Georgia Bulletin

The Newspaper of the Catholic Archdiocese of Atlanta

Lo Que He Visto Y He Oído (22 de Noviembre 2007)

Published November 22, 2007  | En Español

Cal Ripken Jr. se apoderó del récord existente de partidos jugados en forma consecutiva cuando se retiró de la Liga Mayor de béisbol. Yo presencié el final de mi récord personal, y muchísimo menos espectacular, la semana pasada. En noviembre de 1983 asistí a la primera reunión de la Conferencia de Obispos de Estados Unidos; apenas unas pocas semanas antes había sido nombrado obispo. Era el más joven de los cuatro obispos auxiliares que el Cardenal Joseph Bernardin acababa de nombrar, y con 25 años de edad era sin duda el benjamín de la conferencia de obispos hace 24 años atrás. Asistí a todas las reuniones subsiguientes del mes de noviembre hasta este año en que observé la reunión anual de otoño desde el confort de mi sofá — con algunos signos de nostalgia.

Yo era un obispo jovencito en los Estados Unidos cuando asistí a aquella primera reunión de obispos y me codeaba con algunos de los prelados de mayor categoría del momento—los Cardinales Dearden y Krol, y el Arzobispo Thomas A. Donnellan. Silenciosamente me dirigí a mi lugar en la asamblea, me senté, y escuché las conversaciones que detallaban los problemas pastorales que los obispos de EE.UU. estaban enfrentando en ese momento de la historia. A través de los años he llegado a conocer a todos los obispos y a gozar y apreciar su amistad. Muchos de los problemas que enfrentábamos hace 24 años atrás son todavía una grande preocupación pastoral hoy en día: la catequesis y la formación de los jóvenes en la fe católica, la comunicación de la enseñanza doctrinal y social de la Iglesia como una fundación motivadora para los votantes católicos, los muchos temas litúrgicos que continúan dominando casi todas las reuniones— y sospecho que continuarán haciéndolo por mucho tiempo—, la responsabilidad fiscal de los obispos tanto locales como en la conferencia. Existe cierta similaridad que marca el programa de la USCCB (siglas por Conferencia de Obispos de Estados Unidos) porque las preocupaciones pastorales que enfrentamos como obispos son continuas, universales, y perdurables. Las únicas variables las provee la época en que vivimos.

Hace veinticuatro años atrás, la catequesis de los jóvenes no tenía que competir contra la atracción y versatilidad de la Internet, los mensajes de texto, los blogs, o cualquiera de los beneficios relacionados con el ciberespacio. Sin embargo, éste es el entorno en que se encuentra la educación religiosa hoy. Los programas religiosos, los materiales de catequesis, y los libros deben atraer y mantener la atención e interés de los jóvenes que son bombardeados con información y valores contrarios a la doctrina y moralidad católica. La enseñanza religiosa continúa siendo consistente con los valores del Evangelio y el patrimonio de fe de la Iglesia. Pero los jóvenes están expuestos a valores y actitudes que los están provocando durante cada hora que transcurre. Lo mismo ocurría hace 24 años atrás; lo mismo ocurría hace 200 años atrás.

“Ciudadanía Fiel”, la declaración pastoral de los obispos que evalúa y juzga los desafíos políticos que enfrentamos como católicos, ha sufrido un afinamiento que representa la revisión más exhaustiva y completa en la historia de este recurso. Nosotros, los católicos, somos llamados a apreciar, respetar, y proteger la Vida Humana—comenzando con la vida inocente que se inicia dentro del vientre e incluye todas las etapas de la existencia humana que continúan hasta la muerte natural. Cuando los católicos entran a la cabina electoral, es crítico que comprendan su fe y los principios morales que brotan de esa fe. Los obispos deben enseñar e incitar a la gente a conocer y vivir su fe en todo momento, pero quizás nunca es tan importante como durante el proceso de elegir a nuestros funcionarios públicos.

Si Dios quiere, en noviembre del año próximo asistiré a la reunión, y sé que la mayoría de los desafíos pastorales allí estarán puesto que, como obispos, debemos continuar haciendo frente a todas las dificultades actuales que nos incumben al ser los pastores de la Iglesia en este mismo momento y época, y a lo que nos espera en el futuro.