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Servirle a gente, no a ideología, dice el papa a cubanos durante Misa en La Habana

By CINDY WOODEN, Catholic News Service | Published septiembre 21, 2015  | Available In English

LA HABANA (CNS) — Mientras los cubanos finalmente enfrentan probabilidades de relaciones más calmadas y mayor facilidad de comunicación y comercio con Estados Unidos, el papa Francisco le dijo a la gente que el amor y el servicio, no la ideología de nadie, son las claves para su felicidad.
“No le servimos a las ideas, le servimos la gente”, dijo el papa ante a cientos de miles de personas reunidas en a Plaza de la Revolución de La Habana para Misa el 20 de septiembre.
La plaza ha sido durante décadas el lugar de las mayores concentraciones comunistas y la domina una inmensa imagen de Ernesto “Che” Guevara, marxista argentino que se convirtió en un líder de la Revolución Cubana durante la década de 1950.
La imagen de Che fue prominente durante la Misa del papa, pero también lo fue un banderín proclamando al papa Francisco “misionero de la misericordia” y una imagen aun más grande del Jesús misericordioso.
Después de décadas de comunismo, la asistencia a Misa es baja; hasta el Vaticano informa que solamente el 60 por ciento de la población es bautizada católica. Pero como señal de la esperanza del papa de que la iglesia crezca en Cuba, él concedió una excepción a su práctica normal de darle la Comunión solamente a los que sirven en el altar y a otros ministros durante sus Misas públicas. Cinco niños cubanos recibieron del papa su Primera Comunión durante la Misa.
El papa enfocó su homilía en el aspecto del ministerio de Jesús que él intenta imitar: primero identificar el bien en una persona, luego ayudarle o retarla a edificar sobre ese buen instinto o comportamiento.
Usando las lecturas normales para Misas dominicales, la homilía del papa fue una reflexión sobre el pasaje de san Marcos en el cual los discípulos argumentan quién entre ellos es el mejor y Jesús les pregunta qué estaban discutiendo.
“Nosotros también podemos quedar atrapados en estos argumentos: ¿quién es el más importante?”, dijo el papa.
“Recuerdo que más de una vez, durante reuniones familiares, le preguntaban a los niños ‘¿a quién amas más, a papi o a mami?'”, él dijo. “Es como preguntarles ‘¿quién es más importante para ti?'”.
En las vidas de los individuos y las naciones, él dijo, la pregunta de quién es más importante puede cobrar importancia histórica porque esta motiva acciones y decisiones. “La historia de la humanidad ha sido marcada por la contestación que le demos a esta pregunta”, él dijo.
“Jesús no le teme a las preguntas de la gente; él no le teme a nuestra humanidad ni a las distintas cosas que buscamos”, dijo el papa Francisco ante la multitud que había llenado la plaza antes que saliera el sol. “Él conoce ´las vueltas y los giros´ del corazón humano y, como un buen maestro, él siempre está presto a animarnos y apoyarnos”.
Jesús toma “nuestra búsqueda, nuestras aspiraciones, y nos da un nuevo horizonte” y reta a la gente, él dijo. Jesús pone a un lado las “contestaciones correctas” y las remplaza con el estándar del amor como la medida de todo.
“El amor, él dijo, se vive en un compromiso concreto con atender a los demás, especialmente a los más vulnerables. Este no ve la superioridad ni los mejores empleos con los mejores beneficios y no se trata solamente de ayudar a “mi gente” o a “nuestra gente”, él dijo. Tal actitud siempre lleva a juzgar y excluir a algunas personas como foráneos.
“Ser cristiano conlleva promover la dignidad de nuestros hermanos y hermanas, luchar por ello, vivir para ello”, él dijo.
El papa Francisco dijo que sabe que el pueblo cubano y la Iglesia Católica de Cuba han sufrido. No obstante, él dijo, ellos todavía saben celebrar, alabar a Dios y servirle a los demás.
La grandeza de un pueblo y una nación, él dijo, es cómo este trata a sus vulnerables.
El cardenal Jaime Ortega Alamino de la Habana se dirigió al papa al final de la Misa “a nombre del pueblo cubano–de los católicos y muchos otros creyentes, así como de los no creyentes. Gracias por venir a visitar nuestra tierra, nuestra amada Cuba; gracias por sembrar con su pontificado preguntas buenas y necesarias en nuestras consciencias, que han estado dormidas o acostumbradas a la mediocridad”.
Él agradeció particularmente al papa “por promover el proceso de renovación de relaciones entre Cuba y Estados Unidos, lo cual traerá tal beneficio a nuestro pueblo”.
as relaciones normales, amistosas y cooperativas, dijo el cardenal, no deberían llegar solamente a los más altos niveles políticos en ambos países, sino también promover la reconciliación entre la gente en Cuba y los cubanos que emigraron.
“Solamente el amor y el perdón entre nosotros será un medio válido para una renovación verdadera y pacífica de nuestra nación cubana”, dijo el cardenal.