Georgia Bulletin

The Newspaper of the Catholic Archdiocese of Atlanta

A la luz de los cambios sociales hay un sueño aún por realizar

By ARCHBISHOP WILTON D. GREGORY | Published August 29, 2013

Cincuenta años es mucho tiempo, toda una generación según algunos cálculos. Para nuestros jóvenes, 50 años pueden incluso definir historia antigua. Comencé considerando lo que muchos de nuestros niños podrían estar pensando acerca del quincuagésimo aniversario de la Marcha de Washington que estamos conmemorando esta semana, durante la cual el Dr. Martin Luther King Jr., pronunció su discurso memorable “I Have a Dream”. Para algunos de ellos ni siquiera sus propios padres habían nacido. El mundo ha cambiado significativamente desde que aquellas palabras conmovedoras fueron pronunciadas. En 1963, había aproximadamente 190 millones de personas en nuestro país. Hoy esa cifra está por encima de 310 millones de personas. Así que considerando a todos aquellos que pudieron haber muerto y a todos aquellos que pudieron haber nacido desde ese entonces, probablemente la mitad de nosotros no estaba viva en ese momento, en 1963. No fueron testigos del mundo hace 50 años.

Incluso aún, para aquellos de nosotros que estábamos vivos y que podemos recordar el mundo de 1963, hay muchos cambios ahora por considerar. La misma complejidad de la composición de los Estados Unidos ha cambiado. Claramente ahora somos una nación mucho más multicultural, multirracial y multiétnica. En 1963, probablemente tendíamos a vernos como una sociedad simplemente en Blanco y Negro. Las tensiones que en ese entonces definían la división racial definitivamente hoy han disminuido, pero lamentablemente no han desaparecido comletamente. Nuestros niños ahora se relacionan con una facilidad y una frecuencia impensables hace 50 años. Van juntos a la escuela, juegan deportes juntos, socializan juntos y enfrentan los peligros de la violencia aleatoria juntos.

La pobreza extrema en este país maravillosamente prospero es todavía una realidad. Además, con el anonimato que proporcionan los medios sociales, algunas personas pueden seguir distribuyendo ampliamente vulgaridad y hostilidad racial bajo el pretexto de la libertad de expresión. Hemos conseguido algunos logros históricos maravillosos con gente de color ahora ocupando puestos y responsabilidades públicas con las que sólo hubiéramos podido fantasear hace 50 años. Sin embargo, estos logros individuales no han cumplido completamente el sueño que propuso, el Dr. King, en su sermón épico en la Piscina de Reflejo. Su sueño consistía en una nación completamente dedicada a la justicia.  Sólo 10 años después de aquel famoso sermón, nuestro país comenzó a permitir el asesinato de niños dentro del vientre de sus madres y poco después restableció la pena de muerte. Y ahora nos estamos llenando de armas de capacidades aterradoras para desatar una masacre. El sueño del que habló el Dr. King no se ha realizado.

Las personas indocumentadas suelen vivir en nuestro país con menos seguridad y protección incluso, de la que tuvieron muchos negros hace 50 años. Todavía hay mucho del sueño del Dr. King que debemos cumplir. Nuestros jóvenes han adoptado ampliamente la visión de una sociedad de auténtica igualdad. Las oportunidades educativas han aumentado tanto que algunos de los colegios más exclusivos de negros de la historia, ahora sufren por la falta de estudiantes, quienes son bienvenidos y agresivamente reclutados por otras universidades reconocidas. ¡Los jóvenes  de color ahora puede soñar con ser astronautas, diplomáticos, ejecutivos de corporaciones, científicos, senadores, presidentes e incluso jerarcas! Los horizontes de los sueños de los jóvenes ciertamente se han extendido.

Oro porque con este evidente aumento de posibilidades, desarrollemos una generación de verdaderos líderes, del mismo calibre e integridad de aquellos que nos inspiraron tan exitosamente 50 años atrás, pero que carecían de las oportunidades que ahora están disponibles para esta generación.

Porque no debemos olvidar la sabiduría de la Escritura: Lucas 12:48: “A quien mucho se le da, también se le pedirá mucho; a quien mucho se le confía, se le exigirá mucho más.”