Atlanta
Nueva directora del Ministerio Intercultural comparte visión de acoger a todos
By ANDREW NELSON, anelson@georgiabulletin.org | Published septiembre 23, 2019 | Available In English
ATLANTA—Lucía Báez Luzondo espera poder lograr que los católicos y las parroquias aprecien los dones de otros grupos culturales.
Luzondo asumió el cargo de directora de la oficina arquidiocesana de los Ministerios Interculturales a principios de septiembre.
Ella y su esposo, Ricardo, se mudaron a Atlanta desde la Arquidiócesis de San Antonio, donde Lucía, quien tiene 56 años de edad, se desempeñó como directora de la Secretaría de Laicos, Matrimonio, Vida Familiar y Juventud. La pareja presenta un programa de radio en vivo y una serie de televisión en la estación EWTN en español y tiene un hijo que asiste a la Universidad de Dallas.
Luzondo trabajó como abogada durante más de 20 años con un enfoque en derecho de familia e inmigración y continúa perteneciendo a la barra de abogados de Florida. Su esposo es un médico pediatra retirado, especializado en neurología. En 2015, la pareja habló sobre la vida familiar estadounidense con la Conferencia de Obispos Católicos de EE. UU.
Luzondo respondió recientemente varias preguntas de The Georgia Bulletin sobre la fe y su nuevo rol:
Cuéntenos sobre su familia y su crianza. ¿Dónde vivía? ¿A qué se dedicaban sus padres? ¿Cómo era su vida de fe familiar?
Crecí en una familia católica muy unida y amorosa. Asistí al Colegio Calasanz, en Río Piedras, Puerto Rico, una escuela católica dirigida por sacerdotes y religiosos escolapios. Por esa razón, soy una gran defensora de la educación católica. Mi padre era comerciante y mi madre ama de casa. Ambos eran creyentes y la oración era una parte importante de nuestras vidas. En 1981 nos mudamos a Orlando, Florida, cuando la comunidad hispana era pequeña y no había congregaciones católicas hispanas. Mi padre falleció en 1991 y dos semanas después, mi hermana tuvo su primer hijo, Alex, en un parto extremadamente prematuro. De repente, estaba completamente a cargo de mi madre viuda y mi hermana, quien tenía un niño severamente discapacitado. Fue allí cuando el Señor me llamó a regresar a practicar activamente mi fe.
Usted ha servido como directora de la Oficina de Matrimonio y Vida Familiar en la Arquidiócesis de Miami y como directora de Laicos, Matrimonio, Vida Familiar y Juventud en la Arquidiócesis de San Antonio. ¿Qué la atrajo al ministerio de la Iglesia?
Como abogada, pude discernir que la fuente de todo conflicto familiar era la ausencia de Dios en sus vidas. Me di cuenta que había muchos abogados para atender los problemas de las personas una vez que eran irreparables, pero pocos estaban trabajando para llevarlos al Señor y a su Iglesia con el fin de sanar sus heridas, equiparlos con esperanza, conocimiento, habilidades y la verdad liberadora. En 2011, el Señor me llamó a cerrar mi práctica legal para servir completamente a la Iglesia.
¿Qué le emocionaría aprender más en la Arquidiócesis de Atlanta?
Me gustaría conocer más profundamente la diversidad de nuestra Iglesia local, la gran variedad de grupos culturales presentes y activos en nuestra comunidad de fe, la dinámica entre dichos grupos, sus esperanzas, sueños, alegrías y penas, y sobre todo, sus necesidades. Mi deseo es que, desde nuestra Oficina de Ministerios Interculturales, podamos derribar las barreras al “desconocido” y dar la bienvenida y acoger a todos. Crear y ofrecer lugares de encuentro y construir puentes entre todas las familias culturales. Haciendo esto, creo que seremos verdaderamente católicos, una Iglesia universal donde todos somos llamados, bienvenidos, incluidos y donde nos convirtamos verdaderamente en uno.
Cada día, con mayor frecuencia, las parroquias acogen a diferentes grupos culturales bajo un mismo techo. ¿Qué pasos puede tomar un feligrés de un grupo cultural para construir un puente con otro?
Se deben tomar medidas para derribar la barrera y el miedo al “desconocido” para llegar a conocerlo realmente.
Se debe proporcionar formación práctica y accesible en competencias interculturales, donde todos los grupos culturales trabajen para aprender y entenderse mutuamente.Se deben crear espacios de encuentro donde todos puedan participar sin temor a sentir que están perdiendo su lugar en la mesa, sino donde sientan que pueden crecer en santidad y en números gracias a las contribuciones de otros grupos culturales.
¿A quién admira y por qué?
Admiro a Dios hecho hombre, nuestro Señor Jesucristo, como persona viva; a mi esposo Ricardo, desde mi punto de vista, él es la epítome de un hombre cristiano y de una masculinidad auténtica; y entre los santos, a San Juan Pablo II, por devolver a la Iglesia la teología más sólida, eterna, integral, hermosa y verdadera de la persona humana, la antropología cristiana, nuestro llamado al amor y al servicio a través de la vocación a la que nos llama el Señor.
Para obtener más información sobre el trabajo de la Oficina de los Ministerios Interculturales, visite https://archatl.com/offices/office-of-intercultural-ministries/