Georgia Bulletin

El periódico de la Arquidiócesis Católica de Atlanta

Vocación: Un llamado divino

By OBISPO JOHN N. TRAN | Published junio 12, 2025  | Available In English

El sábado 31 de mayo, en la iglesia de San Pedro Chanel en Roswell, el Arzobispo Gregory John Hartmayer ordenó como diáconos transitorios a nuestros seminaristas Eric Baylot, Jacob Butz, Juno Lee y Sean Lee.  

Antes de la misa de ordenación, tuve la oportunidad de felicitarlos y agradecerles su generosa respuesta al llamado de Dios a una vida de servicio en la Iglesia. Estos seminaristas no solo dieron un paso más hacia la ordenación sacerdotal, sino que, como diáconos, ahora participan y están configurados a Cristo Siervo. Todo lo que hagan de ahora en adelante, incluyendo el sacerdocio, debe estar imbuido del espíritu de diaconía. No están llamados a ser los señores del pueblo de Dios, sino a servirlo con gran humildad y amor, tanto a tiempo como a destiempo.

Esta ocasión es también un momento oportuno para que cada uno de nosotros reflexione sobre el llamado de Dios. Para nosotros, como católicos, nuestra vocación no es una carrera o profesión, sino un llamado divino. Dios llama a cada uno a vivir un estado de vida particular para el bien de la Iglesia, del mundo y de nuestra salvación. Ya sea a través del matrimonio, la vida religiosa, la soltería o el sacerdocio, toda vocación está arraigada en nuestra relación con Dios y en un llamado universal a la santidad.

Pero ¿cómo saber qué nos pide Dios? ¿Cómo discernir su llamado en un mundo agitado con tantas distracciones, cambios constantes, voces que compiten en las redes sociales y la presión de los demás?

The four seminarians ordained to the transitional diaconate May 31 prostrate themselves before the altar at St. Peter Chanel Church. Photo by Julianna Leopold

Para encontrar claridad en nuestro discernimiento, lo siguiente puede ser un buen punto de partida: Tener una vida de oración, una conversación diaria con Dios para escuchar su suave susurro y reflexionar sobre su Palabra; pedir al Espíritu Santo que nos guíe; participar en la Eucaristía los domingos, días de precepto y entre semana cuando sea posible; esforzarnos por vivir en gracia celebrando el sacramento de reconciliación con regularidad; leer las vidas de los santos; estudiar las enseñanzas y tradiciones de la Iglesia; rodearnos de quienes comparten nuestra fe y nuestros valores; conectarnos con nosotros mismos, nuestros dones, limitaciones y motivaciones; tener un director espiritual o mentor que guíe nuestro discernimiento; vivir una vida de servicio participando en las actividades de nuestra parroquia y en obras de misericordia.

Mientras damos gracias a Dios por nuestros diáconos recién ordenados y seguimos orando por ellos, pidamos para que también seamos conscientes del llamado de Dios. Nuestro llamado y tiempo pueden variar, pero todos debemos convertirnos en quienes Dios quiere que seamos y alcanzar la santidad. 

Al responder al llamado de Dios, descubrimos nuestro verdadero propósito y felicidad, no solo en esta vida, sino también en la próxima; porque la vocación no se trata de lo que hacemos, sino cumplir el propósito para el que Dios nos creó.