Alexander es uno de nuestros artistas residentes que está equipado sólo con una cámara! Él, a través de los años, con su cámara y su presencia modesta y discreta, ha capturado muchos momentos especiales en la vida de esta iglesia local.
Las imágenes cuentan las historias que los textos escritos simplemente no pueden resumir, lo cual sólo confirma el antiguo proverbio que dice que una imagen vale más que mil palabras, y tal vez incluso aún más. Desde los momentos religiosos más solemnes hasta las ocasiones más cómicas de la vida diaria, la visión creativa de Michael nos sirve con un criterio exquisito.
La última edición del Boletín de Georgia “The Georgia Bulletin” ofrece otro ejemplo de su maravilloso servicio (como fotógrafo del periódico). Las cinco parejas que fueron destacadas en esa edición en particular, celebraron su aniversario junto con docenas de otras en nuestra misa anual, llevada a cabo para reconocer y honrar a aquellos festejando cincuenta y sesenta años de aniversario de bodas y nos dieron una imagen visual de lo que significa el matrimonio. Ellas, reflejan un símbolo de fidelidad, fortaleza, esperanza y compromiso.
Las fotografías del día de la boda de esas cinco parejas mostraban la dicha increíble, el entusiasmo y tal vez la ingenuidad de aquellas parejas jóvenes iniciando su vida matrimonial. Las fotografías del aniversario revelaban algo bastante diferente. Las imágenes de la celebración del aniversario contaban una historia de fidelidad, de alegría y pena compartida, de sabiduría nacida de la experiencia y de esperanza para el futuro. Las personas eran las mismas, pero el Sacramento del Matrimonio las había hecho diferentes y la cámara capturó el cambio. Mientras que las imágenes del aniversario revelaron el paso de los años en estas personas, también capturaron, cómo ellas habían crecido en su amor mutuo de tal manera que aquellas fotos iniciales de su matrimonio no podían haber anticipado.
Las bendiciones de compromiso y fidelidad sólo vienen con el tiempo. Los jóvenes sin experiencia pueden ser brillantes, optimistas, positivos, pero sólo aquellos que han superado algunas de las tormentas de la vida pueden reclamar el título preciado de la fidelidad. El pasado mes de Julio, Monseñor Walter Donovan, murió después de un largo y generoso ministerio sacerdotal aquí en la Arquidiócesis. Su tarjeta conmemorativa, actualmente se encuentra en mi casa sobre mi escritorio. También había imágenes de Walter que aparecieron en algunos de los recuerdos fúnebres y algunas de ellas fueron del día de su ordenación, pero la mejor de todas es la de Walter en su vejez, quien había sobrellevado muchos años de largo servicio y dedicación sacerdotal, esas son las imágenes de compromiso.
Nosotros los Estadunidenses estamos intrigados con la juventud y la belleza, con estar en forma y delgados, con la energía y el empuje que sólo la juventud parece poseer. Pero existen valores y tesoros que poseen aquellos que han sobrellevado mucho en la vida que los jóvenes nunca comprenderán hasta que ellos mismos lleguen a esa misma etapa en sus vidas.
Michael Alexander, captura muchas imágenes maravillosas de la gente de nuestra Arquidiócesis. Él, las enmarca con una visión artística. En algunas ocasiones, sus imágenes, especialmente cuando se encuentran junto a fotografías anteriores, nos ayudan a entender la belleza del compromiso, una virtud frecuentemente olvidada en la sociedad actual que promueve el desecho y la novedad, a menudo a expensas de la fidelidad y el compromiso. Cada pareja casada por muchos años y los clérigos veteranos que conozco, tienen historias que contar de las penas, desilusiones y frustraciones que han marcado sus vidas, pero también tienen por lo menos igual número de historias de triunfo, valor y fervor que han suavizado y superado todos los momentos de dolor— y es la imagen de compromiso y fidelidad que aquellas parejas de aniversario y Monseñor Donovan hicieron visible y alcanzable para todos nosotros. Es la gracia de los sacramentos que han vivido con éxito y obvia alegría.