La nevada sacó a relucir algunos de los mejores ‘actos humanitarios’
By ARCHBISHOP WILTON D. GREGORY | Published February 6, 2014
Durante esta temporada, se han hecho muchas referencias a los bruscos cambios climáticos a través de los Estados Unidos como a “actos de Dios”. Este invierno en particular ha sido terriblemente frío en todo el país en un par de ocasiones, y probablemente todos hemos aprendido un nuevo término—vórtice polar—el cual ofrece una explicación meteorológica para las condiciones invernales que son más intensas de lo habitual y que han prevalecido en el mes de enero. Muchos distritos escolares han sobrepasado desde hace mucho su cuota para días de nieve y los funcionarios ahora se preocupan por cumplir las regulaciones locales que rigen la cantidad de sesiones escolares que un distrito requiere para la acreditación académica.
Incluso Atlanta, sufrió un terrible episodio invernal la semana pasada como todos saben. Estuvimos cerrados y sufrimos congestiones de tráfico de proporciones catastróficas. Estas condiciones están siendo revisadas ahora, y el clamor de la comunidad se ha convertido en un verdadero dolor de cabeza para muchos de nuestros funcionarios públicos.
Si optamos por referirnos a nuestro clima inusualmente frío de este enero como parte de los “actos de Dios”, probablemente entonces deberíamos también enfocar alguna atención sobre los “actos humanitarios” que, del mismo modo, han ocurrido a través de nuestra región. En resumen, la semana pasada salió a relucir claramente lo mejor de nuestra humanidad. Vimos gente saliéndose del camino para ayudar a sus vecinos, a los ancianos, a perfectos extraños en necesidad. Las personas empujaron autos pertenecientes a otros, ofrecieron agua a los sedientos, caminaron con otras personas varadas hasta un lugar seguro, y por el contrario, demostraron una gran gentileza y caridad frente a las necesidades humanas.
Estos “actos de Dios” generaron algunos de los “actos humanitarios” más maravillosos.
Nuestras escuelas católicas proporcionaron albergue durante la noche a docenas de niños cuyos padres no pudieron llegar a ellos y cuyos autobuses escolares también estaban detenidos. Recibí una serie de fotografías de algunos de nuestros maestros y niños con ojos cansados que lograron tornar un evento desafortunado en una aventura. Este terrible acontecimiento meteorológico logró sacar a relucir un despliegue adicional de la dedicación de nuestros maestros y nuestro personal por el cuidado de nuestros niños. Un “acto de Dios” se convirtió en la oportunidad para demostrar la profundidad del compromiso que nuestros maestros tienen por los niños bajo su cuidado.
Las escuelas católicas ciertamente no fueron las únicas escuelas locales que ayudaron a los estudiantes atrapados, pero sí necesitamos aplaudir a los cuerpos docentes y administrativos de nuestras instituciones como lo hicimos públicamente en el banquete de las escuelas católicas el sábado pasado. La semana pasada fue la Semana de las Escuelas Católicas y este evento fue una ocasión más para alabar a Dios por el regalo de las escuelas católicas y por el maravilloso ministerio que ellas ofrecen a los niños y a las familias.
Algunos de nuestros medios de difusión locales resaltaron las contribuciones positivas de la gente en medio de este desastre. Fue refrescante ver el reconocimiento público del gran corazón de muchos de nuestros hermanos. Con frecuencia estamos sujetos a los mensajes negativos que llenan el ciberespacio y los medios de comunicación. De hecho, fue agradable ver que los actos caritativos de nuestra sociedad hayan sido reconocidos públicamente.
Una vez más, “un acto de Dios” fue yuxtapuesto con muchos “actos humanitarios”, una demostración equitativa y bien recibida a la luz de los eventos de la semana pasada. Este reciente evento desafortunado parece haber sacado a relucir lo mejor en muchos de nuestros hermanos aquí en la comunidad de Atlanta. Todos debemos estar agradecidos y orgullosos de ello.