Georgia Bulletin

The Newspaper of the Catholic Archdiocese of Atlanta

Lo Que He Visto Y He Oído (9 Deciembre 2010)

Published diciembre 9, 2010  | Available In English

Una de las tradiciones que inicié desde que soy Arzobispo de Atlanta, y que demostró ser una gran fuente de aliento y discernimiento para mí y creo que también para los que participan de ella, es la reunión anual de los dirigentes provinciales de las comunidades religiosas que trabajan actualmente en la Arquidiócesis de Atlanta. Hay 17 congregaciones de religiosas y 17 congregaciones de religiosos actualmente representadas en la Arquidiócesis. (Pienso que el número idéntico que las representa es una hermosa coincidencia.)

Cada año comenzamos con la celebración de la Santa Misa, un agradable almuerzo, seguido de una charla abierta sobre la vida en la arquidiócesis y también sobre temas de interés e importancia para los que llevan una vida consagrada dentro de la Iglesia regional. Los participantes son los dirigentes o los delegados nombrados por los que dirigen las comunidades religiosas que trabajan aquí.

Algunas comunidades religiosas de la arquidiócesis están representadas por sólo uno o dos miembros, mientras que otras pueden tener una docena o más; sin embargo, todas las comunidades brindan una suerte especial a la Iglesia regional donde trabajan como maestros, catequistas, trabajadores de la pastoral, guías espirituales, proveedores de salud, o en otros servicios profesionales, para el pueblo del norte de Georgia. No estaríamos totalmente completos si nos faltara alguno de ellos.

Uno de los temas que surgió durante nuestra última reunión fue la jubilación de los religiosos y religiosas; no sólo los religiosos que están en este momento en la Arquidiócesis de Atlanta sino en todo el país. Los religiosos pertenecen a comunidades nacionales e internacionales y han trabajado dentro de todo el país y también en el exterior. Las edades de estos religiosos son mayormente desproporcionadas. El número de religiosos de edad avanzada y en edad de jubilarse es mucho mayor que el de religiosos jóvenes y empleados de tiempo completo. Antes, los miembros jóvenes aportaban las fuentes de ingreso para la mayor parte de los religiosos ancianos. Al aumentar el número de religiosos retirados o medio retirados y sobrepasar el número de miembros jóvenes que ingresaban a la comunidad, se desequilibraron los ingresos exacerbando el problema en muchas comunidades.

En 1986, los líderes de nuestras comunidades religiosas se unieron con los obispos de los Estados Unidos de América para comenzar a abordar este problema. Desde 1988 se realiza una colecta nacional en todas las diócesis de los Estados Unidos exclusivamente para financiar las necesidades de jubilación de nuestros hombres y mujeres religiosos. Desde entonces se han repartido $582 millones entre las comunidades religiosas de los Estados Unidos. Aunque esta es una cantidad considerable, ni siquiera es suficiente ya que los crecientes costos para proveer beneficios de jubilación a los religiosos ancianos continúan superando la generosidad extraordinaria de nuestro pueblo. Hoy en día el costo de proveer cuidados asistenciales para un sólo religioso jubilado sobrepasa los $56.000 dólares por año, y cada año hay más religiosos jubilados que necesitan de estos servicios.

Para peor, muchos religiosos no se registraron con los Servicios de Seguro Social hasta muy tarde en sus carreras. Y todavía en ese momento, debido a la baja escala del sueldo, no generaron lo suficiente para sus  beneficios. Estos hombres y mujeres fueron nuestros maestros, los que nos cuidaron en los hospitales católicos, los que brindaron testimonio a la Iglesia, y los que trabajaron para los pobres, y todavía siguen orando por nosotros. En 2009, la Arquidiócesis de Atlanta hizo una ofrenda generosa por encima de $292.000 dólares a la colecta nacional, la cual recolectó más de $23 millones para las necesidades jubilatorias de los religiosos. Pero las necesidades son todavía más grandes que la respuesta generosa de nuestro pueblo.

Algunos de ustedes me han comentado que tienen una devoción especial por una comunidad en particular, y que desearían hacer un donativo específico a una comunidad religiosa debido a una historia personal con esa comunidad. Los felicito por tal generosidad. Todos nosotros, indiferentemente de dónde crecimos y recibimos los servicios de los religiosos y religiosas en los Estados Unidos, deberíamos recordar con gran afecto y gratitud el testimonio de estas personas heroicas. Tal cariño y gratitud sólo puede y debe expresarse haciendo una contribución generosa a la Colecta para los Religiosos Jubilados que se llevará a cabo en las parroquias dentro unas semanas. En realidad, algunas comunidades se encuentran en mejor posición que otras para cuidar de sus religiosos ancianos, y por lo tanto, esta colecta nacional está distribuida de acuerdo a las necesidades más grandes y más urgentes según lo determinen los dirigentes mismos de las comunidades religiosas. La colecta nacional es una oportunidad unificada para los católicos de los Estados Unidos para ayudar a los hombres y mujeres que crearon las bases de una comunidad católica fuerte en estas tierras, para dar gracias, y para asegurarles a los que llevan una vida consagrada  que no nos hemos olvidado las lecciones que nos enseñaron.