Georgia Bulletin

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Washington

Inusuales detenciones, redadas despiertan preguntas entre inmigrantes

By RHINA GUIDOS, Catholic News Service | Published febrero 24, 2017  | Available In English

WASHINGTON (CNS)—La gente había estado nerviosa desde hace un tiempo. Se podía sentir la tensión en los vecindarios de inmigrantes en Estados Unidos desde que se enteraron de las primeras redadas de inmigración bajo la nueva administración de Donald Trump a principios de febrero.

Luego las noticias de detenciones inusuales, algunas de mujeres maltratadas y estudiantes que habían estado protegidos por anteriores medidas de migración, dispararon el pánico.

A diversas comunidades, desde irlandeses hasta latinos, les preocupa que las redadas marquen el inicio de lo que el presidente Donald Trump prometió en su campaña para la presidencia: deportar a los aproximadamente 11 millones de inmigrantes sin documentos que viven en el país.

Respondiendo a los temores, la cadena de televisión en español Telemundo presentó un programa especial el 12 de febrero: “Inmigración, Trump y los hispanos”. En el programa se entrevistó a activistas, abogados, niños y otros familiares de personas deportadas, igualmente se presentaron consejos sobre qué hacer si agentes de inmigración del gobierno tocan la puerta. La publicación IrishCentral ha publicado artículos casi a diario sobre redadas en comunidades latinas sembrando la desconfianza y también la preocupación por el estado migratorio de unos 50.000 inmigrantes irlandeses que no tienen autorización para vivir en Estados Unidos.

En una reciente publicación en su portal de internet, la Alianza Nacional para los Asuntos de los Filipinos expresó que de los más de 4 millones de filipinos en Estados Unidos, “1 millón son indocumentados y funcionarios de Las Filipinas en Washington D.C. indicaron recientemente que más de 300.000 pudieran estar a riesgo de deportación a raíz de las medidas anti-inmigrantes de Trump”.

No se sabe si las recientes redadas y detenciones son parte normal del trabajo o son parte de una nueva iniciativa.

Funcionarios del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos, el cual dirige el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas, también conocido como ICE, catalogaron como acciones de rutina las redadas de febrero que dejaron a más de 680 personas detenidas. Pero más tarde, Trump dijo que eran parte de una nueva medida. Aproximadamente 75 por ciento de los arrestados en las redadas cerca de Los Ángeles, Chicago, Atlanta, San Antonio y la ciudad de Nueva York, dijo la agencia, habían sido convictos de crímenes, pero no especificó sobre el otro 25 por ciento.

Esto causó preocupación que las mismas incluyeron a mujeres y estudiantes, quienes previamente habían estado protegidos de la deportación mediante programas tales como Acción Diferida para los Llegados en la Infancia, conocido como DACA, y la Ley sobre Violencia contra las Mujeres, la cual protege a las víctimas de violencia doméstica y abuso sexual.

En una extensa conferencia de prensa el 16 de febrero, después de anunciar a su candidato para ocupar el puesto de ministro de trabajo, Trump dijo que aplicaría “severas medidas a las ciudades santuarios”, y que había empezado “un esfuerzo nacional para la remoción de extranjeros criminales” y que había ordenado que se termine la “política de capturar y liberar”, la cual permitía que los inmigrantes sin documentos capturados por las autoridades queden libres mientras esperan audiencia. También anunció la creación de “una nueva oficina en Seguridad Nacional dedicada a las olvidadas víctimas estadounidenses de la violencia causada por inmigrantes ilegales, de la cual hay muchas”, dijo.

En un intento de responder a una pregunta sobre el futuro de unos 750.000 beneficiarios de DACA que fueron traídos sin permiso legal a Estados Unidos siendo menores, dijo que “DACA es un asunto muy muy difícil para mí” y “tienes estos increíbles muchachos en muchos casos, no en todos los casos, en algunos casos ellos tienen DACA y son pandilleros y son traficantes de drogas, también. Pero tienes algunos chicos absolutamente increíbles”.

Dijo, “encuentro muy muy difícil hacer lo que la ley exactamente dice hacer y la ley es dura”, pero Trump no habló de la manera afrontaría la situación, solo que lo haría con mucho “corazón”.

El anuncio se dio justamente un día después de que los obispos católicos, cuyas diócesis están en la frontera EEUU-México, se reunieron del 13 al 15 de febrero en la diócesis de Brownsville, Texas. Visitaron un centro de detención de inmigración, así como también un centro de la iglesia que ayuda a inmigrantes.

En un comunicado, los obispos de la frontera dijeron que podían sentir el “dolor, el miedo y la angustia” que los migrantes están sintiendo y pidieron que sean tratados con respeto y dignidad “independientemente de su condición migratoria”.

Todo esto surgió durante una semana de incidentes con el mensaje implícito de que nadie está a salvo de la deportación. En Alexandria, Virginia, el pastor de una iglesia denunció el proceder de los agentes de ICE que arrestaron a mediados de febrero a un grupo de hombres desamparados al salir de un refugio administrado por su iglesia donde los hombres acuden para evitar la hipotermia.

En Seattle, un joven de 23 años sin récord criminal y amparado por el programa DACA fue detenido el 10 de febrero. A inicios de febrero en Texas, agentes de ICE arrestaron a una mujer que iba a testificar contra su supuesto abusador en el marco de una audiencia para obtener una orden de protección. La agencia de noticias The Associated Press reportó el 17 de febrero que el presidente estaba considerando usar la Guardia Nacional para arrestar a inmigrantes indocumentados, lo cual rápidamente fue negado por la Casa Blanca.

ICE supuestamente canceló una reunión con el Comité de Congresistas Hispanos cuando los legisladores estaban tratando de despejar sus dudas sobre los incidentes. Mientras tanto, todos los vinculados a los latinos al igual que otros grupos de inmigrantes, están expresando en las redes sociales la ansiedad de sus comunidades. Así se evidenció cuando Trump se refirió a ellos al mencionar a las personas que salieron a las calles en “Un día sin inmigrantes” para protestar contra las medidas de inmigración que el presidente ha propuesto y contra su promesa de construir un muro entre Estados Unidos y México. Los restaurantes y negocios cerraron a nivel nacional y los estudiantes no acudieron a clase, pero Trump dijo que iba a seguir adelante y estaba en el proceso de “empezar a construir el muro prometido en la frontera sur”. Afirmó que sería un “gran muro”, no uno “como ellos tienen ahora, el cual es o bien inexistente o una broma”.

Los obispos católicos que se reunieron en la frontera, sin mencionar a Trump o sus propuestas, dijeron que querían construir “puentes, en vez de muros de exclusión y explotación”.

La hermana Norma Pimentel, de las Misioneras de Jesús, quien es directora ejecutiva de Caridades Católicas del Valle de Río Grande en la diócesis de Brownsville, dijo durante un foro comunitario el 15 de febrero que aquellos que trabajan en la frontera habían empezado a ver algo distinto. En uno de los centros de ayuda a los migrantes solían ver entre 300 a 350 personas cada día buscando refugio y alimentos, después de ser liberados por los funcionarios de inmigración. Ahora ven entre 50 y 75 al día, dijo la hermana.

“Es lamentable que esto ocurra porque estas familias vienen buscando un lugar que sea seguro, donde se sientan protegidos, y desafortunadamente ellos terminan en centros de detención donde se sienten desesperanzados y desconocen lo que va a pasar con ellos”.

La hermana Pimentel, junto con el padre jesuita James Martin, participaron en el foro como parte de la campaña “Construye puentes, no muros”, auspiciada por la organización Faith in Public Life (Fe en la Vida Pública) con sede en Washington. La campaña se realiza del 17 al 24 de febrero e insta a aquellos deseosos de apoyar a los inmigrantes y refugiados a que organicen eventos de oración, llamen a sus políticos locales, acudan a foros comunitarios y eduquen a otros sobre la situación crítica de los migrantes durante el lapso de la campaña.

El padre Martin, quien es escritor y editor en la revista América de los jesuitas, habló de la Sagrada Familia, de cómo ellos también eran refugiados y cómo la biblia de principio a fin llama a los cristianos a ayudar al “extranjero”.

“Jesús nos dice que cómo nosotros cuidemos al inmigrante es una especie de prueba de fuego para ver si podemos ir al cielo y nos dice ‘cuanto hiciste a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hiciste’”, dijo el sacerdote. “Eso incluye al extranjero”.

Es también parte de una ética provida consistente, según el padre Martin. “Si estás ahí para un niño no nacido, quien está en el vientre de una mujer inmigrante, ¿estás tú para (apoyar) la salud y seguridad de ese niño después de que ese niño ha nacido?”