Georgia Bulletin

The Newspaper of the Catholic Archdiocese of Atlanta

Lo Que He Visto Y He Oído (30 Abril 2009)

Published abril 30, 2009  | Available In English

El pasado lunes fui maestro suplente de segundo grado en la escuela Queen of Angels en Roswell. Este honor tan especial lo gané en un evento para recaudar fondos para la escuela por el cuál el arzobispo se comprometía a ser maestro visitante.

Fui invitado a participar en la preparación de estos niños durante los últimos días antes de recibir la Primera Comunión. Estaban muy entusiasmados con las horas que yo iba a pasar con ellos y, a decir verdad, ¡el arzobispo también! Pasamos un momento maravilloso mientras veíamos las diferentes partes de la misa, y luego vinieron las consiguientes preguntas previsibles que tienen los niños de 7 años antes de un acontecimiento tan trascendental en su corta vida.

Hicieron todas las preguntas apropiadas referentes a la Eucaristía, y luego varios de ellos hicieron unas observaciones bastante profundas de lo que estaban a punto de experimentar. Una pequeña comentó que uno de sus abuelos iba a venir a la misa de la Primera Comunión para compartir la alegría de este día junto con la familia, aunque por lo general él no va a misa los domingos. Me quedé asombrado con la franqueza de esta niña de segundo grado y con su obvio deseo de que este día especial de alguna manera influya en el abuelo para que regrese a la práctica regular de asistir a misa. Yo pensé: ¿“De dónde sacó esta niña que su abuelo no va con frecuencia a misa?” Probablemente los adultos que la rodean mencionaron de forma informal que la celebración de la Primera Comunión sería la ocasión para su retorno a la iglesia. Comoquiera que se haya comunicado esta información, la niña tenía la esperanza de que el abuelo no solo compartiría la alegría de la Primera Comunión sino que ahora volvería a asistir a misa de forma regular.

Los niños observan y escuchan todo lo que hay a su alrededor. Ellos se dan cuenta de que la Primera Comunión tiene un impacto no solo en su corta vida, sino también en el potencial de infundir nuevo vigor en las prácticas religiosas de los adultos dentro de su mundo. Los niños comprenden que dentro de todo el ajetreo de vestidos, trajes nuevos, flores, rosarios, medallas religiosas, fotos de familia y fiestas, se debe también incluir a aquellas personas que son figuras esenciales en su mundo para que compartan este momento feliz, quizás por primera vez en mucho tiempo.

En efecto, en esta época del año vienen muchas personas que no han asistido a misa desde hace un tiempo. Al menos, para una pequeña que está a punto de recibir al Señor en la Eucaristía por primera vez, el hecho de que el abuelito estará presente será un ingrediente más que aumentará el carácter especial del día. Espero que incluso el abuelito se dé cuenta de que la alegría de la niña será mayor sabiendo que Jesús se acerca a ella por primera vez y que también el abuelo puede comenzar una relación renovada con Él. ¡Debo decir que es todo un discernimiento para una niña de 7 años!