Georgia Bulletin

The Newspaper of the Catholic Archdiocese of Atlanta

El amor de una madre nunca debe subestimarse

By ARCHBISHOP WILTON D. GREGORY | Published November 21, 2013

Atlanta se ha convertido en mi hogar en formas que nunca podría haber imaginado hace tan sólo nueve años atrás. Desde entonces mi familiaridad con los patrones de tráfico local ha aumentado (aunque no siempre se ha adaptado con alegría). Realmente me encanta nuestro clima suave, y ahora puedo temblar con el resto de ustedes con las temperaturas que una vez habría considerado templadas según mis estándares climáticos en Chicago. Típicamente no me toma mucho tiempo aclimatarme a otro lugar, a otro ambiente, o a otra comunidad.

Todos somos bastante adaptables y nos acostumbramos fácilmente a cosas nuevas y las subestimamos rápidamente.

Photo By Michael Alexander

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La mayoría de nosotros también toma nuestra fe católica como una rutina y a veces como algo insignificante en nuestras vidas. Nacimos en un hogar católico o escogimos entrar a la Iglesia más adelante. Pertenecemos a una parroquia o a un grupo espiritual, y nos sentimos cómodos y en casa dentro de esas comunidades. Nuestra fe católica a menudo se convierte en una característica monótona de  nuestras vidas.

Este Año de la Fe que ahora concluye, fue una invitación a reconsiderar nuestra fe como un regalo especial de Dios, indudablemente nada ordinario o mundano. Nuestra fe católica es un tesoro especial para cada uno de nosotros, pero como muchas cosas en la vida, suponemos gradualmente  que siempre estará allí y que no demanda ninguna atención extraordinaria.

En la Arquidiócesis de Atlanta, nos hemos enfocado también este año en María, la Madre de la Iglesia, que como las madres de todas partes, es fundamental para nuestra fe. Ella es la que sigue a sus hijos y les urge que hagan lo que su Hijo les pide. Esta Mujer de Fe bondadosa se ha identificado con sus hijos en cada nación y cultura. El amor de una madre nunca debe subestimarse, pero con frecuencia, podría hacerse.

Es esta presunción bastante típica la que nos tienta a no valorar nuestra fe junto con muchos otros regalos que llenan nuestras vidas. Este año fuimos motivados a reflexionar y a renovar el regalo de nuestra fe. Esta época del año está dedicada especialmente a dichas reflexiones ahora que nos acercamos al día festivo secular de Acción de Gracias aquí en los Estados Unidos. Mientras el día festivo por sí mismo no hace parte de nuestro calendario litúrgico católico, la acción de dar gracias es profundamente religiosa. Cada uno de nosotros tiene sus propios motivos para estar agradecido por los regalos en nuestras vidas, la familia, la fe, la salud, los amigos, la lista es interminable. Sin embargo debemos también separar un tiempo para reflexionar sobre aquellas personas y cosas que nos brindan alegría.

El Día de Acción de Gracias se convierte en un momento nacional para permitir que el corazón medite en agradecimiento por  las muchas cosas que hemos recibido de la mano generosa de Dios.

Estoy muy agradecido de ser un residente de Atlanta, el pastor de gente maravillosa, el Sacerdote de la Iglesia y por supuesto, un católico. La gratitud aún permanece en mi corazón incluso cuando esos regalos podrían traer con ellos problemas de tráfico, pesadas cargas administrativas, muchas demandas de servicio pastoral y desafíos al vivir nuestra fe en un ambiente secular cada vez más hostil. Estoy tan agradecido por los regalos que Dios me ha dado que incluso los retos que éstos traen son fáciles de soportar. Oro para que sus propias razones para dar gracias también sean gratificantes y llenas de vida este Día de Acción de Gracias.