Georgia Bulletin

The Newspaper of the Catholic Archdiocese of Atlanta

Photos by Michael Alexander
(Left to right) Lyndon Batiste, minister to emerging adults at Most Blessed Sacrament Church, Atlanta, Steve Guris, youth minister at Corpus Christi Church, Stone Mountain, and Estela Martinez, youth minister at St. Thomas the Apostle Church, Smyrna, were among parish leaders attending the morning and afternoon sessions of Young Adults and the Catholic Parish, March 30. Juan Carlos Pacheco, a seminarian assigned to St. Clare of Assisi Mission, Acworth, and Maria Moeakiola of St. Francis of Assisi Church, Cartersville, joined the evening session for discussion and feedback.

Smyrna

Adultos jóvenes afirman compromiso y potencial como católicos en dinámico evento arquidiocesano

By ANDREW NELSON, Staff writer | Published abril 6, 2017  | Available In English

SMYRNA—Maria Moeakiola fue una de las cuatro mujeres y tres hombres reunidos alrededor de una mesa que compartieron sus experiencias religiosas como parte de la generación “milenio”.

Desde experiencias desalentadoras acerca de haber pasado desapercibidos en las parroquias hasta la importancia de estar junto a otros que atraviesan situaciones comunes—ya sea un primer trabajo, relaciones o vivir por su cuenta, este diverso grupo tenía algo en común: todos eran católicos. Estos adultos jóvenes, afroamericanos, blancos y de raza mixta entre 23 y 34 años de edad, eran profesores universitarios y trabajaban en el gremio de la construcción.

A medida que los platos de la cena eran retirados el jueves, 30 de marzo, el grupo reunido en la Cancillería de la Arquidiócesis compartió sus opiniones y prioridades acerca de ser miembros de la Iglesia Católica.

Moeakiola, la joven de 23 años de edad, dijo que en su mejor momento, la Iglesia debe ser una comunidad de creyentes, pero a menudo otros de su edad no están presentes en la parroquia.

“Quiero tener compañeros en mi fe, en mis círculos sociales. Esto es crítico y fundamental para cada generación”, dijo.

Moeakiola se unió a la Iglesia durante el bachillerato. Ella espera ser confirmada en su parroquia, St. Francis of Assisi en Cartersville, durante la Vigilia Pascual en unas pocas semanas.

La experiencia de esa noche de cenar y compartir con otros adultos jóvenes la dejaron con una sensación de motivación y ánimo. De hecho, Moeakiola decidió hablar con su párroco después del evento, con el fin de proponer ideas para revitalizar el grupo de adultos jóvenes de su parroquia. El número de asistentes fue un gran aliciente, dijo.

El gran salón de conferencias estaba lleno de gente joven. La Oficina de Formación y Discipulado, la cual organizó el evento, estimó que 123 personas asistieron.

“Escuché varias veces, ‘no puedo creer la cantidad de personas que están aquí’. Me sentí muy motivada”, dijo Moeakiola.

El objetivo fue escuchar a los adultos jóvenes

La multitud durante la discusión de tres horas representó a creyentes de todo tipo de razas e idiomas en la Arquidiócesis de Atlanta. Había representantes de la misión hispana Our Lady of the Americas Mission en Lilburn, y hombres y mujeres de las parroquias católicas negras del sur de Atlanta, St. Paul of the Cross y St. Anthony of Padua.

El debate de la noche fue el segundo evento de un día enfocado en los adultos jóvenes en la Iglesia Católica, un creciente número de quienes están abandonando la Iglesia institucional. Fue un evento organizado por la oficina arquidiocesana de formación y discipulado, en colaboración con el Instituto McGrath para la Vida Eclesiástica de la Universidad de Notre Dame. La sesión del día fue para líderes ministeriales parroquiales.

La noche estuvo enfocada en escuchar a los adultos jóvenes. Las personas respondieron preguntas de un facilitador de Notre Dame, las cuales tocaban temas acerca de los dones y retos de ser católicos y adultos jóvenes, elementos importantes de la vida religiosa y qué tipo de católicos quisieran ser. Los grupos reunidos alrededor de las mesas discutieron sus respuestas entre sí. Más tarde, con todo el grupo dividido, las mesas tuvieron un amplio debate sobre las cuestiones y temas abordados en sus respuestas.

El objetivo es desarrollar estrategias conscientes para que las parroquias y sus líderes puedan servir y atraer a los adultos jóvenes.

La condición actual es que los jóvenes están abandonado la Iglesia. Según una encuesta del Pew Research Center de 2014, alrededor de un 38 por ciento de la generación “milenio” dijo que la religión era muy importante en sus vidas, en comparación con un 59 por ciento de los “baby boomers”.

Los participantes compartieron observaciones de que algunos líderes parroquiales los sermoneaban porque no podían contribuir económicamente a la parroquia. Otros dijeron que cuando expresaban sus ideas, las personas mayores tendían a ignóralas y eso los desanimaba.

“Un potencial sin explorar” para las parroquias

“Nosotros deseamos que las personas que han estado aquí antes que nosotros nos guíen en lugar de bloquearnos”, dijo Juan Pacheco.

Pacheco, quien tiene alrededor de 25 años de edad, creció en Marietta con un padre venezolano y una madre de raíces irlandesas. Este joven seminarista, quien se está preparando para el sacerdocio y estuvo el año pasado en la comunidad de St. Clare Mission en Acworth, salió de la reunión optimista.

“Fue la primera vez como adulto joven que la Iglesia quiso escuchar nuestra voz”, dijo.

El joven dijo que en el seminario está rodeado de hombres alrededor de su misma edad que atraviesan las mismas experiencias. Pero el año que pasó en la misión le mostró qué tan inusual es eso para sus compañeros. Asistiendo a la misa diaria en Acworth, se dio cuenta de que él era la persona más joven entre los presentes por un mínimo de 40 años.

“Es muy reconfortante darme cuenta de que hay otros adultos jóvenes haciendo este recorrido religioso”, dijo, añadiendo que sus compañeros y miembros de la Iglesia han afirmado su vocación. A cambio, Pacheco mira con ansias el servir a los fieles.

“Nos gusta complicar la fe católica. Quiero ser un discípulo misionero que vive las Bienaventuranzas,” dijo.

La Iglesia y los párrocos podrían ser ayudados si vieran el “potencial sin explorar” de los adultos jóvenes y los motivaran a actuar en sus comunidades religiosas, dijo.

Para Karen Burke, una católica de toda la vida de St. Anthony of Padua Church, la noche también fue una señal de aliento.

“Realmente aprecié el número de adultos jóvenes que estaban allí de muchas parroquias diferentes. “Fue genial ver a una multitud de dicha magnitud”, dijo.

Burke, una profesora universitaria en sus 30s, dijo que para su vida religiosa es importante ver a personas de diferentes edades en la misa, pero su compromiso con la Iglesia es más profundo que mirar quién está en las bancas.

“Me encantaría ver a más jóvenes alrededor de mi edad, pero eso no sería necesariamente un elemento que me disuadiría de asistir. Me gusta ver a otras personas de mi generación en la misa, pero apreció que haya gente de todas las edades allí”, dijo.