Lo Que He Visto Y He Oido
By MOST REVEREND WILTON D. GREGORY | Published April 25, 2013
Los eventos ocurridos este pasado Domingo de Resurrección lograron colocarme en relación directa con dos santos católicos, bueno, en realidad, estuve en contacto inmediato con dos de los parientes locales de estos dos santos y desde entonces no he podido dejar de pensar en la coincidencia de estos dos encuentros pascuales aislados.
La monja franciscana, Santa Mariana Cope, trabajó con comunidades de leprosos en Hawaii junto a San Damián, en una época en la que con frecuencia las personas con lepra eran relegadas a sitios remotos por ignorancia y por temor de parte de la sociedad. Aquellos religiosos como Santa Mariana y San Damián fueron probablemente considerados locos al dedicar sus mismas vidas a servir a los enfermos y a los afligidos (arriesgando su propia salud para cuidar de aquellos que la sociedad abandona y margina con tanta prisa).
Santa Mariana, quien recientemente fue canonizada, tiene una prima que vive en la parroquia de nuestra catedral. He hablado con ella sobre esta afortunada relación anteriormente, ya que está muy orgullosa (y con toda razón) de tener a una santa en su propio árbol familiar. Todos, deberíamos sentirnos honrados de tener este vínculo viviente con la santidad como miembro de nuestra iglesia local.
El Cardenal Clemens-August von Galen fue Obispo de Münster (Alemania) durante el régimen nazi, y tuvo el gran valor y la fe inquebrantable de rechazar abiertamente sus políticas de odio y opresión. Su valor, en una época en donde la gente era frecuentemente asesinada por atreverse a expresar cualquier oposición al régimen, fue excepcional. Adolfo Hitler, obviamente, estuvo inseguro acerca de qué hacer con este obispo que enfrentó su odio nazi con tal fortaleza episcopal. El Cardinal von Galen fue apodado “El León de Münster” por su increíble valor y determinación al hablar públicamente por aquellos perseguidos para ser destruidos por el gobierno; los discapacitados físicos y mentales, los pobres, y especialmente, sus hermanos judíos. Von Galen, fue beatificado en octubre de 2005. Cené el Domingo de Resurrección con uno de sus sobrinos nietos, y escuché una vez más, acerca de este párroco valiente de boca de uno de sus parientes aún vivos.
Muchos de nosotros tendemos a ver a aquellos que son (o que han sido bendecidos) como seres separados de nosotros por muchos siglos, culturas, países e intereses. En realidad, la santidad heroica está frecuentemente mucho más cerca de lo que imaginamos. Soy un fiel creyente de que todos nosotros conocemos a personas santas, tal vez muchas de ellas nunca serán formalmente canonizadas o declaradas santas, sin embargo lo son, por su valor heroico y por su dedicación a la fe y al cuidado generoso de sus hermanos.
La semana pasada, observamos con horror el ataque sin sentido a los corredores de la Maratón de Boston, y tal vez con igual asombro, fuimos testigos del valor compasivo de personas que ayudaron a los heridos y a los temerosos, y que abrieron sus propios hogares y sus propias vidas para cuidarlos. Los medios de comunicación, repetidamente hablaron de la abnegación de aquellos que corrieron hacia el peligro para socorrer a sus hermanos y a perfectos extraños.
Con frecuencia, el valor y la generosidad que nos rodean en tiempos de crisis nos sorprenden. Existe una gran nobleza y una gran bondad en los corazones de muchas personas, las cuales surgen en los momentos de tragedia y calamidad. ¿No sería maravilloso poder tener visibles ese tipo de manifestaciones de compasión y sensibilidad en los momentos cotidianos de la vida? Eso es lo que hacen los verdaderos santos; eso es lo que los diferencia de la mayoría de nosotros, ellos aman a los demás y son testigos de su fe en todo momento, incluso en los momentos ordinarios de la vida diaria.