Un camino cuaresmal de esperanza
By ARZOBISPO GREGORY J. HARTMAYER, OFM Conv. | Published abril 3, 2025 | Available In English
Durante las últimas semanas, nuestros pensamientos y oraciones han estado con el Papa Francisco, quien continúa afrontando graves problemas de salud. Tras varias semanas de haber ingresado al Hospital Gemelli de Roma, el Santo Padre fue dado de alta el 23 de marzo para dirigirse a su residencia en el Vaticano, donde convalecerá durante los próximos dos meses.
En la rueda de prensa previa a su dada de alta, los médicos del Pontífice declararon que, en dos ocasiones distintas, el Santo Padre estuvo a punto de morir. Durante su hospitalización, el mundo se unió para orar por él, el rosario se rezó todas las tardes en la plaza de San Pedro y las iglesias de todo el mundo celebraron misas y vigilias.
A lo largo de su hospitalización, hubo total transparencia sobre el estado del Pontífice e incluso se publicó una grabación de audio del Santo Padre agradeciendo al pueblo sus pensamientos y oraciones. Vatican News compartió una fotografía del Papa rezando en la capilla del Hospital Gemelli.

Pope Francis greets well-wishers at Rome’s Gemelli hospital before returning to the Vatican March 23 after 38 days of treatment at the hospital. OSV Photo/Vatican Media
Finalmente, el día que salió del hospital, el Papa Francisco apareció en la ventana de su habitación y dio su bendición. No intentó ocultar su fragilidad. Estaba visiblemente débil, su habla era casi inaudible y le costaba respirar, pero el solo hecho de verlo fue tranquilizador y esperanzador. Tras saludar a los fieles congregados, partió hacia el Vaticano haciendo una parada en la Basílica de Santa María la Mayor para poner flores frente a la virgen e invocar su intercesión por su salud.
Antes de la Cuaresma, el Papa Francisco escribió: «El lema del Jubileo, “Peregrinos de esperanza”, evoca el largo viaje del pueblo de Israel hacia la tierra prometida, narrado en el libro del Éxodo; el difícil camino desde la esclavitud a la libertad, querido y guiado por el Señor, que ama a su pueblo y siempre le permanece fiel». Del mismo modo, la Cuaresma es un viaje para cada uno de nosotros. Un tiempo en el que reflexionamos sobre nuestra propia vida, sobre nuestras relaciones con Dios y entre nosotros. Pero también se centra en la verdad de que la vida, como un todo, es un recorrido, y no tenemos un hogar permanente en esta tierra.
Como «peregrinos de esperanza», ansiamos ese día en que entraremos en la tierra prometida del Reino de Dios. Además, el Papa Francisco nos insta a caminar juntos. «La vocación de la Iglesia es caminar juntos, ser sinodales. Los cristianos están llamados a hacer caminos juntos, nunca como viajeros solitarios. El Espíritu Santo nos impulsa a salir de nosotros mismos para ir hacia Dios y hacia los hermanos, y nunca a encerrarnos en nosotros mismos».
Por último, el Santo Padre nos recuerda que el centro de nuestro camino cuaresmal es la promesa de la victoria de la Pascua. La muerte se ha transformado en triunfo, y ese es el centro de nuestra fe y la gran esperanza de los cristianos: ¡la resurrección de Cristo!.
El mensaje cuaresmal del Papa Francisco ha cobrado un nuevo significado al ser testigos de su propio sufrimiento personal, especialmente durante estas semanas de Cuaresma. El Pontífice nos ha mostrado con su ejemplo lo que significa unir nuestros sufrimientos personales a Cristo y no perder nunca la esperanza.
Acudiendo al Señor día tras día
¡La esperanza no defrauda! Durante la Cuaresma, se nos recuerda nuestra propia vulnerabilidad y la fragilidad de la vida. A través de la óptica de la pasión y muerte de Jesús, examinamos nuestras propias vidas en un esfuerzo por librarnos de todo lo que nos separa del amor y la misericordia de Dios. Buscamos ser transformados desde nuestro interior para poder experimentar verdaderamente la alegría y la victoria de la Pascua.
Tal vez nuestros propios caminos cuaresmales no han sido tan productivos como nos gustaría que fueran. Es posible que hayamos empezado con fuertes propósitos, sólo para verlos desvanecerse con el paso del tiempo, pero no debemos desanimarnos. El Santo Padre nos exhorta a ver la Cuaresma como un tiempo en el que Dios se dirige a nuestros corazones invitándonos a una relación más profunda con él. La conversión no sucede de un momento a otro, se da paulatinamente, al acudir al Señor día tras día, confiando en su amor y su misericordia.
El Papa Francisco nos recuerda que el Señor permanece siempre fiel a su pueblo. Su luz brilla incluso en nuestros momentos más oscuros. A medida que continuamos nuestro camino durante esta Cuaresma como peregrinos de esperanza, unidos a nuestro Santo Padre y a toda la Iglesia, oro para que nuestra fe crezca, sabiendo que Cristo resucitado camina con cada uno de nosotros. ¡Para que todos viajemos unidos en la esperanza!
Aunque el Santo Padre está fuera de peligro inmediato, sabemos que le espera un camino arduo. Dada la gravedad de su estado, y su avanzada edad, no cabe duda de que tendrá que enfrentar más retos. Un comentarista mencionó que quizás podría estar ofreciendo otro tipo de mensaje, uno de autoridad que acepta su propia fragilidad y vulnerabilidad. Sin embargo, su fe en Dios es fuerte y su esperanza firme; y las oraciones amorosas de cada uno de nosotros, sus hijos espirituales, continuarán acompañándolo.
Tal vez, podríamos renovar una vez más nuestros propósitos cuaresmales o, incluso, hacer otros nuevos y ofrecerlos por nuestro Santo Padre para que siga sintiendo el calor del amor de Dios.