Georgia Bulletin

The Newspaper of the Catholic Archdiocese of Atlanta

Lo Que He Visto Y He Oído

By MOST REVEREND WILTON D. GREGORY | Published March 31, 2011

Cada año, la Cuaresma –época en que tratamos de ser más medidos- se ve interrumpida por dos acontecimientos muy festivos: las fiestas de San Patricio y de San José que vienen una atrás de la otra. En estos dos días tendemos a dejar de lado nuestros sentimientos de penitencia para dar gracias a Dios por haber enviado a estos dos hombres maravillosos al corazón de la Iglesia.  Los santos son muy importantes para los católicos, y San Patricio y San José se encuentran entre los santos más populares.

Los santos nos dan una razón para creer que la santidad es algo tangible y alcanzable en la vida de aquellos a quienes honramos. En los comienzos de la Iglesia, los santos eran principalmente mártires; hombres y mujeres que tuvieron el coraje de morir por la fe que profesaban. La Iglesia reconocía diferentes tipos de mártires, inclusive jovencitas que con coraje extraordinario se atrevieron a enfrentar a las autoridades civiles de la época y estaban dispuestas a morir antes que negar a nuestro Señor Jesús. Los antiguos mártires abarcaban también muchos soldados que desertaban de la armada de los emperadores para convertirse en miembros de la armada del Señor.

A través de los años los santos han representado muchas categorías diferentes de personas: monjes y ermitaños, viudas y religiosos, reyes y pobres. Todos ellos vivieron vidas de santidad dentro de sus mundos y generalmente pagaron un alto precio personal. A los católicos nos encantan los santos porque nos ayudan a ver la mano de Dios obrando en la vida de estas maravillosas personas de todas las edades y de todas las culturas en todas las naciones del mundo. Los católicos somos gente sacramental; creemos que la gracia de Dios interviene en forma tangible y se encuentra siempre cerca nuestro de alguna forma en particular a través del ejemplo de los santos.

Años atrás, cuando era Obispo, comencé la tradición de reflexionar sobre los santos que seleccionaban los candidatos como patrono de Confirmación. Esto lo hice especialmente para que la gente joven se sintiese motivada por héroes y heroínas. Nuestros jovencitos siempre necesitan buenos ejemplos que los inspiren. Nuestra sociedad reconoce una gran cantidad de figuras que considera ejemplos para los jovencitos, y muy a menudo estos individuos logran desilusionarnos a causa de su debilidad humana y de sus defectos.

En el ambiente de hoy, muchas de las figuras públicas casi siempre parecen deleitarse en trasmitir estándares negativos y comportamientos vergonzosos. Nuestra juventud necesita saber que hay personas famosas que han logrado vivir vidas con integridad y santidad. Éstos son los santos de la Iglesia. Y en muchas maneras, son iguales a nosotros. Los santos pueden ser divertidos y graciosos como Felipe Neri o Genesius. Los santos pueden ser jóvenes y valientes como María Goretti o Domingo Savio. Los santos pueden ser esposos y esposas como Isidro el Labrador, y su esposa María de la Cabeza, o Ana y Joaquín, los padres de María. Los santos pueden ser bien contemporáneos en su estilo de vida como Gianna Beretta Molla o el Beato Pier Giorgio Frassati, quienes esquiaban, manejaban autos, y les gustaba reírse y disfrutar de las aventuras que apreciaban los jóvenes de su mundo. Sin embargo, en medio de su jovial entusiasmo, también centraban sus vidas en el amor a Dios que transformaba e inspiraba.

Cada uno de nosotros tiene un santo preferido, y espero que sepamos que estos hombres y mujeres santos siempre nos aman y oran por nosotros. Tengo la certeza de que cada uno de ustedes tiene su santo favorito y se está preguntando por qué no se lo contempló en esta breve columna. Todos sentimos aprecio y respeto por nuestros santos preferidos. Tomé la audaz iniciativa de tomar como uno de mis propios santos favoritos—y el santo patrono de mi Confirmación— al homónimo de la nueva capilla de la oficina diocesana. Dentro de unas pocas semanas vamos a bendecir y dedicar este nuevo lugar de oración en las oficinas de Smyrna. La capilla de Santo Domingo será el corazón de las nuevas instalaciones, y ruego para que él bendiga todos nuestros esfuerzos de servir a esta maravillosa comunidad católica.

Santo Domingo, ruega por nosotros.