Georgia Bulletin

The Newspaper of the Catholic Archdiocese of Atlanta

Photo by Johnathon Kelso
Bishop-designate Jacques E. Fabre-Jeune, CS, greets parishioners following the Mass at San Felipe de Jesús Mission.

Forest Park

Comunidades haitianas y de Forest Park despiden a amado sacerdote

Published junio 2, 2022  | Available In English

FOREST PARK— Mientras la banda de mariachis tocaba bajo una gran carpa blanca y una joven con un vestido salpicado de color giraba al ritmo de la música, rápidamente se unía a ella en la pista de baile, dando vueltas con su propio estilo, el Padre Jacques, como se le conoce cariñosamente.

La alegría de la música y la celebración del pueblo en esta calurosa noche de abril fueron una continuación del espíritu de la misa previa. El administrador de la Misión San Felipe de Jesús y la congregación aplaudieron al compás de las guitarras y el coro. Una larga fila de monaguillos llevaba flores amarillas en sus manos para dejar frente a la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe.

La misa fue una celebración de despedida entre la congregación y el sacerdote recién designado, el Padre Jacques E. Fabre, CS. Una fiesta, después del evento se apoderó del estacionamiento. Los voluntarios llevaban platos cargados de tortillas, pollo, frijoles y arroz a las mesas de los miembros de la comunidad que esperaban.

Para esta congregación predominantemente mexicana, esta fue una oportunidad para despedirse del sacerdote ahora que comienza su próximo ministerio.

El sacerdote fue designado por el Papa Francisco para ser el obispo de la Diócesis de Charleston el 22 de febrero y ordenado el 13 de mayo, donde compartió algunas palabras con sus antiguos feligreses de Georgia.

“Sé que todavía tienen los ojos llenos de lágrimas, como los míos, por la separación. Sin embargo, lo que hemos aprendido y logrado juntos siempre permanecerá en nosotros”, dijo el Obispo Fabre durante su homilía de ordenación, dirigiéndose de manera especial a los más de 1.000 miembros de la congregación que viajaron a Carolina del Sur.

Muchos creyentes manejaron más de tres horas desde la misión de Forest Park para presenciar el evento histórico.

“El impacto de la evangelización permanecerá para siempre”, les dijo. “Las liturgias vibrantes dejarán cicatrices permanentes en nuestro espíritu”.

Ser el primero viene con responsabilidades

El Obispo Fabre, de 66 años, nació en  Puerto Príncipe, Haití y emigró a la ciudad de Nueva York en su adolescencia donde completó su bachillerato. En algún momento de su vida pensó en estudiar ingeniería. Tiene cinco hermanos. Su padre es carpintero y su madre trabajó en el comercio minorista y luego obtuvo un título universitario.

Criado como un niño explorador (boy scout) de Brooklyn, señaló que todavía se apoya en las lecciones que aprendió como miembro de esta organización: trabajar juntos, tener un proyecto común y respetar a los demás; y a ellos acredita su vocación ya que aprendió sobre la vida religiosa al leer sobre ella en una revista de niños exploradores, según comentó.

En 1982, se unió a los Misioneros de San Carlos, una orden religiosa comúnmente conocida como los Padres Scalabrinianos formada para servir a los inmigrantes.

En la Arquidiócesis de Atlanta, sirvió como superior de los sacerdotes scalabrinianos y como administrador de la Misión San Felipe de Jesús por 13 años.

Este nuevo cargo convertirá al Obispo Fabre en el único prelado haitiano-estadounidense vivo en el país y el primer obispo negro en la diócesis estatal de Carolina del Sur.

“Creo que es un honor, pero también una gran responsabilidad porque cuando eres el primero tienes que abrir camino a los demás. Lo que esto significa para mí es que todo es posible”, dijo. “Respeto a la Iglesia en general, especialmente a la Iglesia estadounidense, por tomar el riesgo”.

El Obispo Fabre es uno de cinco sacerdotes que han servido en la Arquidiócesis de Atlanta y han sido nombrados obispos desde 2009. Los demás son el Obispo Luis R. Zarama, de Raleigh, Carolina del Norte; el Obispo David P. Talley, de Memphis, Tennessee; el Obispo Joel M. Konzen, SM, de Atlanta; y el Arzobispo de Atlanta Gregory J. Hartmayer, OFM Conv. El Obispo Fabre indicó que esta es una señal positiva de que la comunidad católica está formando líderes religiosos del futuro.

Cuando se le preguntó acerca de la Arquidiócesis de Atlanta, el nuevo obispo dijo que su futura unidad requerirá que los creyentes acepten la diversidad. “Es una arquidiócesis en crecimiento. Se está volviendo hispana en términos de números. Continúen amándose los unos a los otros”, indicó.

Pastor de muchos

Además de la misión hispana, el Obispo Fabre fue líder espiritual de los católicos haitianos en Atlanta. Ellos celebran una misa semanal en Decatur. Autobuses charter viajaron a Charleston llenos de católicos haitianos que querían presenciar la ordenación de su amado sacerdote.

En una misa de despedida en la Iglesia Católica de San Pedro y San Pablo, Kevin Borgella, de 29 años, dijo: “La gente está encantada de ver que uno de los nuestros sea reconocido por su fe y las buenas obras que ha hecho”.

El sacerdote siempre se preocupó por los miembros de la comunidad, afirmó.

“Él estaba pendiente de nosotros y era nuestro pastor. Entendemos que tiene trabajo que hacer, así que lo estamos apoyando en su misión, pero se sentirá su ausencia”, admitió Borgella.

Danielle Pierre-Louis, miembro de la comunidad desde hace 17 años, dijo que el apoyo del Obispo Fabre mantuvo unida a la comunidad a través de las dificultades.

Haití continúa sufriendo, así que es un gran alivio ver que uno de sus compatriotas recibe esa responsabilidad de ser obispo, dijo.

Atrayendo gente nueva

La misión de Forest Park ha prosperado en los 13 años que el Obispo Fabre sirvió como líder espiritual, creciendo a casi 7000 familias, con cerca de 1000 niños en educación religiosa.

La misión comenzó a principios de la década de 1990 en un pequeño apartamento en el vecindario de Grant Park y diez años después se mudó a Forest Park camino al Aeropuerto Internacional Hartsfield-Jackson de Atlanta. Durante su tiempo, la pequeña iglesia se convirtió en el centro parroquial después de que la comunidad recaudara más de $1 millón para construir una iglesia más grande al estilo de una misión colonial española. Gran parte del dinero se recaudó vendiendo tacos y otro tipo de comidas mexicanas.

En la misa de abril por el sacerdote que se marchaba, había gente de pie, sillas plegables en las hileras y personas afuera. La gran multitud se trasladó del santuario al estacionamiento para la fiesta.

José L. Ramírez, de 43 años, quien ha asistido a la misión durante doce años, es actualmente líder del consejo parroquial. En su opinión, la fortaleza del obispo es cómo tiene una visión y luego recluta a todos para lograrla.

“Él quiere que usemos los talentos que Dios nos ha dado para mejorar la comunidad”, dijo. “99 por ciento, todos lo ayudan. Es una persona con un gran corazón. Él ayuda a Dios”, afirmó.

Carla Villalobos, de 21 años, dijo que lloró con la noticia de la partida del obispo. Ella trabaja como asistente administrativa de la parroquia.

Una de las habilidades que vio en el sacerdote es atraer a la gente a la vida comunitaria.

“Él busca gente nueva, que no usa sus dones tanto como debería y los extrae”.