Lo Que He Visto Y He Oído (20 Deciembre 2007)
Published December 20, 2007 | En Español
Atlanta es un centro importante para el transporte del país y rápidamente se está convirtiendo en un centro clave para todo el mundo. Nuestro aeropuerto es uno de los lugares más ocupados que conozco. El pasado viernes, mientras trataba de regresar a casa luego de visitar a mis padres en Chicago, esperé seis horas en el aeropuerto de O’Hare rezando con la esperanza de que el avión que venía de Atlanta pudiese llegar a Chicago y luego pudiese partir nuevamente hacia Atlanta—¡yo incluido entre sus pasajeros! Había tormentas de lluvia aquí en Atlanta (que necesitábamos desesperadamente y fue una respuesta a nuestras oraciones) y tormenta de nieve en Chicago (lo cual era de esperar).
Los que viajamos frecuentemente apostamos a que los elementos de la naturaleza cooperarán y que el personal de vuelo y de manutención mecánica podrá continuar con los horarios previstos para que nuestras idas y venidas sigan sin inconvenientes. Confiamos en que los acontecimientos y detalles, que por lo general están fuera de nuestro control, proseguirán con tranquilidad para que nuestras vidas no sean interrumpidas o incomodadas indebidamente.
En este nuevo año que se inicia, confiamos en la gracia divina para que los acontecimientos que se nos presenten nos brinden felicidad, éxito, y buena fortuna. Pero debemos reconocer humildemente que también dependemos de la Providencia Divina en este sentido, mucho más allá de nuestra dependencia de los aeropuertos y de otras circunstancias similares.
Luego de que me cancelaran mi primer vuelo y que el segundo se demorara varias veces, decidí que poco podía yo hacer para cambiar el curso de los acontecimientos y que la mejor línea de ataque sería relajarme y aceptar lo que pudiese venir. Así lo hice, más o menos. Conté con que las aerolíneas usarían su mejor juicio para tomar decisiones que llevarían a los pasajeros a destino de forma segura. Todo mi descontento y mis idas y venidas ansiosas hasta el mostrador de embarque no iban a lograr mucho—excepto la posibilidad de enfadar al personal (algo que en realidad no deseamos que ocurra).
Por lo tanto, me senté tranquilamente en mi silla y dejé que las cosas se dieran como Dios deseaba. Este es un buen consejo para los que estamos comenzando este nuevo año 2008.
Dejemos que la Providencia nos guíe y nos dirija adonde Él no quiere llevar. Después de todo, Él tiene más control sobre las cosas que la poderosa industria aérea—y nos ama mucho más de lo que ellos podrían alguna vez amarnos.
Sin duda alguna que durante los últimos días del año que termina y los primeros días del nuevo año 2008, los medios de comunicación estarán llenos de consejos para cambiar la forma de vida—dietas, resoluciones y nuevas actitudes. Algunas fuentes hasta pueden sugerir que pueden predecir lo que ocurrirá en el 2008…
Estas sugerencias no han de ser malas en sí mismas, pero para nosotros, gente de fe, es más importante darse cuenta de que la Providencia de Dios en el 2008 es una realidad mucho más importante que cualquiera de nuestros propios planes o concepciones—por más nobles y buenos que sean.
Comencemos este nuevo año 2008 con un renovado deseo de confiar en la gracia y el plan que Dios tiene para cada uno de nosotros. Él nos conoce y nos ama, y nos invita a confiar en Él y a amarlo, y a amarnos unos a otros. ¡Que este nuevo año podamos encontrar mayores oportunidades para hacerlo!