Georgia Bulletin

The Newspaper of the Catholic Archdiocese of Atlanta

La invitación de la Cuaresma 

Published febrero 20, 2025  | Available In English

Mientras escribo estas palabras, faltan menos de tres semanas para el Miércoles de Ceniza, el cual marca el inicio de la Cuaresma. Cada Cuaresma se nos recuerda que, para los católicos, el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo son días obligatorios de ayuno y abstinencia.  

Bishop John N. Tran

Para los miembros de la Iglesia Católica Latina, las normas sobre el ayuno son obligatorias desde los 18 años hasta los 59. Cuando se ayuna, se permite a una persona comer una comida grande, y dos más pequeñas que juntas no equivalgan a una comida completa. Las normas referentes a la abstinencia de carne son vinculantes para los miembros de la Iglesia Católica Latina a partir de los 14 años. Adicionalmente, los viernes durante la Cuaresma son días obligatorios de abstinencia. 

Durante este período se nos invita a practicar las disciplinas tradicionales de la Cuaresma: oración, ayuno y limosna. 

Oración: Dedicar más tiempo a la oración, especialmente por la mañana y por la noche. La tarde es un buen momento para realizar un examen, como no lo enseña San Ignacio de Loyola. Una práctica de oración que invita a dar gracias a Dios por todo lo que tenemos y a evaluar nuestro día, pidiendo al Espíritu Santo que nos muestre en qué hemos complacido a Dios y en qué hemos fallado. Luego, debemos concluir pidiendo la gracia de hacerlo mejor al día siguiente. Sea cual sea la forma en que oremos, lo importante es entrar en una relación más profunda con el Señor. 

Ayuno: Nuevamente, esta disciplina no es siempre sobre renunciar a los dulces. El ayuno nos invita a un estado de abnegación y sacrificio para unirnos más a Jesús. Tal vez necesitemos ayunar de palabras o hábitos desagradables, o renunciar a algo que sea un obstáculo para nuestra santidad. La idea es que el ayuno nos da tiempo para centrar nuestra atención en nuestro Creador, para disminuir lo que comemos con el fin de tener un hambre mayor de Dios.  

Limosna: La caridad es el corazón de la Cuaresma porque Jesús se entregó completamente por nuestra salvación. Durante este tiempo, ¿cómo podemos darnos a nosotros mismos para el bien de los demás? No solo monetariamente sino también a través de los dones del tiempo y el talento. A menudo pienso en los ancianos y en quienes están solos, aquellas personas que necesitan que alguien pase tiempo con ellas y les haga saber que son amadas. Esta Cuaresma, tal vez podamos pensar en cómo compartir mejor nuestros dones con quienes más los necesitan.  

Cuando nos esforcemos por “practicar” las disciplinas de la Cuaresma, espero que no olvidemos que esta temporada también nos invita a reducir la velocidad y a contemplar la quietud. En un mundo de noticias que no paran y ruido incesante, la Iglesia nos da este regalo, este tiempo sagrado para detenernos y escuchar el susurro de Dios. Estos 40 días penitenciales nos permiten parar, incluso en medio de este mundo ajetreado, y recordar lo que es de suma importancia: nuestra relación con Jesucristo. 

Como siempre digo, no importa si comemos dulces o bebemos refrescos; lo importante es prestar atención al asunto en cuestión: ¿Estamos viviendo nuestras promesas bautismales? ¿Nos estamos convirtiendo en las personas que Dios quiere que seamos, las persona que necesitamos ser para él?