Vatican City
El papa: en el asunto de inmigración, salvar vidas es lo que importa
By CINDY WOODEN, Catholic News Service | Published abril 11, 2017 | Available In English
CIUDAD DEL VATICANO (CNS)—La defensa de la vida, la dignidad y los derechos humanos de los inmigrantes y refugiados son más importantes que cualquier otro asunto en el proceso de considerar normas de migración, dijo el papa Francisco.
“La defensa del ser humano no conoce barreras”, dijo el papa en una entrevista con la publicación del Departamento para Libertades Civiles e Inmigración del Ministerio de Asuntos Internos de Italia.
Los gobernantes, él dijo, tienen que considerar y ser vigilantes con los derechos fundamentales de una persona y ser conscientes de poner fin a las causas de la migración forzada.
Por supuesto, él dijo, un enfoque humanitario al manejar la actual crisis global migratoria requiere la cooperación internacional y políticas que sean “respetuosas con los que acogen y con los acogidos”.
Los recién llegados tienen que respetar las leyes de los países donde hay llegado y deben recibir ayuda para integrarse a la vida de sus nuevas comunidades, él dijo en una entrevista publicada el 7 de abril. Y los miembros de las comunidades que los reciben tienen que educarse para entender las verdaderas causas de la migración y las situaciones desesperadas de los que se sienten obligados a huir de sus hogares.
La prensa tiene un gran rol, dijo el papa Francisco, y los medios de comunicación deben explicar las violaciones de los derechos humanos, la violencia, la pobreza y las catástrofes que llevan a tanta gente a huir.
Pero especialmente, él dijo, la prensa tiene que informar responsablemente y no simplemente entrar en “estereotipos negativos para hablar de los migrantes y refugiados”.
“Basta con pensar en el uso incorrecto que con frecuencia hacen de los términos con los que se refieren a los migrantes y refugiados”, dijo el papa. “¿Cuántas veces oímos hablar de ‘clandestinos’ como sinónimo de migrante? Esto no es correcto, es una información que parte de una base equivocada y que empuja a la opinión pública a elaborar un juicio negativo”.
Al preguntársele sobre su viaje del 2016 a los campamentos de refugiados en Lesbos, Grecia, con líderes de la Iglesia Ortodoxa, el papa Francisco dijo que fue una señal de “responsabilidad fraternal”.
“Estamos todos unidos en el deseo de garantizar una vida digna a cada hombre, mujer y niño obligado a abandonar su tierra”, dijo el papa. “No existe diferencia de credo que pueda chocar con esta voluntad—de hecho, es lo contrario”.
El papa Francisco dijo que los líderes de todas las naciones deberían mostrar el mismo tipo de preocupación conjunta por “el grito de tantos inocentes que solo piden poder salvar sus vidas”.
En cuanto a los sentimientos y temores contra los inmigrantes entre algunos europeos, el papa pidió a la gente que se acordara de la condición de Europa después de la Segunda Guerra Mundial.
Millones de europeos emigraron hacia América del Sur o a Estados Unidos, él dijo. “No fue una experiencia sencilla para ellos. Tuvieron que sufrir el peso de ser considerados extranjeros, de estar lejos de sus hogares y de carecer de todo conocimiento de la lengua local.
“No fue fácil el proceso de integración, sin embargo, finalizó con éxito”, dijo el papa Francisco.
Los países que han crecido y prosperado a través de los siglos aceptando e integrando a los recién llegados no pueden olvidar esa experiencia ni fingir que no se repetirá hoy día, él dijo.
Por ejemplo, “los europeos han contribuido mucho al crecimiento de la sociedad ultraoceánica”, la de América del Norte y del Sur. “Este fue siempre el caso: “el intercambio de cultura y de conocimientos es una riqueza y como tal debe valorarse”.
Los miembros de la Iglesia Católica tienen una mayor obligación de reconocer el valor de acoger a los recién llegados, dijo el papa Francisco. Podemos ver “la integración pacífica de personas de varias culturas es, en cierto sentido, un reflejo de su catolicidad, ya que la unidad que no anula la diversidad étnica y cultural constituye una dimensión de la vida de la iglesia que, en el espíritu de Pentecostés, se abrió a todos los que deseen abrazarla”.