Georgia Bulletin

The Newspaper of the Catholic Archdiocese of Atlanta

Lo Que He Visto Y He Oido

By MOST REVEREND WILTON D. GREGORY | Published December 6, 2012

Tenemos aproximadamente 220 diáconos permanentes que están haciendo ministerio actualmente o que han hecho ministerio en el pasado para la gente de la Arquidiócesis de Atlanta. Aunque algunos de nuestros diáconos están retirados en la actualidad de una asignación pastoral de tiempo completo, todos ellos han contribuido bastante a la vida de fe en esta Iglesia local. La semana pasada, debido a varios encuentros diferentes e inesperados, tuve la oportunidad afortunada de reflexionar sobre el servicio pastoral generoso y sabio que estos hombres, con la colaboración total de sus esposas, igualmente generosas, nos proporcionan.

Uno de nuestros diáconos haitiano, fue a visitarme en mi oficina para informarme que estaría ayudando a coordinar la Eucaristía del Día de la Independencia de Haití, celebrada el primero de enero, la cual se llevará a cabo en la parroquia de St. Andrew. Él, estaba simplemente informándome de este hecho, para asegurarse de que tenía todos los detalles y de esta manera, tener así la certeza de que todo estaba en orden para este evento festivo.

Los diáconos con frecuencia hacen su trabajo sin ser reconocidos públicamente para que la Iglesia pueda orar eficazmente unida. Su conocimiento sobre la cultura haitiana será de gran ayuda en la organización de esta celebración especial.

Otro diácono fue a visitarme también más adelante a mi oficina, para presentarse a sí mismo como un nuevo diácono recién ordenado en Savannah quien se encuentra ahora en el Note de Georgia con el fin de estar junto a su familia. Él, trajo una gran cantidad de talentos y experiencias que serán de gran ayuda para nuestra comunidad de inmigrantes, ya que ha servido como oficial del Departamento de Seguridad Nacional (Department of Homeland Security o DHS) y conoce los detalles de aquellas leyes y procedimientos, y lo que la ley requiere. Él puede y está dispuesto a ayudar a la Arquidiócesis de Atlanta en su preocupación por nuestra gran cantidad de inmigrantes que aspiran a vivir conforme y dentro de las leyes de nuestra nación, y a alcanzar sus propias aspiraciones personales y familiares para asegurar una vida mejor para ellos y sus familias. La formación especial de este diácono y su evidente preocupación compasiva por los inmigrantes serán de una importancia fundamental para el ministerio de la Iglesia.

Otro de nuestros diáconos, quien anteriormente trabajó en una institución penitenciaria, ha hecho del ministerio de la prisión una parte de su involucramiento personal con la vida de la Iglesia. Él conoce las prisiones y conoce los prisioneros, y permite que sus habilidades profesionales orienten su ministerio pastoral. También habló con nuestro Concejo Presbiteral, sobre los retos que todos enfrentamos para ayudar a nuestra gente  a entender y a apoyar  la doctrina social de la Iglesia con respecto al trato cristiano que se le debe dar los prisioneros y nuestro alcance igualmente importante y necesario, a aquellos que han sido víctimas de un crimen.

La semana pasada, la familia de la parroquia de St. Oliver Plunkett, encomendó al Padre Tom Mackin al Reino De Dios en agradecimiento a su servicio pastoral como diácono. Aunque él no se encontraba ocupando una asignación pastoral oficial, dejó un legado de generosidad y servicio fiel a la comunidad.

Tenemos muchos diáconos como ellos que a pesar de haberse retirado de sus posiciones, ocupan con seguridad un lugar en los corazones de aquellos a quienes han servido con bondad y generosidad. Todos nosotros deberíamos orar por aquellos de nuestros diáconos que han muerto, por sus esposas y sus familias, como una obligación de caridad y gratitud.

Los diáconos han mejorado la vida pastoral de nuestra Iglesia de numerosas maneras, especialmente al permitir que su propio legado profesional y cultural informe y oriente sus ministerios y mejore nuestra vida, en particular aquellos que han llegado recientemente a nuestra comunidad, marginados y a menudo descuidados. Desde los primeros diáconos en la Iglesia hasta aquellos en nuestra propia arquidiócesis, ellos son las personas que ocupan el primer lugar en el ministerio y el corazón del diaconado.