Georgia Bulletin

The Newspaper of the Catholic Archdiocese of Atlanta

Father Carlos Vargas, pastor of Good Samaritan Church in Ellijay, delivers his homily on a trailer bed before parked cars during the 14th Sunday of having a drive-in style Mass at the Gilmer County Civic Center Aug. 30. Guests can hear the Mass as it is broadcast on a local FM radio station, 94.5. Photo by Laura Moon

Ellijay

Buen Samaritano ofrece misas a personas en automóviles

By ANDREW NELSON, redactor | Published septiembre 18, 2020  | Available In English

ELLIJAY—El Padre Carlos Vargas sabía que su iglesia de los años 20 no estaba diseñada para una pandemia del siglo XXI.

El párroco de la Iglesia del Buen Samaritano, en Ellijay, tuvo que pensar en formas de mantener a las personas conectadas con su fe una vez que se reanudaron las misas públicas en junio.

Seguir las pautas de seguridad limita el número de personas que pueden asistir a la misa.

La misa del atardecer del sábado, con las reservaciones y las medidas de seguridad requeridas, puede acomodar a unas 20 personas, cuando anteriormente los fieles en las bancas solían ser más de 100.

Pensó que necesitaría celebrar más de cinco misas por fin de semana para acomodar a todos, y siendo un solo sacerdote, sería imposible.

“Tenemos que mantener la solemnidad de la celebración y, al mismo tiempo, estar disponibles”, dijo. “¿Cómo podemos mantener este equilibrio?”

Los líderes de la Iglesia que comparten el evangelio han tenido que ingeniárselas para ser más creativos. Para la Iglesia del Buen Samaritano, lo que tenía sentido era celebrar una misa donde los asistentes permanecieran en sus autos. Es un retroceso a la década de 1950, cuando la cultura del automóvil todavía era una novedad.

Desde junio, el centro de reunión de la comunidad católica los domingos por la mañana, en esta ciudad montañosa del norte de Georgia, ha sido el estacionamiento del Centro Cívico del Condado de Gilmer.

Se celebran dos misas seguidas. Aproximadamente 50 autos llegan para la misa en inglés y unos 70 para la misa en español.

El sacerdote de 43 años celebra la liturgia con la asistencia de diáconos bajo una pequeña carpa ubicada sobre un remolque elevado para que los feligreses puedan orar desde sus autos con sus radios sintonizados en 94.5 FM. Un transmisor de baja frecuencia conectado al sistema de sonido de la iglesia envía la señal que cubre hasta una milla, una distancia demasiado corta para requerir una licencia. Una pequeña mesa sirve como altar. Los clérigos leen las Escrituras del día. Durante la comunión, los ministros distribuyen la Eucaristía a los fieles, quienes bajan las ventanillas de sus autos para recibirla.

La relación con el centro es de cooperación. La congregación deja el estacionamiento “como si nada hubiera sucedido”, señaló el sacerdote.

El Padre Vargas, quien se convirtió en el líder espiritual de esta comunidad a unas 80 millas al norte de Atlanta en 2014, celebró el décimo aniversario de su ordenación en la primavera.

Predicar a las personas sentadas detrás del parabrisas de un automóvil no era parte de la capacitación que recibió en el seminario. Ha tenido que considerar cómo satisfacer las necesidades espirituales de formas que nunca se discutieron en el seminario. Hay que tener en cuenta problemas de tecnología, preocupaciones de seguridad, las necesidades espirituales de las personas, y todo debe estar bien balanceado, dijo.

“Pienso en todos esos aspectos y oro para encontrar la forma en que se puede llegar a la gente”, añadió.

El condado de Gilmer ha tenido más de 700 casos confirmados de COVID-19, cinco muertes reportadas y 69 personas hospitalizadas, según el Departamento de Salud Pública de Georgia.

Mientras navega esta situación, el Padre Vargas se cuida a sí mismo agregando libros a su biblioteca, leyendo y terminando sus estudios espirituales, los cuales admitió haber ignorado por mucho tiempo. Además, dijo que ha agregado caminatas y trotes diarios a su rutina.

Nota de la editora: Esta es una de tres historias sobre cómo los líderes de la Iglesia han respondido a la pandemia y a las necesidades espirituales de la comunidad. Las otras historias hablan sobre un monje trapense que ofrece retiros en línea y un director de coro sin coro que continúa compartiendo la música.