Lo Que He Visto Y He Oído
By MOST REVEREND WILTON D. GREGORY | Published March 17, 2011
El domingo pasado por la tarde, al finalizar la ceremonia de Confirmación en la Parroquia Prince of Peace, el Padre Eric Hill anunció a la gente que se encontraba de pie en el salón los horarios de misa para el Miércoles de Ceniza. Finalizó sus comentarios recordándoles que no habrá auto-imposición de cenizas el Día de Miércoles de Ceniza. Mientras todos se reían entre dientes ante este comentario, yo pensaba sobre esta inusual observación para los próximos días que es muy cierta para toda la Iglesia.
El Miércoles de Ceniza todos los católicos reciben cenizas que son impartidas por otras personas. Todos recibimos cenizas que otra persona impone sobre nosotros, desde el Papa Benedicto XVI, que recibió las cenizas del Cardenal Jozef Tomko, Cardenal Titular de la Basílica Santa Sabina en Aventine Hill en Roma (allí van los papas para comenzar la Cuaresma desde que el Beato Juan XXIII reintrodujo esa tradición), hasta yo mismo que recibí las cenizas a través del Padre Peter Rau en la Parroquia St. Peter Chanel, y cientos de miles de personas en toda la arquidiócesis y el mundo entero.
Todos comenzamos la Cuaresma con una acción que nos conecta con otras personas. El fin de semana anterior le dimos la bienvenida a miles de personas que se incorporarán a la Iglesia Católica durante la próxima Vigilia Pascual. Una vez más los comienzos de la Cuaresma nos recuerdan que se nos llama a todos como un pueblo, conectado y unido entre sí en Cristo. Estas actividades cuaresmales nos recuerdan que estamos relacionados con otras personas— con Dios, por medio de una oración más intensa; con los demás, por medio de nuestras obras de caridad; y con nosotros mismos, por medio del ayuno. Fuimos creados para que nos relacionemos con los otros seres; no fuimos creados para estar solos. La Cuaresma es una época en que se nos invita a mejorar y fortalecer todas nuestras relaciones.
Cada uno de los tres aspectos a los que aspiramos en la Cuaresma trata de acercarnos a una relación apropiada con los demás, incluso con nosotros mismos. La historia del Génesis que escuchamos el domingo pasado describe la inserción dañina del pecado en la creación de Dios, lo cual produce un desorden en todas las relaciones humanas— en nuestra relación con Dios, con los demás, y con nosotros mismos. La Cuaresma es la época del año cuando le pedimos a Dios que restablezca y rectifique esas relaciones a través de la oración, de las obras de caridad, y de nuestra abnegación.
Les invito a todos para que durante la época de Cuaresma encontremos un momento para celebrar el Sacramento de la Reconciliación. Y en preparación para este sacramento, reflexionemos seriamente sobre cómo estas tres relaciones en nuestra vida están alteradas, y sobre la forma en que la gracia de Dios podría restablecerlas.
La semana pasada también seguimos la tragedia que golpeó al pueblo japonés tras el terremoto devastador y el tsunami que ocasionó. Yo haré una contribución de la Arquidiócesis de Atlanta a las obras de auxilio que se están organizando a través de los Servicios Católicos de Emergencia (Catholic Relief Services). Si alguna parroquia desea ofrecer una segunda colecta con este fin, o si hay personas que desean hacer una contribución personal a CRS, les rogamos que envíen esas contribuciones a nuestra oficina diocesana (especificando Japanese Earthquake Relief, Auxilio por el terremoto de Japón) antes del 20 de abril. Enviaremos todos nuestros donativos a CRS durante la Semana Santa. Ruego a todas las parroquias que incluyan una oración especial por aquellos que perdieron su vida en este desastre, por todo el pueblo de Japón que ha sufrido, y por los que están dedicados a las obras de auxilio a la luz de esta tragedia.