Georgia Bulletin

The Newspaper of the Catholic Archdiocese of Atlanta

Lo Que He Visto Y He Oído (24 Abril 2008)

Published abril 24, 2008  | Available In English

Pero he escuchado muchas historias de personas que me comentaron de la emoción y del entusiasmo que había por el Santo Padre. Chicago, mi ciudad natal, fue uno de los pueblos que visitó, y me dijeron que la ciudad se veía sencillamente electrificada de energía, alegría, y entusiasmo.

El Obispo Timothy Lyne, en ese momento pastor de la Catedral Holy Name, me comentó sobre un viaje en helicóptero que hizo junto con el Cardenal John Cody luego de que dejaran al Santo Padre en el aeropuerto para que continuase en su viaje por los Estados Unidos. Realizaron una “vuelta triunfante” en helicóptero alrededor de la ciudad de Chicago mientras disfrutaban de la alegría y del triunfo de la espléndida visita a la ciudad de los vientos.

De algún modo, me imagino al Arzobispo Donald Wuerl, de Washington, y al Cardinal Edward Egan, de Nueva York, disfrutando de esa misma alegría esta noche. Fue una visita espléndida para el Papa Benedicto XVI, y aquellos que la organizaron, apoyaron, participaron, o simplemente la miraron por televisión sin duda estarán de acuerdo. Ahora vienen las evaluaciones post mórtem sobre todo lo que contribuyó a tal éxito y cómo podría haber sido aún más eficiente.

Sin duda que la calidez y la simpatía del Santo Padre fueron obvias para todos. Él es Pastor y ama a su pueblo—ya con sólo eso el viaje fue un éxito. El Santo Padre enseñó, exhortó, y desafió a los católicos a que vivan la fe de manera más valiente y pública. Consoló a las personas desanimadas, y exhortó a los ministros de la Iglesia a que seamos más fieles en nuestra devoción al Pueblo de Dios. Reconoció el gran potencial que tiene la Iglesia de los Estados Unidos para toda la Iglesia Universal. Exhortó a los obispos a que sean aún más vigilantes de los rebaños confiados a su cuidado—en especial el cuidado de las necesidades de los jóvenes y los vulnerables, de los marginados, y de los pobres. Incitó a nuestra nación a no olvidarse que somos un país que se ha fundado en acoger a los inmigrantes y a los que huyeron hacia esta nación en busca de libertad y oportunidades. El Santo Padre dijo todo esto con gran fineza y con clara compasión.

Oró con el pueblo en celebraciones multilingües y multiculturales que confirmaron los esfuerzos que realizan los pastores de la Iglesia de los Estados Unidos por asistir a la gran diversidad de pueblos que consideran los Estados Unidos su hogar. Nos llamó a vivir en armonía, unidad y paz, respetando y honrando las diferencias que nos hacen un ejemplar único de la Iglesia Católica en este momento de la historia.

Supongo que el Santo Padre, recostado en su asiento del vuelo de Alitalia el domingo por la tarde, ya había adquirido un mejor entendimiento y percepción de la Iglesia en los Estados Unidos. Quizás hasta pensó en pedirle al piloto que realizara una “vuelta triunfante” a lo largo de la costa este de los Estados Unidos mientras recordaba a la gente que le había proporcionado una bienvenida tan cálida, cariñosa, y sincera. Viva il Papa!