Consejo Pastoral Arquidiocesano: Algo digno de presenciar
By ARCHBISHOP WILTON D. GREGORY | Published December 5, 2013
Nuestro Consejo Pastoral Arquidiocesano es una asamblea de aproximadamente 25 hombres y mujeres que representan la gran diversidad de esta Iglesia local. Se compone de cleros, religiosos y laicos que vienen tanto de grandes parroquias urbanas como de pequeñas parroquias rurales, y que son racial y étnicamente diversos; algunos de ellos son nativos de Georgia y otros provienen de diferentes estados o países. Cuando me reúno con ellos, tengo la sensación de que estoy hablando con toda la comunidad arquidiocesana reunida en un sólo sitio. Esa es la intención y el propósito de tener un Consejo Pastoral Arquidiocesano. Que el arzobispo pueda tener un encuentro personal ordinario con la gente de la arquidiócesis.
Normalmente, los miembros del consejo elijen los temas de agenda de nuestras consultas trimestrales. A mí siempre me gusta hablar sobre lo que es importante para ellos. A través de los años, hemos discutido muchas y diversas cuestiones, desde los beneficios y costos de nuestro Congreso Eucarístico anual hasta la equidad de género en nuestros programas de niños exploradores (Scouts). Repasamos la necesidad de que las escuelas católicas sean más accesibles a los niños con discapacidades y los desafíos de tener comunidades parroquiales verdaderamente multiculturales que al mismo tiempo sean unidas. Hemos discutido cómo apoyar más a nuestros sacerdotes y cómo mejorar todos nuestros esfuerzos vocacionales. En cada una de esas discusiones, al igual que en muchas otras, siempre están presentes la honestidad y el respeto a pesar de la diferencia de opiniones. El Consejo Pastoral Arquidiocesano con frecuencia es la Iglesia en su máximo esplendor, diverso y al mismo tiempo respetuoso y civilizado al expresar las diferencias.
El tema de discusión de esta última reunión del consejo que tuvo lugar a mediados de noviembre fue provisto por el propio Vaticano. Como lo informó al mundo en su mensaje el Arzobispo Lorenzo Baldisseri, secretario general del Sínodo de Obispos, el Papa Francisco ha pedido a los obispos a nivel mundial que consulten a sus fieles sobre el tema de los desafíos pastorales que enfrenta la familia en el contexto de la evangelización.
La noticia se esparció rápidamente, más rápido de lo que la mayoría de los obispos podrían haber anticipado a medida que los medios de comunicación divulgaban este mensaje como un plebiscito de los fieles sobre el tema del matrimonio en el mundo contemporáneo. Algo de interés periodístico pero no exactamente correcto. Es cierto que la Santa Sede quiere que los obispos consulten al pueblo, pero la intención de la consulta es ayudar a los obispos durante la preparación de sus propias observaciones en anticipación al próximo sínodo extraordinario sobre el matrimonio que tendrá lugar en Roma en octubre. Sin embargo el entusiasmo ya se había desatado y el rumor de que los fieles han de comprometerse en un referéndum sobre el matrimonio ya estaba en las calles.
Nuestro consejo pastoral pasó la primera parte de nuestra reunión de tres horas, discutiendo cómo la Arquidiócesis de Atlanta podría hacer el cuestionario más accesible y fácil de utilizar para nuestra gente. Hubo muchas sugerencias y concluimos que una encuesta por Internet sería el método más apropiado. También discutimos la posibilidad de ofrecer el cuestionario en varios idiomas. Igualmente consideramos preparar una encuesta de selección múltiple. La discusión del método de cómo invitar a las personas a responder el cuestionario se llevó una gran parte de nuestro tiempo.
Después, los miembros del consejo comenzaron a discutir las preguntas en sí mismas y me ofrecieron sus opiniones y reacciones. Para mí, ésta fue la parte más beneficiosa de la reunión, ya que reveló la profundidad de la fe de los miembros al igual que la gran variedad de opiniones que sostienen sobre el tema. Los miembros hablaron sinceramente y sin temor a ser mal interpretados o criticados. La discusión fue el resultado de un nivel de confianza y respeto que ha sido establecido en este consejo en el trascurso de casi ocho años. Ellos confían el uno en el otro y en su arzobispo para que su punto de vista sea entendido como la opinión de una persona de fe e integridad. Ser testigo de esta discusión fue algo digno de presenciar.
Antes de marchase, uno de los miembros del consejo me apartó y me dijo, “!Sus manos están llenas con tanta gente bajo su cuidado con muchas y tan variadas opiniones!” Él tenía razón, pero eso hace parte de la misma naturaleza de la Iglesia, el reunir a la gente en torno a nuestra enseñanza, a nuestra fe y a nuestro servicio por el mundo. ¡El mayor desafío para la Iglesia siempre ha sido hacerlo con caridad!