Georgia Bulletin

The Newspaper of the Catholic Archdiocese of Atlanta

Posing for a VolunTEEN post-graduation photo are (l-r) Joan Frost, volunteer coordinator; Allison Hager, director of Guest and Volunteer Services; Jeannette and Jessica Sanchez of Cristo Rey High School, Atlanta; Kennedy Walls of Marist School, Atlanta; Sarah Montes of Blessed Trinity High School, Roswell, and her sister, Kyra, a recent graduate of Blessed Trinity who is heading off to Yale University, New Haven, Conn.; Anne Davenport, adult volunteer; and Jeanne Landry, vice president of Human Resources.

Atlanta

Adolecentes voluntarios pasan verano sirviendo en hospital

By NICHOLE GOLDEN, Staff writer | Published agosto 30, 2018  | Available In English

ATLANTA—Para el Hospital San José de Emory en Atlanta, el verano significa el regreso de los adolescentes voluntarios a los corredores.

Jóvenes entre 15 y 19 años de edad provenientes de diversas partes del área metropolitana de Atlanta, vestidos con uniformes azules, trabajan en varios departamentos del hospital. Es una oportunidad para que los adolescentes exploren carreras en el área de la salud e interactúen con los pacientes y el personal.

“Nuestro objetivo final es crear la próxima generación de proveedores de cuidados de salud”, dijo Allison Hager, directora de servicios para voluntarios y visitantes del hospital.

67 adolescentes participaron este año en el programa, el cual requiere trabajar al menos un turno de cuatro horas una vez por semana. Muchos de los jóvenes superaron la cantidad requerida de horas, y tres estudiantes documentaron más de 100 horas de servicio.

Las Hermanas de la Misericordia fundaron a San José de Emory, el hospital con más tiempo de servicio en Atlanta, en 1880. Cuatro hermanas, reunieron 50 centavos y abrieron el hospital para cuidar a los necesitados.

During his second year of participating in Emory Saint Joseph Hospital’s VolunTEEN program, Christopher Wang, a rising senior at Norcross High School, played his viola for patients at the hospital and their visitors. Photo By Michael Alexander

Siguiendo la misión de las hermanas fundadoras, Hager dijo que el personal siempre se pregunta, “¿Qué estamos haciendo para servir a nuestra comunidad?”

El programa para adolescentes voluntarios no solo proporciona apoyo adicional a los pacientes y sus familias, sino que también enseña habilidades profesionales a los jóvenes.

Anne Davenport, voluntaria del hospital, es la coordinadora del programa y entrevista a todos los jóvenes interesados en servir, ubicándolos en los departamentos correspondientes.

Davenport dijo que todos los jóvenes traen sus celulares, pero obedecen las reglas y aprenden a apagarlos cuando están sirviendo. Ella disfruta trabajar con la juventud y ha aprendido nuevas maneras de comunicarse con los jóvenes sobre los horarios y eventos.

“Si les envió un texto, ellos me contestan”, anotó.

Davenport se familiarizó con la aplicación móvil, Remind (Recordar), para enviarle mensajes al grupo de voluntarios.

La mayoría de los adolescentes que aplican son alumnos excelentes, pero Davenport enfatizó que el programa está abierto para todos, y los espacios se llenan en orden de solicitud.

“Todos los chicos necesitan estas oportunidades”, añadió.

Descubriendo oportunidades

Hager recordó a un estudiante promedio que fue ubicado en el departamento de gestión de materiales. Un miembro del personal tomó al muchacho bajo su supervisión y lo entrenó, y después de la experiencia, el adolescente decidió servir en el Ejército de los Estados Unidos.

Aproximadamente entre un tercio y la mitad de los solicitantes dicen, “Quiero aprender a hablar con los adultos”, compartió Hager.

Al interactuar con los visitantes del hospital, el personal e incluso ayudar a los pacientes a sentarse en sus sillas de ruedas, los jóvenes practican el arte de la conversación.

“Hemos visto que los chicos realmente prosperan”, señaló Hager.

Los adolescentes representan varias tradiciones religiosas y provienen de toda el área metropolitana. Uno conduce desde Douglasville hasta el hospital en el norte de Atlanta.

Muchos de los jóvenes están considerando potencialmente seguir carreras en el área de la salud.

El Dr. Thomas P. McGahan, presidente del Departamento de Medicina del Hospital San José de Emory, fue nombrado recientemente director médico de la instalación. Él habló con los jóvenes y compartió su experiencia como ex participante del programa. Hager mencionó que los jóvenes pudieron preguntarle cuándo había decidido convertirse en médico.

Christopher Wang, de 17 años de edad, es uno de los voluntarios que está considerando varias carreras. Actualmente en su último año en la Escuela Secundaria Norcross, también toca la viola con la Orquesta Sinfónica Juvenil de Atlanta.

Wang pasó su segundo verano en San José de Emory trabajando en el departamento de robótica del hospital, pero también utilizó sus talentos musicales como una especie de terapia.

El joven que ha sido violista por siete años, preguntó “si podría tocar para las familias en sus cuartos” y también dio presentaciones en el vestíbulo para los visitantes.

“Pude ver un impacto directo”, dijo.

El hospital realizó una ceremonia de graduación el 26 de julio para los adolescentes voluntarios y un almuerzo para sus familias.

El Padre Patrick Scully, capellán del hospital, habló durante la ceremonia en el auditorio.

El sacerdote dijo que cada vez que ve a uno de estos jóvenes caminado por el pasillo siempre quisiera gritar, “¡Voluntarios, Unidos!”

“La mayoría de la gente no elige estar aquí, pero ustedes han escogido estarlo”, añadió.

Los jóvenes están mirando a los que sufren y sus lágrimas, y proporcionando “sanación, esperanza y hospitalidad”, dijo el sacerdote.

“Ustedes ayudan a que este lugar sea un sitio acogedor”, agregó.

El Padre Scully felicitó a los estudiantes por donar tantas horas de su tiempo a los demás.

“En el corazón de nuestra vida espiritual está la generosidad”, dijo.

Da y serás bendecido

Para Agnes, Belinda y Bernadine Kumi, donar su tiempo y talento al Hospital San José de Emory, es una extensión de su fe católica.

Agnes Kumi, quien se graduó recientemente de la Escuela Secundaria de la Santísima Trinidad, acaba de terminar su segundo verano de voluntariado en el hospital. Ella se unirá este otoño a su amiga y colega voluntaria Kyra Montes en la Universidad de Yale en New Haven, en Connecticut, para comenzar sus estudios de pre-medicina.

Belinda y Bernardine, ambas de 15 años de edad, son gemelas y estudian actualmente en la Escuela de la Santísima Trinidad. Este fue el primer verano que participaron en el programa.

“Nos acogieron muy bien”, dijo Bernadine refiriéndose al personal del hospital.

Para Belinda, el programa de voluntariado ha sido una oportunidad para explorar el “vasto mundo médico”.

Wearing a T-shirt bearing the name of the non-profit, GABB (Give and Be Blessed), six-year-old Gladys Kumi, background, joins her older sisters (l-r) Belinda, 15, Agnes, 18, and Bernadine, 15, at their parish, St. Andrew Church, Roswell. The older sisters, who also volunteered at Emory Saint Joseph Hospital, founded the non-profit that provides new teddy bears to Children’s Health Care of Atlanta patients during their stay. Photo By Michael Alexander

Las hermanas han servido en el altar de la Iglesia de San Andrés, en Roswell por mucho tiempo. Junto a Gladys, su hermana menor, quien asiste a la Escuela Reina de los Ángeles, ellas recaudan fondos para donar nuevos osos de peluche a los pacientes de Children’s Healthcare of Atlanta (El Hospital de Niños de Atlanta).

Las jóvenes llaman a su fundación sin fines de lucro, GABB, que no es solo es un acrónimo de sus nombres, sino que también son las iniciales en inglés de “Da y serás bendecido”.

Las chicas, criadas por Esther, una madre soltera, oran juntas todos los días, y la familia comenzó recientemente a estudiar la Biblia los domingos.

Cuando su madre fue gravemente herida hace más de tres años, su comunidad parroquial y otras personas les brindaron mucho apoyo.

“Nuestra madre estuvo involucrada en un accidente automovilístico. Otro auto la golpeó de frente”, dijo Bernardine.

La ocupada familia se encontró de repente sin transporte, y Esther Kumi, el sostén de la familia, estuvo en recuperación durante muchas semanas.

“Fue un golpe grande,” recordó Belinda.

“Definitivamente tuvimos algunos montemos difíciles”, dijo Agnes. “Ir a misa fue útil”.

“Mucha gente nos ayudó,” añadió Bernadine.

La generosidad de otros las inspiró a hacer más.

Agnes le dijo a su mamá y a sus hermanas, “Deberíamos hacer algo para corresponder”.

De allí nació la idea de proporcionar animales de peluche reconfortantes a pacientes pediátricos en Children’s.

“Nuestra madre llamó a los servicios para voluntarios para hacer nuestra primera donación”, comentó Agnes.

Cada viaje a Children’s intentaban llevar por lo menos 50 osos nuevos y, hasta ahora, han donado cientos y cientos al hospital y al programa Promesa Familiar.

“Hay más alegría en dar que en recibir,” es el recordatorio constante de su madre.

Con la fe católica como centro en las vidas de las hermanas Kumi, servir como voluntarias en San José de Emory fue un paso natural.

“Es un gran programa”, dijo Bernardine.

Por ahora, las gemelas están considerando diferentes carreras universitarias, pero aprendieron muchas habilidades nuevas en su primer verano como voluntarias.

“Este verano, aprendí cómo enviar un fax”, mencionó Belinda.

El auxiliar del Hospital San José de Emory estableció el programa hace más de 35 años.

El Presidente Auxiliar Charlie Cayce felicitó a los estudiantes y sus padres durante la graduación, “Sus hijos han sido extraordinarios”, les dijo. “Espero que todos ustedes hayan visto algún crecimiento”.