Georgia Bulletin

The Newspaper of the Catholic Archdiocese of Atlanta

No financien a aquellos involucrados en el tráfico de niños abortados

By ARCHBISHOP WILTON D. GREGORY, Commentary | Published septiembre 16, 2015  | Available In English

Cada parte marcó su territorio desde hace mucho tiempo.

Muchos de quienes dicen ser “de libre elección” no toleran ningún desafío a cualquier aborto en cualquier momento durante un embarazo ni rechazan ningún procedimiento de aborto aun siendo muy brutal e indefendible. Son muy consistentes en su postura.

Quienes hemos firmemente y con orgullo llevado la etiqueta de “pro vida” no podemos imaginar cualquier situación que tolere la terminación planeada de un embarazo ya que consideramos que toda vida humana en cada momento desde la concepción hasta la muerte natural, es un precioso regalo. Nosotros también debemos mantenernos consistentes en nuestra posición.

Desde hace mucho tiempo se han establecido los parámetros que distinguen nuestras posiciones. Todos los conocemos, y aun así continuamos rechazando la otra opinión desde la seguridad que nos brinda nuestra propia posición predeterminada.

Las recientes revelaciones de cómo “Planned Parenthood” ha participado en la venta de órganos y tejidos de bebés abortados, ha impactado y escandalizado a mucha gente. Pero en la comunidad pro-vida no estamos tan sorprendidos por esta revelación atroz como otros pueden estarlo, ya que durante mucho tiempo hemos creído que una vez que se racionaliza el quitarle la vida a un niño dentro del vientre, el cómo disponer de los restos se convierte en solo otro detalle. Cuando el Dr. Kermit Gosnell fue sentenciado por acabar brutalmente con la vida de bebés dentro del vientre al mismo tiempo que proporcionaba una atención médica deficiente a las mujeres que buscaban sus servicios, la indignación pública fue de corta duración. Parecemos tener un período corto de atención ante tan horrible comportamiento.

Cuando 26 niños y profesores fueron asesinados en Newtown, Connecticut, muchos pensaron que esta barbarie finalmente nos catapultaría para abordar la creciente violencia causada por las armas, pero similarmente tenemos un periodo corto de atención frente a tales tragedias.

Lo mismo sucede con otros ejemplos de destrucción despiadada de la vida humana. Simplemente pareciera que no tenemos mucha memoria para lograr que finalmente nos obliguemos a tomar medidas efectivas para escapar de tal brutalidad en el futuro.

La gente que grabó las conversaciones que involucraban a los funcionarios de Planned Parenthood describiendo la comercialización de los órganos y tejidos de bebés abortados obviamente entendieron que nuestra capacidad de atención para un comportamiento tan despreciable es transitoria. Por lo tanto han decidido difundir las entrevistas gradual y deliberadamente durante un período de semanas para así continuar exponiéndole a la población americana la terrible situación que ellos han descubierto.

Las organizaciones de libre elección estaban absolutamente indignadas al saber que estos videos se difundirían paulatinamente para mantener la atención del público ante esta atrocidad. Si todos esos videos se hubieran difundido simultáneamente, probablemente ya los habríamos olvidado. Se tomaron otras tácticas de distracción – la comercialización de tejidos abortados con fines lucrativos en muchas ocasiones se le negó cobertura mediática exclusiva como una grave infracción ética. Los medios de comunicación que apoyan la posición de las organizaciones de libre elección fueron cautelosos al proporcionar cobertura y ésta fue limitada.

Sin embargo la difusión paulatina de estos registros alarmantes permitió que el tema no fuera fácilmente descartado y olvidado. Y nuestra insistencia para que tales procedimientos se condenen y que aquellos involucrados en este tipo de comportamiento enfrenten las consecuencias, debe ser mayor. Los fondos gubernamentales a Planned Parenthood ahora deben ser entregados a las clínicas y organizaciones que proveen asistencia médica real a las mujeres que lo necesiten y no enriquecer a quienes están involucrados en el tráfico de niños abortados para obtener ganancias monetarias.

Para quienes somos pro-vida, debemos continuar insistiendo en que toda vida humana sea valorada, defendida y respetada. Flaquear en esa posición aunque sea por un segundo otorgaría terreno a quienes están determinados en hacer que su oposición a la nuestra sea conocida.

Ser pro-vida abarca a todos en cada momento y cada etapa de la vida humana — los bebés en el vientre, los presos, los críticamente enfermos y desahuciados, los inmigrantes indocumentados, los pobres que viven en nuestras calles — todo el mundo.

La lucha por restaurar el respeto de la sociedad por la vida humana no será fácil ni rápida, pero es nuestra responsabilidad como personas de fe el permanecer enfocados y perseverar. A medida que estas historias atroces de la comercialización de bebés abortados sigan apareciendo, el precio final de nuestra inacción recae sobre cada uno de nosotros.