Georgia Bulletin

The Newspaper of the Catholic Archdiocese of Atlanta

Lo Que He Visto Y He Oído (19 Junio 2008)

Published junio 19, 2008  | Available In English

Algunos de ustedes se preguntarán: ¿“De qué hablan los obispos cuando se juntan”? ¡Hablamos de ustedes!

Todo obispo digno de su mitra piensa en su pueblo, y se preocupa y reza por ellos. Cuando estamos juntos, hablamos de la gente que ocupa la mayor parte de nuestros corazones. Los obispos se sienten privilegiados de servir a su pueblo y les gusta compartir el orgullo y las esperanzas que tienen en él. Al igual que los padres orgullosos, nunca nos falta algo para comentar sobre el pueblo que guiamos como pastores. Hablamos de los desafíos que afrontamos, como así también de los triunfos que podemos haber logrado. Y aprendemos de los otros obispos cosas que pueden funcionar en nuestras diócesis y otras cosas que jamás marcharían. En resumen, comparamos nuestras notas pastorales.

Una gran cantidad de las actividades pastorales que ocupan el calendario de un Obispo son muy similares—confirmaciones, ordenaciones, jubileos, reuniones de personal, nombramientos de sacerdotes, y actividades con los niños, entre otras cosas. Sin embargo, las diferencias regionales e individuales entre diócesis a veces también proporcionan una variedad de cosas para compartir.

La Iglesia en el sur de los Estados Unidos está creciendo—rápidamente y muy felizmente. Aunque algunos de los obispos en el Sur tuvieron que hacer frente a la tremenda devastación producida por Katrina y Rita en nuestra región y cerraron con tablones las parroquias o agruparon algunas parroquias e instituciones, la mayoría de los obispos del Sur está lidiando con congregaciones que crecen y con poblaciones florecientes.

Por el contrario, muchas de las diócesis en el Norte, en la zona de la Nueva Inglaterra y en la zona del medio-oeste se están re-configurando o reduciendo el tamaño de las instituciones y parroquias. ¿Por qué hay que hacer esto? La gente se ha mudado, ha cambiado sus prácticas religiosas, y hay menos sacerdotes para atender las parroquias. Estos procesos de reorganización nunca son fáciles. Innumerables ejemplos demuestran que se han creado sentimientos de amargura y enfado con la iglesia, el obispo, y con los cambios generales que la sociedad ha impuesto en las comunidades. Estos conflictos han recibido amplia atención en los medios de comunicación, y han creado confusión y gran malestar entre los católicos debido a los cambios sufridos en una apreciada parroquia o escuela. En la mayoría de los casos, todas las razones mencionadas han actuado simultáneamente para motivar estos cambios.

En el Sur nuestros desafíos están más enfocados a planificar nuestro crecimiento y desarrollo. Tenemos que cerciorarnos de que las nuevas parroquias, escuelas e instituciones estén ubicadas en los mejores lugares posibles para que asistan y estén disponibles al mayor número de feligreses. Es más regocijante lidiar con el problema del crecimiento que con la pérdida o el desplazamiento de poblaciones que deben reducirse de tamaño.

Yo presto atención a las experiencias de los otros obispos y comparto los conocimientos aprendidos aquí en la Arquidiócesis de Atlanta. Al final de estos encuentros, regreso a casa sabiendo un poquito más sobre la Iglesia católica en los Estados Unidos, y agradezco de que los temas que nosotros afrontamos son menos problemáticos que los de muchos otros obispos.