Georgia Bulletin

The Newspaper of the Catholic Archdiocese of Atlanta

Una homilía navideña para recordar

By OBISPO JOHN N. TRAN | Published febrero 5, 2025  | Available In English

En 2010, el Arzobispo Nikola Eterovic escribió un libro titulado “La Palabra de Dios”, en el que aconsejaba a aquellos que pronunciaban una homilía en la misa que estuvieran bien preparados, fueran pertinentes y, en general, que no se extendieran más de ocho minutos, el tiempo de concentración promedio de un oyente.

El 4 de diciembre, en su mensaje a los peregrinos en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco dijo que las homilías deben prepararse con la ayuda del Espíritu Santo, no tardar más de 10 minutos y estar enfocadas en el Señor, no en uno mismo. “Más allá de ocho minutos, la predicación se desvanece, no se entiende”, enfatizó. ¡Los peregrinos aplaudieron!  

Bishop John N. Tran

Mientras me preparaba para la Navidad y reflexionaba sobre los llamados del Papa Francisco y del Arzobispo Eterovic me pregunté, ¿cuál había sido la homilía navideña más breve y mejor preparada que jamás se hubiera escuchado? Para mí, fue la que pronunció San Pablo en su carta pastoral a Tito. La recordamos cada Navidad en la segunda lectura de la Misa de la Nochebuena: 

“Porque la gracia de Dios, que es fuente de salvación para todos los hombres, se ha manifestado. Ella nos enseña a rechazar la impiedad y las concupiscencias del mundo, para vivir en la vida presente con sobriedad, justicia y piedad, mientras aguardamos la feliz esperanza y la manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador, Cristo Jesús. Él se entregó por nosotros, a fin de librarnos de toda iniquidad, purificarnos y crear para sí un Pueblo elegido y lleno en la práctica del bien”. 

Esas palabras hablan de la primera y segunda venida de Cristo y describen la salvación que Él trae consigo y nuestra vida cristiana vivida en el contexto de la vida de Jesús y de la eternidad. En otras palabras, San Pablo nos da sucintamente la razón, el significado, la exigencia y la promesa de la Encarnación. Como tal, la Encarnación es más que el nacimiento de Jesús; es la totalidad de su vida: nacimiento, vida, muerte, resurrección y ascensión, todo para nuestra salvación y la salvación del mundo. 

Sí, la gracia de Dios ha aparecido y se ha manifestado en la persona de Jesús, quien intervino a favor de la humanidad para mostrarnos cómo ser plenamente humanos y para conducirnos a la gloria eterna. Él viene “a buscar y a salvar lo que estaba perdido”.

Mi esperanza para cada uno de nosotros, no sólo durante la Navidad sino a lo largo del nuevo año, es que recordemos que en medio de la alegría y de la tristeza, de la luz y de la oscuridad de la vida diaria, “la gracia de Dios está con nosotros” en Jesús. Él nos brinda la alegría que el mundo no puede darnos, y su luz ilumina nuestro camino en la oscuridad. Él, quien nació en un pesebre, en un comedero para animales, en un lugar que no estaba limpio, sino desordenado y sucio, entiende el desorden de nuestras vidas; es allí donde nos encuentra y nos acompaña. Su vida comenzó en un valle de dificultades y terminó dolorosamente en la cruz para rescatarnos del pecado y de la muerte, y para obtener nuestra salvación.

Al recordar lo que Jesús ha hecho, espero que podamos responder en consecuencia siendo amorosos, caritativos, misericordiosos con los demás, estando “dispuestos a hacer lo correcto”, a rechazar “los caminos impíos” y siendo fieles a él “mientras aguardamos la bienaventurada esperanza” de la gloria eterna.

Feliz Navidad para ustedes y para sus seres queridos y ¡un nuevo año lleno de esperanza!