Reflexionando sobre la fe y los sacrificios de aquellos que se han ido
By ARCHBISHOP WILTON D. GREGORY | Published November 7, 2013
El personal siempre amable de Arlington Cemetery en Sandy Springs está trabajando actualmente con la Arquidiócesis de Atlanta en el diseño de un nuevo santuario católico que estará dedicado a San John Vianney y ofrecerá un espacio para el futuro descanso de nuestros cleros y laicos, nos estamos quedando sin parcelas rápidamente en la sección católica original del cementerio. En las últimas décadas el crecimiento de nuestra población ha sido extraordinario, por lo tanto debemos prepararnos ahora para nuestras necesidades funerarias futuras.
Noviembre es el comienzo de esa temporada en la que a medida que nuestra parte del mundo entra en un período de descanso, reflexionamos con fe anualmente sobre nuestros amigos, parientes y familiares fallecidos.
Los cementerios son sitios de gran significado espiritual para todos (para aquellos que dicen tener una herencia religiosa e incluso para aquellos que no profesan ninguna religión). Estos sitios son sagrados porque contienen los restos de nuestros seres queridos. Son sitios de recuerdos y fe, de gratitud y devoción. En nuestro mundo actual donde la cremación es una práctica en aumento incluso entre católicos, necesitamos recordar que todos los cementerios deben estar preparados para recibir los restos de aquellos que han sido lavados, ungidos y alimentados por la vida sacramental de la Iglesia. Nuestros restos son sagrados y merecen un sitio digno y duradero de reposo, independientemente de cómo dispongamos de ellos al final. Ésto aplica también a los restos cremados.
La gente debe estar en todo su derecho de sentirse molesta cuando los restos de un ser humano son irrespetados o deshonrados. Todos podemos recordar la indignación pública cuando algunas familias descubrieron que los restos de sus seres queridos no fueron enterrados apropiadamente en Arlington Cemetery (el lugar de honor más importante a nivel nacional para nuestros militares fallecidos). Arlington en Washington, D.C., es el lugar de descanso para decenas de miles de militares y sus seres queridos quienes han servido para defender y asegurar la libertad de nuestra nación. Con justa razón, la gente se indignó al enterarse de que algunos de los cuerpos de los héroes nacionales no fueron honrados ni respetados adecuadamente. Importaron poco las creencias religiosas de la familia, el carácter sagrado de ese lugar es un legado nacional. Todos sentimos que nuestros hombres y mujeres militares merecían más respeto y dignidad, y lo merecen.
Sin embargo, nuestra preocupación por nuestro personal militar debe ir más allá del trato que le damos a los cuerpos de estos héroes y heroínas fallecidas, debemos preocuparnos aún más por el bienestar de aquellos que regresan a integrase de nuevo a la vida civil y que posiblemente presenciaron actos de extrema violencia y muerte durante su servicio a nuestra nación. Estas experiencias con frecuencia han demostrado tener un impacto catastrófico en las vidas de estos hombres y mujeres. Muchos de ellos están traumatizados espiritual y emocionalmente por los eventos que han enfrentado. Existen varias organizaciones dedicadas a proporcionar asistencia y apoyo a los militares veteranos, tales como “Care for the Troops,” y algunas de nuestras parroquias las apoyan activamente. Nuestra gente reconoce la deuda que tenemos con nuestros veteranos y ha incluido a estas organizaciones en los programas de alcance social de sus parroquias.
La próxima semana, nuestro país hará una pausa el Día de los Veteranos para honrar a aquellos que nos han servido tan generosamente a través de la historia. Mientras que los cementerios son sitios donde podemos recordar a nuestros seres queridos, existen momentos en los que el corazón debe hacer una pausa en agradecimiento a las contribuciones que la gente ha hecho a nuestras vidas como personas y como nación.
Todo el mes de noviembre en el calendario católico es un tiempo dedicado a recordar a los fieles difuntos, a familiares, a amigos, a vecinos y a aquellos cuyos sacrificios han beneficiado a la gente de nuestro país.
¡Que las almas de todos los fieles difuntos descansen en paz! Amén.