Georgia Bulletin

The Newspaper of the Catholic Archdiocese of Atlanta

¡Desconectémonos para encendernos! 

Published febrero 7, 2022  | Available In English

Recientemente tuve una conversación con un joven sobre los desafíos que tuvo que enfrentar para vivir su fe católica. Confesó que una de sus mayores luchas fue administrar el uso de su teléfono inteligente y el Internet. Dado al fácil acceso a la información a través del Internet y a la capacidad que ofrece para conectarse fácilmente con otros en el ciberespacio, a nosotros, como a este joven, también podría resultarnos más difícil separarnos, desenchufarnos y desconectarnos de nuestros teléfonos actuales, ya que de hacerlo podríamos experimentar soledad. 

Bishop Shlesinger

Bishop Bernard E. Shlesinger III

El Papa Francisco ha dicho que las redes “son una oportunidad para promover el encuentro con los demás, pero también pueden aumentar nuestro autoaislamiento, como redes que pueden atraparnos”. Su preocupación involucra a los jóvenes que pueden vivir la ilusión de que las redes sociales y el Internet pueden satisfacerlos por completo a nivel relacional, mientras se convierten lentamente en “ermitaños sociales” que corren el riesgo de alienarse por completo de la sociedad. El Papa Francisco se da cuenta de que esta situación dramática puede conducir a una grave ruptura en el tejido relacional de la sociedad. 

El cristiano de hoy debe mirar hacia arriba a Dios y no solo hacia abajo a una pantalla. Dios no puede estar contenido en un mundo digital creado por otros y navegado por nosotros mismos. Ríndanse y reconozcan que yo soy Dios (Sal 46) significa abstenerse intencionalmente de ser estimulado a través de los medios digitales. Debemos usar el botón de ‘apagar’ con más frecuencia e intencionalmente. 

Cuando hablamos de ayuno hoy en día, muchos piensan que esto solo se refiere al consumo de alimentos; pero yo pienso en la Escritura, “Llegará el momento en que el esposo les será quitado; entonces tendrán que ayunar” (Lucas 5:35), como refiriéndose a la necesidad de un uso sobrio del Internet. Para encontrar nuestra figura del esposo, la cual es Jesús, debemos abstenernos del uso indiscriminado del teléfono, la televisión, el computador y el Internet, el cual es muchas veces superfluo. 

Debemos recordar que la inspiración es una obra del Espíritu Santo. Una conexión buena y más rápida puede ser el objetivo de las empresas que compiten entre sí por la disponibilidad de Internet de alta velocidad. Sin embargo, la meta de un discípulo no es ir a gran velocidad sino reducir la velocidad intencionalmente y detenerse para conocer mejor a Dios. 

El Padre Hilary Ottensmeyer, OSB, dijo una vez; “Hasta que no estemos convencidos de que la oración es la mejor manera de pasar nuestro tiempo, no encontraremos tiempo para orar”. El Catecismo de la Iglesia Católica menciona que nos enfrentamos a una tentación cuando decidimos conversar con Dios: “Cuando se empieza a orar, se presentan como prioritarios mil trabajos y cuidados que se consideran más urgentes; una vez más, es el momento de la verdad del corazón y de su más profundo deseo. Mientras tanto, nos volvemos al Señor como nuestro único recurso; pero ¿alguien se lo cree verdaderamente? 

Manejar la tecnología de manera prudente, en lugar de ser manejado por ella, puede lograrse simplemente poniendo a Jesús en el calendario, encontrando un rincón de oración y apagando el celular o poniéndolo a cargar en otro lugar. 

Compartí con el joven que nunca me he arrepentido del tiempo que he dedicado a la oración, pero que sí me he arrepentido de aquellas ocasiones en las que pospuse mi tiempo de oración y nunca llegué a hacerlo. Cuando uno elige revisar los correos electrónicos como su primera tarea después de despertarse en la mañana, también puede encontrase trabajando durante todo el día sin haber hecho una pausa para orar. A medida que nos acercamos a la temporada de la Cuaresma, pensemos en cómo podemos ser más intencionales a la hora de orar en lugar de deambular sin rumbo por el ciberespacio. Desconectémonos para encender nuestros corazones a través de la oración.