Georgia Bulletin

The Newspaper of the Catholic Archdiocese of Atlanta

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Ministerio en cárcel de mujeres en Alto resulta en cinco confirmaciones

By NICHOLE GOLDEN, Staff writer | Published junio 1, 2017  | Available In English

ALTO—Cinco reclusas de la Prisión Estatal Arrendale para mujeres en el área rural del Condado de Habersham fueron confirmadas en la Iglesia Católica el 2 de mayo, recibiendo el sacramento en la prisión.

Transitional deacon Brian McNavish joins hands with an inmate during the praying of the Our Father. Photo By Michael Alexander

El Arzobispo Wilton D. Gregory celebró la misa al atardecer del martes con 22 reclusas y voluntarios del Ministerio Penitenciario de St. Joseph Cafasso y el Diácono Richard Tolcher, director del Ministerio Arquidiocesano de Cárceles y Prisiones.

Previamente el arzobispo se había reunido con la Directora Kathleen Kennedy y la Capellán Susan Bishop.

Paul Caruso, un feligrés de la Iglesia de St. Thomas Aquinas en Alpharetta, fundó el ministerio sin fines de lucro de St. Joseph Cafasso. Él y el Diácono Bernie Casey visitan Arrendale con un equipo de voluntarios. Los martes, durante un período de dos horas, estos voluntarios dan clases de iniciación cristiana, lideran un grupo de oración y proporcionan un servicio de Comunión. Cuando están disponibles, los sacerdotes vienen a escuchar confesiones y a celebrar la misa en un aula construida con bloques de concreto.

A medida que el grupo esperaba que las reclusas llegaran de sus dormitorios, varias mujeres ayudaban al Diácono Casey y al arzobispo a preparar el altar. Algunos de los presentes conversaban entre ellos mientras que otros se sentaban tranquilamente con camándulas en sus manos.

Caruso hizo su recordatorio habitual a las mujeres sobre la conducta apropiada para la misa.

“Nadie habla. Así es cómo nos crio nuestra madre. Eso se llama respeto”, dijo Caruso. “Esta es la casa de Dios”.

“Es un privilegio para mí poder celebrar esta ocasión con ustedes”, dijo el Arzobispo Gregory a las mujeres reunidas. “Me alegro ver que nos estamos quedando sin sillas”.
Acabando de llegar de Roma, Italia, el arzobispo compartió detalles de su visita a la Basílica de San Juan Lateran y su asistencia a misa en la Basílica de San Pedro.

El Arzobispo Gregory dijo que aunque los vidrios y las piedras de las basílicas pueden inspirarnos, no hay ninguna diferencia entre celebrar la misa en Roma y celebrarla en la cárcel.

“Porque la Iglesia está aquí, ella nunca es una edificación”. “Porque las personas son la Iglesia en la forma más importante y profunda”. Ya sea dentro o fuera de las paredes de la prisión, lo importante es cómo se unen las personas, comentó.
“La Iglesia tiene lugar porque estamos reunidos en la fe”. “Es la misma Iglesia, porque es el mismo Cristo. Es Él quien la hace santa”, añadió.

Es el Señor el que hace que seamos la Iglesia, independientemente de nuestra procedencia o crianza, enfatizó.

“Lo alabamos por su amor y fidelidad”, dijo.

Oracion de San Miguel Arcángel

El arzobispo llamó al frente primero a Cameron Phillips Hunter. Cameron recibió tres sacramentos de iniciación: el bautismo, la confirmación y la Eucaristía.

“¿Rechazas a Satanás y todas sus obras y promesas vacías? “, preguntó el arzobispo a Hunter antes del bautismo. Ella contestó que sí.

(Clockwise, from near end of the table) Deacon Richard Tolcher speaks during an informal gathering in the Arrendale State Prison conference room as Warden Kathleen Kennedy, Archbishop Wilton D. Gregory, prison ministry volunteers Dolly Fairclough of St. Thomas Aquinas Church, Alpharetta, transitional deacon Brian McNavish, Lisa Corcoran, chaplain Susan Bishop and Deacon Bernard Casey of St. Thomas Aquinas Church sit around the table. Seated in the background against the wall are the chaplain’s secretary Randall Frye, left, and deputy warden of care and treatment, Myra Orsborn. Anthony Dewberry, deputy warden of security, and St. Thomas Aquinas’ Paul Caruso, not pictured, were also present. Photo By Michael Alexander

La pila bautismal era un recipiente de acero inoxidable sobre una base envuelta en un paño blanco. Hunter inclinó su cabeza sobre el recipiente para recibir el sacramento a medida que el arzobispo vertía una pequeña cantidad de agua desde arriba.

La mujer recién bautizada resplandeció al tiempo que sus compañeras aplaudieron.

Amy Ruiz y otras tres reclusas recibieron el sacramento de la confirmación, o ambos el de la confirmación y el de la Eucaristía. Las otras tres mujeres no pueden ser identificadas debido a las condiciones de su sentencia. Ellas eligieron los nombres de confirmación de Mary, Genevieve y Catherine Rose.

Mary, una nativa de Florida, escogió el nombre porque es el de su madre. Su padre murió desde su ingreso a la prisión.

El arzobispo presentó un nuevo testamento del tamaño de un libro de bolsillo a cada una de las confirmadas y una oración de San Miguel Arcángel a todas las reclusas presentes, y reconoció a los voluntarios y las reclusas que ayudaron a preparar a las mujeres para los sacramentos, sirviendo como padrinos o madrinas.

“Les agradezco desde el fondo de mi corazón”, dijo.

Ruiz, nacida en México y madre de cuatro hijos, lleva 11 meses de una condena de 12 años de prisión por homicidio involuntario y cargos relacionados.

Durante la misa, Ruiz estuvo encargada de las lecturas. Ella eligió el nombre de confirmación de Guadalupe.

“Nací el 12 de diciembre”, explicó. “Mi padre siempre me dijo, que yo era su Guadalupe”.

Ruiz, cuyos hijos están siendo criados por su esposo, recibe cartas pero pocas visitas.

“Es realmente difícil”, expresó.

Asistir a misa semanalmente en la prisión le ayuda a ser fuerte.

“Quiero ser un ejemplo para mis hijos”, dijo refiriéndose a su fe. “Mi padre siempre fue un ejemplo para mí”.

Una reclusa, criada como bautista, escogió el nombre de Genevieve después de enterarse de los actos de caridad de los santos. Ella comenzó a explorar la fe católica en prisión y mencionó que una buena amiga de su madre era católica.

“Me encanta rezar el rosario”, dijo.

Genevieve, quien saldrá de Arrendale en 2019, dijo estar preocupada por un ser querido con cáncer. Ella está agradecida por las oraciones y el apoyo de los voluntarios y del Padre Thad Rudd, un sacerdote que visita la prisión con frecuencia y escuchó su primera confesión.

Genevieve asiste a todas las misas y encuentra motivación en la fe católica.

“Me encanta; me da mucha paz”, dijo, añadiendo, “Me ayuda a sobrellevar cada semana”.

El ejemplo de un cardenal

Después de la misa, el Arzobispo Gregory y el Diácono Tolcher se reunieron con una reclusa que no puede asistir a las liturgias porque está segregada de la población carcelaria general. Esta mujer recibió la Eucaristía por primera vez en muchos años.

“Es probablemente lo más poderoso que he visto en mucho tiempo”, dijo el Diácono Tolcher.

La directora y la capellán proporcionaron una visión general de los programas de formación vocacional de Arrendale al arzobispo. En su máxima capacidad, la prisión puede albergar hasta 1.476 reclusas, entre jóvenes y adultas condenadas por delitos graves.

Dentro de las oportunidades académicas ofrecidas se encuentran programas de GED (el equivalente al diploma de bachillerato) y alfabetización. La capacitación vocacional oscila entre mecánica automotriz hasta carpintería y soldadura. La Directora Kennedy dijo que los programas están diseñados para evitar que las mujeres regresen a prisión.

El Departamento de Agricultura de Georgia trabaja con el Departamento Correccional para ofrecer un programa de rescate equino en Arrendale. Las participantes aprenden a asistir a veterinarios y cuidan caballos.

A su vez, el Arzobispo Gregory compartió cómo él comenzó a visitar cárceles cuando era un seminarista y después como sacerdote ayudando al Cardenal Joseph Bernardin de la Arquidiócesis de Chicago.

“Solía llevarlo al Condado de Cook”, recordó el arzobispo.

La Cárcel del Condado de Cook en Chicago ocupa ocho cuadras de la ciudad y por lo general tiene una población diaria de 9.000 reclusos en espera de juicio. Esa resultaría ser una experiencia pastoral invaluable para el Arzobispo Gregory, quien visita a aquellos condenados a muerte en la Prisión de Georgia Diagnostic and Classification en Jackson cuando le es posible.

El arzobispo se reunió con un hombre antes de su ejecución, cuya única petición fue que el arzobispo enviara una carta a sus hijas con quienes tenía una relación distante. El Arzobispo Gregory escuchó la última confesión del preso católico Josh Bishop antes de su ejecución en 2016, y después de esta le dijo al Diácono Tolcher, “es por eso que me convertí en un sacerdote”.

El clero es necesario en el ministerio penitenciario

Durante la reunión con el personal y los voluntarios del ministerio penitenciario, el Arzobispo Gregory dijo que su interacción con otros, incluyendo a aquellas personas que están presas, es muy importante.

“Tengo responsabilidades administrativas que tengo que cumplir, pero eso no es lo que estimula mi corazón”, dijo, expresando su deleite ante el hecho de que Caruso y el Diácono Casey hayan hecho una prioridad de su trabajo en Arrendale.

“Este ha sido un equipo muy fiel”, dijo Bishop, la capellán de la prisión, refiriéndose a los voluntarios católicos. “Sin importar la lluvia, el hielo o la nieve, siempre se puede contar ellos”.

El Reverendo Mr. Brian McNavish, un diácono transitorio que sirve en la Iglesia de St. Thomas Aquinas, ha sido reclutado por Caruso para ayudar en el ministerio. El diácono transitorio será ordenado como sacerdote para la arquidiócesis en 2018.

Caruso espera que los seminaristas exploren y consideren el ministerio penitenciario, particularmente después de recibir sus asignaciones parroquiales.

“Quiero que miren el área en la que está ubicada su parroquia y vean si hay una cárcel o prisión cercana, y que la recuerden y visiten”, dijo. El Reverendo Mr. McNavish ha encontrado que visitar la prisión, es una experiencia “muy poderosa”. El diácono transitorio está interesado en ayudar a aquellos en cárceles y hospitales, y a todos aquellos que sufren.

“Eso fue lo que me atrajo a esta vocación “, dijo, añadiendo que se trata de una “invitación constante” a acercase a las personas.

“Eso es lo que me mantuvo en el seminario”.