Georgia Bulletin

The Newspaper of the Catholic Archdiocese of Atlanta

Lo Que He Visto Y He Oido

By MOST REVEREND WILTON D. GREGORY | Published June 7, 2012

Cuando mi padre falleció hace año y medio tuve la oportunidad de conocer el magnifico trabajo que hace hospicio para las familias durante en los últimos momentos de vida de un ser querido. Unos meses después, recibí una llamada del grupo de hospicio que le había dado cuidado a mi padre preguntándome como estaba  enfrentando la perdida. Estaba agradecido por la llamada y le respondí al llamador que yo era el Arzobispo de Atlanta. El caballero me contesto, “Pues entonces usted debe de tener un buen grupo de personas apoyándole y ayudándole con su duelo y recuperación.” Cuando colgué el teléfono, pénese que mi respuesta tal vez fue un poco imprudente. Él  no me estaba llamando porque yo era el Arzobispo de Atlanta, sino porque el hospicio cuida a quienes han perdido a un ser querido sin tomar en cuenta su titulo, puesto o circunstancia.

El duelo ocurre en cada corazón que ha sufrido la perdida de un ser querido. Los padres de niños que fallecieron durante el embarazo o como bebes son un grupo de personas que llevan una carga pesada. Nuestro nuevo ministerio llamado Embrace ofrece consuelo y apoyo a estas personas. La semana pasada algunos de ellos se juntaron para la misa inicial de este ministerio en nuestra Catedral. La Iglesia le dio la bienvenida a los montones de personas que llegaron con sobriedad. Algunos discretamente tomar asiento en la Catedral, tal vez para no llamar la atención. Pero de la catedra del Arzobispo yo los vi unirse en fe y esperanza el uno al otro. Ellos se agarraron de la mano y se limpiaron las lágrimas durante la misa entera.

Aunque la mayoría eran parejas jóvenes, había personas solitarias y gente mayor. Una señora me conto que ella había perdido un bebe durante el embarazo hace más de 50 años y estaba feliz de haber tenido la oportunidad de orar por ese bebe durante esta misa.  El tiempo simplemente no ofrece el mismo consuelo que la oración, el apoyo y el espíritu de unidad ofrecen para las personas que lamentan la perdida de un hijo. Hubo parejas que asistieron la misa con sus hijos pequeños. Ellos han sido bendecidos con hijos que llenan sus hogares con alegría pero a la vez lamentan la perdida del bebe que nunca conoció el afecto de ser recibidos a su hogar y  su familia como ellos hubieran querido. Mientras fueron leídos los nombres de muchos de los bebes cuya memoria permanece en los corazones de sus padres, me di cuenta de lo precioso que son los niños para sus padres y para la Iglesia. Algunos de mis hermanos sacerdotes y diáconos también estaban presentes y pude ver en sus rostros la compasión que la Iglesia debe de expresar más eficazmente cuando conocemos el dolor de los padres que han perdido a un hijo durante el embarazo o la infancia.

Embrace es un nombre apropiado para este ministerio porque refleja el deseo de los padres que han sufrido la perdida de un bebe sin tomar en cuenta hace cuanto ocurrió la perdida. Pero Embrace también se refiere al amor misericordioso que Dios tiene para sus hijos cuyas vidas fueron demasiado cortas y aun para quienes lamentan esas perdidas. La misma Iglesia debe de ser más directa y eficaz en aceptar a nuestros hermanos y hermanas que tienen que soportar la perdida y que buscan a la Iglesia como fuente de consuelo. Fue un maravilloso principio y espero que se convierta en una perdurable fuente de compasión para quienes no necesitan.