CNS photo/Lola Gomez

¡Cristo ha resucitado! ¡en verdad ha resucitado! ¡Aleluya!  

Los saludo a todos este día con estas palabras que los cristianos han intercambiado desde los primeros tiempos al encontrarse unos con otros el día de Pascua. Este saludo ha sido siempre uno de gran alegría. La Pascua es el tiempo en el que renovamos nuestra peregrinación a lo largo del año. Hemos llegado a la mayor celebración del calendario cristiano, después de la intensidad de la preparación de la Cuaresma.

Nuestro compromiso con la oración, la penitencia y el ayuno durante esta temporada ha tenido como objetivo nuestra propia reorientación desde el egoísmo y el interés propio hacia una vida vivida con Dios. Con una experiencia así, se nos es posible saludar a nuestros hermanos y hermanas con un corazón alegre y decirles, «¡Cristo ha resucitado!», porque el poder de Jesús, resucitado de entre los muertos, se ha manifestado en nuestro ser. Nos sentimos como si hubiéramos nacido nuevamente y nuestro gozo será el testimonio para los demás de que algo ha cambiado en nuestro interior y de que vivimos con una vida nueva.

Que nuestra celebración de la Resurrección de Jesús nos transforme y nos renueve, y que experimentemos la paz y la alegría de Cristo resucitado en nuestros corazones y en nuestros hogares a lo largo de este tiempo pascual y en los días venideros.  

Sinceramente su hermano, Reverendísimo Gregory J. Hartmayer, OFM Conv., Arzobispo de Atlanta