Georgia Bulletin

The Newspaper of the Catholic Archdiocese of Atlanta

Lo Que He Visto Y He Oído (13 de Deciembre 2007)

Published diciembre 13, 2007  | Available In English

El lunes pasado me alegré mucho al ver a nuestros sacerdotes tan contentos en la casa de retiros Lyke House en el día de reflexión durante el Adviento. Era la primera vez que estaba con ellos en grupo desde mi cirugía, y cuando entré a la capilla y vi al grupo escuchando al director del retiro, me emocioné al estar con ellos nuevamente. Me sentí orgulloso de que muchos habían encontrado tiempo en sus agendas para hacer una pausa durante la época de adviento y reflexionar sobre el significado espiritual que esta época del año tiene para todos nosotros.

Al igual que ustedes, en esta época nuestros sacerdotes tienen una larga lista de cosas que deben hacer durante estas breves semanas de Adviento. Sin embargo, ninguna de las cosas que debemos hacer es tan importante como el preparar nuestros corazones para recibir al Salvador. Las compras, las comida, las tarjetas y decoraciones, la limpieza y las preparaciones son importantes para cada familia y en cada hogar, pero ninguna de estas responsabilidades traspasa la necesidad de comprender que el Señor está viniendo a un mundo que necesita su presencia y necesita la esperanza hoy más que nunca en la historia.

En Atlanta, el Adviento ofrece muchas posibilidades para celebrar el sacramento de la Reconciliación. Parroquias en el norte de Georgia están ofreciendo diferentes oportunidades para recibir el sacramento de la Penitencia para comenzar el período navideño con un corazón nuevo. Se ofrecen varios servicios de reconciliación en los cuales muchos sacerdotes se reúnen para escuchar las confesiones de la gente. En estos servicios se nos invita a recordar que la preparación más importante que necesitamos realizar es la preparación del corazón humano.

La Confesión—como dice el dicho—es buena para el alma y aún mejor para el corazón. Todos sabemos que en nuestras vidas hay cosas por las que nos sentimos arrepentidos, cosas que deseamos que nunca hayan ocurrido y que ansiamos corregirlas. El Sacramento de la Reconciliación es el ministerio de la Iglesia para la renovación del ser humano. Este sacramento viene del Señor y continúa su misión de curar y perdonar en su nombre y a través de su autoridad. Nosotros los sacerdotes somos los siervos privilegiados que ofrecen esta gracia a toda la Iglesia.

Mientras los sacerdotes participaban en el día de reflexión durante el Adviento, yo rezaba para que cada uno de ellos comprendiese que todos necesitamos la misericordia y el perdón del Señor en nuestras propias vidas. En realidad, darnos cuenta de que nosotros, sacerdotes, también somos pecadores es la mejor manera de preparar nuestros corazones para el ministerio compasivo de ser confesores de nuestros hermanos y hermanas.

Si nosotros, como sacerdotes, advertimos la flaqueza y la fragilidad de nuestros propios corazones, entonces tenemos la disposición adecuada necesaria para ser ministros dignos de la misericordia del Señor. Desde hace mucho tiempo tengo la convicción de que la renovación del sacramento de la Reconciliación al final sólo se logrará cuando nosotros los sacerdotes volvamos a descubrir y renovar la gracia del sacramento en nuestras propias vidas.

Durante estos últimos días de Adviento, encuentren un tiempito en sus ocupadas agendas para recibir el sacramento de la Penitencia. Esto les permitirá recibir al Dios de la Paz con una perspectiva importante— a la cual Juan el Bautista, la voz del Adviento, llama a la Iglesia en esta época del año: “Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas”.