Georgia Bulletin

The Newspaper of the Catholic Archdiocese of Atlanta

Año Jubilar Peregrinos de la esperanza

By OBISPO BERNARD E. SHLESINGER III  | Published enero 24, 2025  | Available In English

Dos días después de abrir la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro para inaugurar el Año Santo 2025, el Papa Francisco abrió una segunda Puerta Santa en la Prisión del Nuevo Complejo Rebibbia en Roma y ofreció una misa por los prisioneros. En su mensaje, el Santa Padre compartió con los reclusos que hay una esperanza que nunca defrauda a quien está encerrado o prisionero. Esta esperanza está arraigada en la persona de Jesús que trae vida donde hay muerte, libertad interior donde se experimenta encierro y paz donde hay ansiedad en cuanto al futuro.
Los Hechos de los Apóstoles nos recuerdan que San Pablo fue encarcelado muchas veces. San Pedro también fue encarcelado al menos tres veces y liberado dos de esas por un ángel. Este primer Vicario de Cristo tuvo que aprender a cautivar a hombres y mujeres siendo guiado por la mano de otro. Con su esperanza firme, no permitió que su debilidad humana se apoderará de él. Con su esperanza puesta en Cristo, fue capaz de dejarse vestir por otro y conducir a un lugar que no quería. Como sucesor de San Pedro, a pesar de estar a veces confinado a una silla de ruedas, el Papa Francisco predica este ejemplo de esperanza. 

Bishop Bernard E. Shlesinger III

Bishop Bernard E. Shlesinger III

Cuando me siento preso por mi impotencia e incapacidad para resolver asuntos que requieren mi atención, a veces pienso que la ayuda económica o la disponibilidad de recursos es lo más esencial para resolver los problemas. Al pensar así, descubro que mi esperanza se desvía de Cristo y mi oración se ve afectada. Ese no era el caso de la Iglesia primitiva. El dinero y los recursos no eran la preocupación en esos tiempos. Los discípulos de Jesús fueron enviados a predicar sin dinero ni recursos. Pasaron por pueblos donde a veces no eran bienvenidos y experimentaron el rechazo. Simplemente debían predicar sobre la cercanía del Reino de Dios y regocijarse de que sus nombres estuvieran escritos en el cielo en lugar de estar sujetos por los demonios. Debían guiarse por la esperanza y no solo por la razón.  

En el Año Jubilar no se nos invita a mirar atrás y a llevar adelante un continuo arrepentimiento por nuestra peregrinación. Cuando hacemos un viaje a un lugar físico como Roma, nos concentramos en cómo llegaremos allí y en lo que nos espera al alcanzar nuestro destino. Quizás llevemos un libro o una guía para viajeros. Como, en este caso, nuestro viaje de peregrinación es un asunto del corazón y no sólo de la cabeza, podríamos tomar uno de los Evangelios y meditar sobre la Palabra de Dios todos los días o sobre las lecturas diarias del misal como nuestra guía para el recorrido; o tomar a María como nuestra guía y reflexionar con ella sobre los misterios o el rosario; o quizás, meditar sobre un compendio del Evangelio que nos conduzca a una forma de vida más virtuosa y caritativa.  

Hay un dicho popular que dice: “Todos los caminos conducen a Roma”. Personas de todo el mundo irán allí este año en peregrinación, pero no todos tendremos la suerte de poder hacerlo. En el libro del Apocalipsis, el siguiente versículo puede servir de invitación para todos los peregrinos: «Yo estoy junto a la puerta y llamo: si alguien oye mi voz y me abre, entraré en su casa y cenaremos juntos». Espero que este año, abramos de par en par las puertas a Cristo, para que nada nos confine ni nos detenga en nuestra propia peregrinación de esperanza.