Encontrando renovación en una fe juvenil durante la Semana Santa
Published abril 16, 2014 | Available In English
¡Esta Semana Santa comienza una vez más con nuestros jóvenes! El Papa Juan Pablo II estableció formalmente la tradición de destacar particularmente a la juventud de la Iglesia el Domingo de Ramos. Esa tradición ha perdurado y de hecho se ha fortalecido a través de los años, pero incluso las lecturas antiguas y las canciones más conocidas que dan inicio a esta semana, han colocado a los jóvenes en un papel principal dentro del Domingo de Ramos desde hace ya muchos años. Quizás, los jóvenes conformaron una porción considerable de la multitud que recibió a Jesús en Jerusalén. El Salmo 24 que figura tan notablemente en la liturgia de hoy, menciona a los hijos de los hebreos y el famoso himno del Domingo de Ramos se refiere a ellos en las estrofas de “Gloria, alabanza y honor”: “Gloria, alabanza y honor, gritad hosanna y haced como los niños hebreos al paso del Redentor.”
El sábado pasado celebré nuestra misa y ceremonia de reconocimiento de los Exploradores, centrada en la participación exitosa de nuestros jóvenes en los programas de los Scouts en la Arquidiócesis. Convenientemente, esta celebración fue un preludio apropiado a la Semana Santa y a la nueva vida que todos anticipamos. Estos distinguidos jóvenes rebosaban de alegría al posar para sus fotos con el arzobispo, incluso un par de ellos, se tomaron fotos individuales conmigo.
La Semana Santa es la cúspide del año cristiano. La celebración de la pasión, la muerte y la resurrección de Cristo constituyen el corazón de nuestra fe. Durante la Vigilia Pascual, damos la bienvenida en nuestra Iglesia a nuestros más recientes hermanos y hermanas, y todos nos renovamos a través de esas acciones. La Iglesia recupera su juventud durante esta semana, por lo tanto es apropiado que nuestros jóvenes desempeñen un papel tan importante a medida que comenzamos esta maravillosa transformación espiritual.
La plaza de la Catedral vibraba con los pequeños fascinados con el burro que encabezaba la procesión del Domingo de Ramos alrededor de la Catedral. La mayoría de ellos eran demasiado jóvenes para ver o entender el burro como un símbolo moderno de aquel que Cristo montó entrando a Jerusalén. Los niños permanecieron con los ojos completamente abiertos, asombrados ante la presencia de un burro de verdad en la Catedral. Estaban más interesados en acariciar al burro que en recordar al Señor, quien montó uno similar entrando a Jerusalén, donde sufriría, moriría y resucitaría por todos nosotros, incluyéndolos a ellos.
El Misterio que celebramos en esta temporada no es una fantasía ni un sueño infantil. Esta semana nos maravillaremos ante el hecho de que Jesucristo dio su vida voluntariamente por nosotros que somos tan pecadores. Nos pondremos de pie en señal de admiración ante la aceptación humilde y mansa de Jesús de morir como un criminal. Nos dirigiremos una vez más a la tumba con nuestros corazones pesados, pero llenos de esperanza mientras esperamos Su Resurrección. Y el Domingo de Pascua, durante la completa realización del amor del Padre por Su Hijo y por todos nosotros, seremos hombres nuevos, jóvenes de corazón. Los niños pueden comenzar esta semana, pero al final de ella, todos estamos llamados a restaurar la juventud y la energía de nuestra fe.
Nuestros hermanos judíos comenzaron su fiesta pascual el lunes al atardecer, recordando el pacto que Dios estableció con ellos. Ellos también traen a sus hijos al corazón de sus rituales religiosos con la esperanza de recordarles su patrimonio religioso y cultural.
Que todos los judíos y cristianos que hacemos una pausa esta semana para alabar y honrar a Dios una vez más, encontremos esperanza en las promesas que Dios hace y siempre cumple a cada generación; y que esta Pascua y este Triduo estén llenos de bendiciones para todos ustedes, para sus hijos y para sus seres queridos.