
Vatican City
El Papa a EEUU: Las políticas migratorias basadas en la fuerza, y no en la verdad de la dignidad humana, terminarán mal
By CAROL GLATZ, Catholic News Service | Published febrero 11, 2025 | Available In English
CIUDAD DEL VATICANO (CNS)–El Papa Francisco ha exhortado a los católicos estadounidenses y a las personas de buena voluntad a no ceder ante las “narrativas” que discriminan y causan sufrimiento innecesario a los migrantes y refugiados.
“Reconozco el valioso esfuerzo de ustedes, queridos obispos de Estados Unidos, cuando trabajan de manera cercana con los migrantes y refugiados, anunciando a Jesucristo y promoviendo los derechos humanos fundamentales”, dijo en una carta a los obispos de EE.UU. publicada por el Vaticano el 11 de febrero.
El Papa Francisco dijo que escribía debido a “la importante crisis que está teniendo lugar en los Estados Unidos con motivo del inicio de un programa de deportaciones masivas” del presidente Donald J. Trump.
En su orden ejecutiva presidencial, “Proteger al pueblo estadounidense contra la invasión”, publicada el 20 de enero, Trump dijo: “Muchos de estos extranjeros que se encuentran ilegalmente dentro de los Estados Unidos presentan amenazas significativas a la seguridad nacional y la seguridad pública, cometiendo actos viles y atroces contra estadounidenses inocentes”.
El Papa Francisco dijo: “La conciencia rectamente formada no puede dejar de realizar un juicio crítico y expresar su desacuerdo con cualquier medida que identifique, de manera tácita o explícita, la condición ilegal de algunos migrantes con la criminalidad”.
El Santo Padre también aplaudió los esfuerzos de los obispos estadounidenses para ayudar a los migrantes y refugiados y para contrarrestar los argumentos de la administración Trump, diciendo que “¡Dios premiará abundantemente todo lo que hagan a favor de la protección y defensa de quienes son considerados menos valiosos, menos importantes o menos humanos!”
“Exhorto a todos los fieles de la Iglesia Católica, y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, a no ceder ante las narrativas que discriminan y hacen sufrir innecesariamente a nuestros hermanos migrantes y refugiados”,escribió.
“Con caridad y claridad todos estamos llamados a vivir en solidaridad y fraternidad, a construir puentes que nos acerquen cada vez más, a evitar muros de ignominia, y a aprender a dar la vida como Jesucristo la ofrendó, para la salvación de todos”, escribió el Papa.
En su carta a los obispos, el Papa dijo que toda nación tiene derecho a defenderse y a mantener a salvo a sus comunidades “de aquellos que han cometido crímenes violentos o graves mientras están en el país o antes de llegar”.
Sin embargo, continuó, “el acto de deportar personas que en muchos casos han dejado su propia tierra por motivos de pobreza extrema, de inseguridad, de explotación, de persecución o por el grave deterioro del medio ambiente, lastima la dignidad de muchos hombres y mujeres, de familias enteras, y los coloca en un estado de especial vulnerabilidad e indefensión”.
“Esta cuestión no es menor”, escribió. “Un auténtico estado de derecho se verifica precisamente en el trato digno que merecen todas las personas, en especial, los más pobres y marginados”.
El Papa Francisco también utilizó la carta para responder a una afirmación que el vicepresidente de Estados Unidos, JD Vance, quien es católico, hizo en una entrevista televisiva a finales de enero sobre el concepto católico de “ordo amoris” (el orden del amor o la caridad).
El concepto, dijo Vance, enseña que “amas a tu familia, y luego amas a tu prójimo, y luego amas a tu comunidad, y luego amas a tus conciudadanos en tu propio país. Y después de eso, puedes centrarte y dar prioridad al resto del mundo”.
Sin embargo, dijo el Papa, “el amor cristiano no es una expansión concéntrica de intereses que poco a poco se amplían a otras personas y grupos. Dicho de otro modo: ¡La persona humana no es un mero individuo, relativamente expansivo, con algunos sentimientos filantrópicos!”
“El verdadero ordo amoris que es preciso promover, es el que descubrimos meditando constantemente en la parábola del ‘buen samaritano’, es decir, meditando en el amor que construye una fraternidad abierta a todos, sin excepción”,escribió el Papa.
El Papa escribió que “preocuparse por la identidad personal, comunitaria o nacional, al margen de estas consideraciones, fácilmente introduce un criterio ideológico que distorsiona la vida social e impone la voluntad del más fuerte como criterio de verdad”.
“El verdadero bien común se promueve cuando la sociedad y el gobierno, con creatividad y respeto estricto al derecho de todos–como he afirmado en numerosas ocasiones–acogen, protegen, promueven e integran a los más frágiles, desprotegidos y vulnerables”, escribió.
Ello no impide ni obstaculiza el desarrollo o maduración de políticas que regulen “una migración ordenada y legal”, escribió. “Sin embargo, la mencionada ‘maduración’ no puede construirse a través del privilegio de unos y el sacrificio de otros”.
“Lo que se construye a base de fuerza, y no a partir de la verdad sobre la igual dignidad de todo ser humano, mal comienza y mal terminará”, advirtió el Papa.
Aunque el Papa no mencionó políticas concretas de Estados Unidos, su carta hacía hincapié en la proximidad y el apoyo que la Iglesia católica viene prestando desde hace tiempo a los inmigrantes y refugiados.
La Conferencia de los Obispos Católicos de Estados Unidos se ha enfrentado recientemente a acusaciones infundadas de que se beneficiaba de su colaboración con el gobierno de EE.UU. para ayudar a los refugiados que cumplían los requisitos para recibir ayuda federal. En una entrevista concedida el 26 de enero, Vance cuestionó los motivos de los obispos para criticar las nuevas políticas de inmigración, preguntándose si sólo estaban preocupados por recibir fondos federales para el reasentamiento.
La realidad de nuestro tiempo “tan claramente marcada por el fenómeno de la migración”, el Papa afirmó es “un momento decisivo de la historia para reafirmar no sólo nuestra fe en un Dios siempre cercano, encarnado, migrante y refugiado, sino la dignidad infinita y trascendente de toda persona humana”.
Estas palabras, dijo, “no están articuladas artificialmente”. Incluso un rápido vistazo a la doctrina social de la Iglesia a lo largo de los siglos muestra claramente que Jesucristo “no ha vivido al margen de la experiencia difícil de ser expulsado de su propia tierra a causa de un inminente riesgo de vida, y de la experiencia de tener que refugiarse en una sociedad y en una cultura ajenas a las”.
“El Hijo de Dios, al hacerse hombre, también eligió vivir el drama de la inmigración”, escribió.
Por eso, escribió, “todos los fieles cristianos y los hombres de buena voluntad, estamos llamados a mirar la legitimidad de las normas y de las políticas públicas a la luz de la dignidad de la persona y sus derechos fundamentales, no viceversa”.
“Pidamos a la Santísima Virgen María de Guadalupe que proteja a las personas y a las familias que viven con temor o con dolor la migración y/o la deportación”, escribió.