Georgia Bulletin

The Newspaper of the Catholic Archdiocese of Atlanta

Pensando con la Iglesia

By BISHOP JOEL M. KONZEN, SM | Published abril 7, 2021  | Available In English

Cuando quería que tuviéramos una segunda ración, mi abuelo solía decir, “Tienes dos piernas. Tienes que comer por las dos”. Pero últimamente cuando pienso en dos piernas, no pienso en comer; en cambio, pienso en ser un católico fiel y en cómo eso nos exige superar una división social y política en esta nación.

Por un lado, somos conscientes de las enseñanzas de la Iglesia sobre temas relacionados con la santidad de toda vida y la ley natural que sustenta estas enseñanzas: contra el aborto y la eutanasia, a favor de la planificación familiar natural, contra la elección de nuestro propio género y contra la actividad sexual fuera del matrimonio y a favor de un matrimonio sancionado por la Iglesia como el único matrimonio válido.

Por otro lado, también estamos sujetos a considerar nuestro papel en el pecado que a menudo es más social: la necesidad de construir relaciones pacíficas y rechazar la violencia doméstica y civil, de reusarnos a apoyar la pena capital, de respetar el compromiso de ayudar al sostenimiento de la población de la tierra por medios saludables, de denunciar el racismo en cualquier forma, de buscar formas justas de gobierno y justicia económica y de ser conscientes de nuestra responsabilidad con los pobres y los oprimidos.

Esta dualidad ha estado presente desde hace mucho tiempo. Los terrenos pueden haber cambiado en la comprensión de la Iglesia sobre sus responsabilidades en algunas áreas, y las plataformas de nuestros dos principales partidos políticos en los Estados Unidos, sin duda, han cambiado también. Pero a los católicos se nos ha pedido durante mucho tiempo equilibrar una variedad de preocupaciones al examinar sus conciencias a través de todo el espectro de áreas que requieren que les prestemos atención y nos ciñamos a ellas. Por eso, cuando acudimos al Sacramento de la Reconciliación, debemos evitar tachar la lista de pecados que estamos acostumbrados a confesar y, en cambio, utilizar una lista completa de las áreas que constituyen la fidelidad al mensaje completo del Evangelio de Jesucristo tal como lo mantiene la Iglesia hoy.

La imagen de las dos piernas es apta para la situación. Una sola pierna no puede sostener nuestra conciencia y obligación católicas, necesitamos las dos. Cuando nos encontramos con una enseñanza que es intrínsecamente desafiante o que se opone a nuestras preferencias personales, hacemos bien en aprender más sobre por qué la Iglesia Católica ha expresado dicha explicación y su postura en particular. No es suficiente sacudir la cabeza y caminar con dificultad en la dirección que nos brinda consuelo a pesar de su desviación de la enseñanza oficial contenida en el Catecismo y los documentos que amplían nuestra comprensión de las verdades esenciales.

En un sentido muy real, acoger la totalidad de las enseñanzas de la Iglesia podría llevarnos a un choque entre el ego y el enfoque más humilde de los santos. Si sostengo que la Iglesia “simplemente se equivocó” en su enseñanza tradicional o reciente, estoy permitiendo que mi ego prevalezca y me guíe hacia una zanja en la que quiero evitar caer. El enfoque humilde es aprender más sobre cómo puedo unir mi conciencia al pensamiento de la Iglesia y así disfrutar del sentido de “pensar con la Iglesia”, en latín sentire cum ecclesia, una meta para todos los católicos, incluso si es una tarea para toda la vida.

Resucitar con Cristo en la Pascua es conocer el perdón de Dios y su reconciliación con nosotros, como pecadores, que estamos en un proceso constante de conversión a la plenitud de la enseñanza que hemos recibido a través de Su Hijo Jesucristo. Oremos para que conozcamos el gozo abundante que trae consigo dicha reconciliación y acogida, mientras pedimos al Espíritu Santo que abra nuestros corazones cada vez más a la verdad del Evangelio.