Recoradando una vida de servicio a la Arquidiócesis de Atlanta
By Wilton D. Gregory, Arzobispo de Atlanta | Published octubre 25, 2018 | Available In English
Todo buen escritor necesita un editor que sea mejor que él. Cuando escribo, generalmente no puedo notar mis propios errores o darme cuenta de que las palabras que he escrito pueden ser mal interpretadas o son ambiguas. En estos últimos catorce años, tuve la fortuna de contar con Mary Anne Castranio, editora ejecutiva de The Georgia Bulletin, para ayudarme en este aspecto. Ella fue siempre sutil en sus observaciones y constantemente perspicaz en sus recomendaciones. El orgullo me dice que escribo bien, pero la humildad siempre me dijo que necesitaba a Mary Anne más de lo que podría haber imaginado. Ella generalmente sabía lo que yo quería decir y encontraba formas de ayudarme a expresarlo de una mejor manera.
Mary Anne era una comunicadora. Le encantaba usar sus habilidades y las puso generosamente al servicio de la Arquidiócesis de Atlanta. Ella trabajó en una profesión que ha enfrentado desafíos crecientes a medida que los medios “impresos” han sido sustituidos por las redes sociales en casi todos los ámbitos, sin embargo, siempre asumió la tarea. Cuando comenzó a trabajar en The Georgia Bulletin, Facebook, Twitter e Instagram aún eran pensamientos distantes en las mentes de sus diseñadores. Ella logró responder a esos desafíos manteniendo sus habilidades periodísticas bien afinadas. Nunca se involucró en “noticias falsas”, más bien encontró formas de ayudar a la Iglesia a proporcionar información veraz y oportuna a sus lectores.
Enfrentó muchos de los mismos desafíos de aquellos que la precedieron en posiciones de responsabilidad periodística, cómo decir la verdad de una manera que convenza en lugar de confundir. Ella siempre presentaba las enseñanzas y los principios de la Iglesia con integridad y honestidad. Ese tipo de integridad la hizo merecedora de muchos admiradores y un amplio respeto.
Sus colegas en la Arquidiócesis extrañarán su alegre actitud y entusiasmo. A medida que comenzamos a recuperarnos del impacto de su muerte repentina, debemos alabar a Dios por los dones con los que Mary Anne contribuyó a la misión de la Iglesia aquí en el norte y centro de Georgia. Ella no será fácil de reemplazar. Lo que aportó a las tareas que emprendió fue una fe y una gentileza que eran solo suyas.
Incluso al componer esta columna, tuve que preguntarme, ¿a quién debía enviarla para editarla y revisarla? La vida seguirá y nuestro trabajo continuará, pero quedará un vacío que pertenece únicamente a Mary Anne Castranio. Oro para que esté en la presencia de Dios mientras ustedes leen estas palabras de gratitud y respeto por alguien que no solo ayudó al Arzobispo de Atlanta a comunicarse más efectivamente, sino que mantuvo informados y actualizados a los lectores de The Georgia Bulletin. El personal de la cancillería nunca podrá extrañarla tanto como su hija, Amy, y los miembros de su familia, pero tendremos un lugar especial en nuestros corazones que Mary Anne ayudó a crear y moldear con su espíritu maravilloso y generoso.