Georgia Bulletin

The Newspaper of the Catholic Archdiocese of Atlanta

CNS photo/Vatican Media
Pope Francis greets retired Bishop John K. Boland of Savannah, and then-Bishop Gregory J. Hartmayer of Savannah at the Vatican Feb. 13, 2020. The pope appointed Bishop Hartmayer to be archbishop of Atlanta the following month.

Atlanta

Mensaje de agradecimiento por la vida del Papa Francisco

By ARZOBISPO GREGORY J. HARTMAYER, OFM Conv. | Published abril 22, 2025  | Available In English

ATLANTA—El 13 de marzo de 2013, el Cardenal Jorge Mario Bergoglio, Arzobispo de Buenos Aires, Argentina, fue elegido Papa por el Colegio Cardenalicio para suceder al Papa Benedicto XVI, quien había renunciado al papado por motivos de salud. Su Santidad eligió el nombre de Francisco en honor a mi padre espiritual, San Francisco de Asís. Miembro de la Compañía de Jesús, fue el primer Papa originario de Sudamérica. Cuando apareció por primera vez en la logia de la Basílica de San Pedro, vimos a un hombre nervioso y atónito. Para muchos de nosotros era un desconocido. Antes de impartir su bendición al mundo, dijo: «Antes que el Obispo bendiga al pueblo, os pido que vosotros recéis para que el Señor me bendiga: la oración del pueblo, pidiendo la Bendición para su Obispo. Hagamos en silencio esta oración de vosotros por mí». Esta humildad definiría su papado. En una entrevista con periodistas poco después de su elección, el Santo Padre relató que su amigo brasileño, el Cardenal Claudio Hummes, lo “confortaba” en su camino como Papa y le pedía que no se olvidara de los pobres. Eligió llamarse Francisco, en honor a San Francisco de Asís, en sus propias palabras: «el hombre de la pobreza, el hombre de la paz, el hombre que ama y custodia la creación… [con la que nosotros también mantenemos actualmente una relación, no tan buena] ¡Ah, cómo quisiera una Iglesia pobre y para los pobres!»

Fiel a su palabra, fue un defensor de los pobres y marginados. Visitó sesenta y ocho países a lo largo de doce años de papado, viajando a las periferias del mundo. Fue un “Papa del Pueblo”. Tenía un hermoso toque personal y conectaba con la gente en cada oportunidad. Incluso el Domingo de Pascua, un Papa Francisco muy cansado y frágil fue conducido a la Plaza de San Pedro para saludar a la multitud reunida para la Misa de Pascua. Y luego, impartió su bendición final al mundo desde la logia de la Basílica de San Pedro.

Tuve el privilegio de conocer a nuestro Santo Padre en tres ocasiones distintas. Una de esas reuniones duró dos horas y media, cuando se recibió a los obispos de Georgia y Florida en nuestra visita Ad Limina. Tuvimos una maravillosa conversación con él. Fue muy atento y respondió a todas nuestras preguntas. La última vez que lo vi fue en su audiencia semanal de los miércoles. Acababa de publicar un libro titulado “La Natividad en Navidad”. Lo escribió durante el 800 aniversario del primer belén, creado por San Francisco de Asís en 1224. Llevé el libro y le pregunté si podía firmarlo. Sin dudarlo, amablemente firmó con su nombre en la contraportada: “Francisco”. Siempre terminaba sus visitas pidiéndome que rezara por él, algo que he hecho a diario.

El Papa Francisco sentía un amor y una devoción especiales por la Santísima Virgen María. Visitaba con frecuencia la Basílica de Santa María la Mayor, donde rezaba ante la representación de la Santísima Madre, atribuida al evangelista San Lucas, como Salus Populi Romani (Salud Salvífica de los Pueblos Romanos). Tras haber sido dado de alta del hospital hace unas semanas, el Santo Padre visitó por última vez la basílica para orar y depositar flores ante la imagen. Hemos perdido a nuestro padre espiritual. Si bien siento tristeza en mi corazón, también siento una profunda gratitud por su ministerio y su testimonio. El Papa Francisco ha hecho del mundo un lugar mejor gracias a su incansable servicio. Encomendamos su noble alma a Dios Todopoderoso. Que descanse en paz y que su memoria sea eterna.