Lo Que He Visto Y He Oído (15 de Noviembre 2007)
Published November 15, 2007 | En Español
El Capítulo 13 del Evangelio según San Juan comienza con la oración que Cristo nos entregó la noche antes de morir por nosotros y la presenta en la magnífica narración que caracteriza al Evangelio de Juan. En este capítulo del Evangelio, Cristo nos da la expresión maravillosa de servicio cristiano a través del ejemplo del lavatorio de los pies, el ejemplo del paradigma eucarístico de Juan.
Aún después de dos mil años nos maravillamos ante esta expresión de humildad servicial que Cristo realizó primero con los doce y luego los invitó a que siguieran su ejemplo. Tal humildad servicial es un ejemplo espiritual de la manera en que debemos cuidarnos unos a otros en todo momento. Cada vez que compartimos la Eucaristía, debemos recordar cuán intensamente nos ha amado Cristo y nos ha invitado a que nos amemos y cuidemos unos a otros.
Muchas profesiones en nuestro mundo contemporáneo ofrecen oportunidades de servir a otros con esa cortesía evangélica— la profesión de enfermero por cierto se encuentra al tope de esa lista. He conocido muchos enfermeros y enfermeras a lo largo de mi vida, muy especialmente a mi propia hermana Elaine. Ella ha descrito muchas veces las cualidades que realmente deben exhibir las enfermeras y los enfermeros profesionales cada día. Tuve la fortuna de recibir la atención de un equipo de enfermería realmente maravilloso durante mi estadía en el hospital, como también de una enfermera maravillosa que me visitaba en mi hogar los primeros días durante mi recuperación.
El lavatorio de pies es solamente una de las formas en que enfermeros y enfermeras frecuentemente atienden las necesidades de sus pacientes. Ellos realizaban muchas otras actividades que me hacían humilde cuando recibía su cuidado compasivo. El equipo de enfermería venía de diferentes lugares del mundo— eran locales de aquí, Georgia, y de lugares lejanos tal como Nueva York, Nueva Jersey, India, Paquistán, las Filipinas y Nigeria.
Algunos no pertenecían a la fe cristiana y, por lo tanto, no sabían necesariamente del ejemplo de humildad servicial de Cristo. Sin embargo, no pude evitar sentir en la ternura de sus cuidados un ejemplo que mantuvo bien viva la imagen de Jesús en mi corazón durante esos momentos de mi vida.
Algunas personas pueden indicar que las enfermeras simplemente estaban practicando su profesión como trabajo y forma de empleo y, por lo tanto, sería injusto comparar su amabilidad con el ejemplo de fe que encontramos en el Evangelio de San Juan. Es verdad; a estos enfermeros y enfermeras se le pagó por sus servicios, pero su amabilidad fue más allá de lo que podría esperarse de este grupo de profesionales. Este es el patrón que descubrimos cuando encontramos un educador con extraordinaria devoción, un empleado de banco que va más allá de las expectativas generales cuando entramos a un banco, un contratista que cumple con sus responsabilidades de forma tan honesta y en el tiempo apropiado que nos impacta con su dedicación.
La lista de personas que frecuentemente van mucho más allá de lo que podemos esperar en un principio es mucho más larga de lo que a veces esperamos. Y ya sea que lo hagan como expresión de su aptitud profesional o como un ejemplo de su fe, siempre podemos encontrar a Cristo presente en sus acciones.