Georgia Bulletin

The Newspaper of the Catholic Archdiocese of Atlanta

Photo by Johnathon Kelso
Father Rodrigo Padrón-Pérez, MNM, is photographed in the memorial garden at St. Thomas the Apostle Church where he would pray and discern the priesthood as a teenager. Father Rodrigo’s ordination to the priesthood was June 5.

Smyrna

Apoyo de comunidad parroquial de Cobb hace posible vocación sacerdotal

By IMELDA RICHARD, Special to the Bulletin | Published julio 20, 2022  | Available In English

SMYRNA—Un amor por la música, el apoyo de una comunidad parroquial de Smyrna y el ejemplo de un clero dedicado inspiraron al Padre Rodrigo Padrón-Pérez en su propia vocación sacerdotal.

El Padre Rodrigo Padrón-Pérez, recientemente ordenado al sacerdocio, emigró de San Luis Potosí, México, a los Estados Unidos con sus padres y hermanos cuando tenía 8 años. Llegaron a Georgia y se convirtieron en feligreses de la Iglesia Santo Tomás Apóstol en Smyrna a principios de 2000.

Allí conocieron al Padre Jaime Molina, MNM, quien había implementado un plan de evangelización con el que estaba familiarizado en su México natal, desarrollando pequeñas comunidades para acompañar a los feligreses en sus jornadas de fe. Uno de los ministerios que surgió de estas comunidades es “Los Amiguitos de María Niña”. En este grupo, los niños de 6 a 11 años se reúnen para aprender sobre María y orar por los sacerdotes y las vocaciones. De este grupo surgió un coro de niños que comenzó a cantar en la misa dominical de las 2 p. m.

María Niña, o Divina Infantita, es una advocación a la infancia de la Virgen María que tiene sus orígenes de devoción en el México del siglo XIX. Su fiesta principal es el 8 de septiembre, cuando la Iglesia celebra la natividad de la Virgen María. Los principales santuarios de México a la Divina Infantita se encuentran en la Ciudad de México, Puebla y Zapopan, Jalisco.

El nuevo sacerdote reflexionó sobre sus primeros días en la Iglesia de Santo Tomás Apóstol, cuando sus padres se acababan de casar por la Iglesia. La familia comenzó a asistir a misa regularmente y Rodrigo se preparaba para recibir sus sacramentos.

“Me llamó la atención ver a todos esos niños de mi edad cantando y tocando instrumentos en la misa. En ese entonces, tenía alrededor de 11 años y quería ser parte de ese grupo… además, allí había una niña que me gustaba”, dijo el Padre Padrón-Pérez, riendo.

“En ese grupo, comencé a hacer amigos. Algunos de ellos todavía son muy buenos amigos míos. Allí aprendí a tocar la guitarra y, a los 14 años, me invitaron a formar parte del coro de evangelización que canta en los retiros parroquiales. También asistí a retiros donde experimenté un encuentro cercano y personal con Cristo”, recordó. “Fue entonces cuando comencé a sentirme más cerca de él. Pasé toda mi adolescencia sirviendo en el coro de mi parroquia. Cuando me gradué de la escuela secundaria, comencé a considerar seriamente el llamado a convertirme en sacerdote”.

El Padre Rodrigo sabía que quería estudiar algo relacionado con la música.

“Quería ser profesor de música y seguir trabajando con el coro de niños de mi parroquia. Pero Dios tenía otros planes para mí. El Padre Jaime me preguntó una vez si consideraría ingresar al seminario y le dije ‘no’, porque yo tenía otros planes en ese entonces. Ahora que recuerdo ese momento, siento que era Cristo quien me llamaba a través de él”, dijo.

Después de la misa el Día de Todos los Santos, el joven acompañó al Padre Jaime a cenar y le preguntó de qué se trataba el seminario. “Y cuando llegué a casa, le dije a mi mamá que estaba considerando ir al seminario y convertirme en sacerdote. Luego comencé a leer todo lo que pude encontrar e investigué tanto como pude sobre el sacerdocio”, mencionó.

Comenzando el discernimiento

Cuando llegó el Miércoles de Ceniza, Padrón-Pérez decidió unirse al grupo parroquial de Respeto por la Vida para rezar frente a una clínica de abortos. Aunque inicialmente él solo quería asistir un día, el Padre Jaime lo invitó a ir con el grupo los 40 días de la Cuaresma.

“Esto me dio la oportunidad de pasar más tiempo con él y comenzar mi proceso de discernimiento. Ser parte del grupo de María Niña y ser testigo de lo feliz que es el Padre Jaime como sacerdote, me ayudó a decidir convertirme en sacerdote”, indica.

“Siempre invito a los jóvenes a considerar la vida religiosa como una opción, pero nunca los presiono para que tomen una decisión. Sin embargo, han salido muchas vocaciones de este grupo. Cuando hablamos de convertirse en sacerdotes, siempre les hablo de ser sacerdotes diocesanos o de unirse a una orden religiosa. Les doy opciones”, dijo el Padre Jaime. “También tenemos que hablar sobre su estatus migratorio y las posibles consecuencias de su decisión. Cuando Rodrigo me dijo que quería ir al seminario, le pedí que considerara el hecho de que tendría que dejar a su familia e irse a México, donde está nuestro seminario, y le dije que, si no lo aceptaban, quizás no podría volver a Georgia. Y él respondió que eso no era un problema, que estaba listo para decir ‘sí’, dejar todo y seguir a Cristo. Supe entonces que realmente quería responder al llamado de Cristo y seguirlo”.

Cuando el Padre Padrón-Pérez se fue al seminario con los Misioneros de la Natividad de María, la congregación del Padre Molina en México, no solo dejó atrás a sus padres y hermanos, sino también a la familia parroquial con la que había crecido. Después de cuatro años en el seminario, pudo obtener una visa y visitar a su familia. Necesitaba la visa ya que nunca obtuvo el estatus migratorio de la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA por sus siglas en inglés).

“Estar lejos de mi familia fue la parte más difícil de mi decisión. Pero sabía que estaba siguiendo la voluntad de Dios y confiaba en que Él me ayudaría a reunirme con ellos en algún momento, porque cuando haces el trabajo de Dios, Él te cuida a ti y a quienes tú amas”, señaló el sacerdote.

Araceli Murillo, quien ha pertenecido a la parroquia de Santo Tomás Apóstol por más de 20 años, ha estado involucrada con el grupo María Niña desde sus inicios y es una de sus líderes. Cuando se unió Padrón-Pérez, él fue parte de un grupo supervisado por Murillo.

Ella nunca imaginó que él se convertiría en sacerdote.

“Cuando escuché que iba al seminario, inmediatamente comencé a orar para que perseverara en su vocación”, señaló.

Murillo se emociona mucho cuando piensa en los otros jóvenes de este grupo que han sido ordenados o están actualmente en el seminario. Otro sacerdote ha sido ordenado y tres hombres de la parroquia están actualmente inscritos en el seminario.

Se da cuenta de que todo el tiempo dedicado a los jóvenes del grupo María Niña ha dado frutos.

“Rezo para que cuando escuchen a Cristo llamándolos, digan ‘sí’ y se entreguen incondicionalmente. Estoy muy orgullosa de ellos. No tengo palabras para explicar la alegría que siento”, dijo Murillo.

Lágrimas de alegría 

Miguel Ángel Martínez, nativo de Michoacán, México, llegó a Georgia con su familia cuando era niño hace unos 25 años. Él y el Padre Padrón-Pérez se hicieron amigos cercanos cuando eran adolescentes y formaban parte del grupo María Niña.

“No lloro fácilmente, pero lloré cuando Rodrigo me dijo que iría al seminario una noche justo después de salir de la adoración. Me salieron lágrimas de alegría”, dijo Martínez, quien coordinó el coro y los aspectos musicales para la ordenación de su amigo el 5 de junio.

“Sabemos que no es fácil seguir a Cristo, incluso a él mismo le costó mucho aceptar la voluntad de su Padre, pero en Dios todo es posible”, indicó Martínez. “Quiero que Rodrigo sepa que siempre oraré por él y que siempre podrá contar conmigo para lo que necesite. Se necesita mucha valentía para decir ‘sí’ al Señor”.

María Irene y Héctor son los padres del nuevo sacerdote, quien es el segundo de cuatro hijos.

“Me sorprendió cuando escuché que quería ir al seminario. Primero se lo dijo a su mamá. Le dimos nuestra bendición cuando se fue, y confiamos en que volveríamos a vernos en algún momento. Estamos muy orgullosos y felices de que haya perseverado en su vocación y que su sueño de ser sacerdote ahora sea una realidad”, comentó Héctor.

Cuando Rodrigo le dijo a su madre por primera vez que estaba considerando el sacerdocio, le pidió sus oraciones. Durante el año de discernimiento antes del seminario, él y sus padres tuvieron largas conversaciones sobre su vida en un país que ya no le era familiar.

“Oro diariamente para que sea un buen sacerdote”, dijo su madre.

El Padre Jaime trabajó muy de cerca con su congregación y el Obispo Bernard E. Shlesinger III, uno de los obispos auxiliares de Atlanta, para hacer posible que el Padre Padrón-Pérez fuera ordenado en Georgia, rodeado no solo de sus padres y hermanos, sino también de su familia parroquial.

“Sus padres están entregando a su hijo a la Iglesia y a nuestra comunidad, era justo que pudieran ser parte de su ordenación”, dijo el Padre Jaime.

El domingo, 5 de junio, fiesta de Pentecostés, el Padre Rodrigo Padrón-Pérez, MNM, fue ordenado por Mons. Juan Manuel Gonzalez-Sandoval, MNM, Obispo de la Diócesis de Tarahumara (México). Toda la comunidad parroquial se ofreció como voluntaria para organizar la misa de ordenación en el anfiteatro Mable House Barnes en Mableton. Después del evento hubo una fiesta de celebración en honor al recién ordenado Padre Rodrigo, o “Padre Ro-Ro”, como algunos lo llaman.

El sacerdote celebró su primera misa el 12 de junio con su familia y la comunidad. En México, estará enseñando en el seminario hasta que reciba una asignación parroquial.

“No tengan miedo de decir ‘sí’ al Señor. Puede ser que sientan miedo al pensar en dejar todo atrás, pero confíen en que Dios siempre cuidará de ustedes y de las personas que aman. Solo confíen en él”, dijo el Padre Padrón-Pérez.