Georgia Bulletin

The Newspaper of the Catholic Archdiocese of Atlanta

Photo by Johnathon Kelso
The Sisters Poor of Jesus Christ are seen outside of their convent at Fraternitas St. Katharine Drexel, the original church building of St. Bernadette. From left to right, Sister Bernarda, Sister Cecilia, Sister Antonella and Sister Neriah.

Cedartown

Hermanas avivan fe de comunidad en Cedartown

Published noviembre 16, 2022  | Available In English

CEDARTOWN—Con sus túnicas cafés, sus velos de color haciendo juego, sus sogas en la cintura y grandes cruces alrededor de sus cuellos, este grupo de mujeres llama la atención de los transeúntes. Durante sus viajes al supermercado local, la gente se detiene para preguntar sobre sus vestimentas.

“Lo escuchamos mucho. (La gente dice), ‘Solo vemos este tipo de cosas en las películas y la televisión’. Así que, es muy hermoso. Gente de otras religiones, sí. No son católicos, pero quieren entender lo que somos, lo que hacemos”, dijo la Hermana Antonella de la Santa Cruz.

La religiosa pertenece a una comunidad de mujeres de un lugar distante de América del Sur que ha sido inspirada por el amor de Jesús por aquellos que él llamó “menores”. Las Hermanas Pobres de Jesucristo viven juntas, oran juntas y buscan estar al servicio de quienes lo necesitan. Su vestimenta religiosa es una paleta de colores que enfatiza la humildad.

Desde su llegada a principios de 2022, estas cuatro hermanas han vivido en el centro de Cedartown y han regresado a la vida a la antigua iglesia Católica, ahora llamada Fraternitas Santa Katharine Drexel. La edificación fue una vez la parroquia de Santa Bernadette, la cual se mudó dos millas más allá, a un santuario más grande en 2018.

La capilla, la cual tiene 80 asientos, está disponible para orar. El amplio salón comunitario con sillas cómodas y un sofá es un santuario para cualquiera que quiera hablar con las hermanas. La antigua casa parroquial es ahora su vivienda.

Como nativas de Brasil y Paraguay, su enfoque es aprender inglés, por lo tanto, dedican varias horas al día en lecciones en línea. También han hecho amigos en la comunidad, visitan familias, dirigen retiros espirituales en la iglesia de Santa Bernadette y ayudan a las personas que llaman a su puerta pidiendo comida, la cual sacan de una modesta despensa de alimentos.

“Dios está guiando nuestro proyecto. Estamos aquí para ver lo que Él necesita”, dijo la Hermana Bernarda del Jesús Suplicante.

Una vida comunitaria basada en San Francisco

La comunidad de mujeres religiosas comenzó en Brasil hace 21 años. Sus hermanas también sirven en América del Sur, África y Europa. Su primer convento en los EE. UU., ubicado en Kansas City, fue fundado hace casi 10 años.

Usando sus nombres espirituales, las religiosas son la Hermana Neriah de la Inmaculada Concepción, superiora de la casa; la Hermana Cecilia de María Inmaculada, la Hermana Antonella de la Santa Cruz y la Hermana Bernarda del Jesús Suplicante. Es costumbre en la comunidad que las mujeres adopten nuevos nombres antes de profesar sus votos, marcando así su entrada a una nueva forma de vida.

Su ministerio está inspirado en San Francisco de Asís, con un enfoque especial en aquellos que viven en las márgenes–“el Verbo hecho hombre—pobre en Belén, anónimo en Nazaret, peregrino en las calles, abandonado en el Gólgota, resucitado por el Padre y glorificado juntamente con él”, según el carisma rector de la comunidad.

Las religiosas hacen votos de pobreza, castidad y obediencia, con una cuarta parte de disponibilidad “al servicio de las personas, preferentemente de los más pobres”.

Si bien gran parte de su obra está dirigida a los materialmente pobres, no siempre es así. La Hermana Neriah, líder de la comunidad, dijo que las personas bien intencionadas pueden ser espiritualmente pobres si se quedan atrapadas en la idea de que la felicidad proviene de las posesiones.

“Que la felicidad se encuentra en las cosas pequeñas y sencillas”, señaló.

Su día comienza alrededor de las 6:50 a. m. con la primera oración comunitaria. Las hermanas se reúnen tres veces al día para la Liturgia de las Horas y pasan una hora en oración con el Santísimo Sacramento. Tres horas del día están reservadas para sus lecciones de inglés en línea.

Crecimiento de la comunidad hispana 

La comunidad católica en el condado de Polk, con una población de 42.000 habitantes, ha crecido. El condado, con Cedartown como sede gubernamental, está a unas 60 millas al oeste de Atlanta, en la frontera estatal con Alabama.

En 20 años, los católicos del condado de Polk han aumentado de alrededor del uno por ciento a casi el ocho por ciento en 2010, las cifras más recientes, con una trayectoria ascendente, informó la Asociación de Archivos Religiosos. Este incremento es impulsado por los casi 5.600 miembros hispanos del condado, alrededor del 13 por ciento de la población, según la Oficina del Censo de EE. UU.

En la iglesia de Santa Bernadette, dos de las tres misas que se celebran el fin de semana son en español. La iglesia tiene capacidad para albergar a más de 500 personas.

El Padre Timothy Gallagher, su párroco, dijo que la gente se ha unido en torno a las hermanas para compartir diversos aspectos, desde disfrutar sus postres brasileños y aprender de ellas hasta apoyar financieramente su misión y sentirse empoderada por su testimonio del Evangelio.

“El testimonio público de las hermanas sobre la fe católica ha ayudado a las personas a tener más entusiasmo y ánimo para vivir su fe. Han traído un espíritu de alegría a través de su presencia juvenil y vistiendo sus hábitos con orgullo. ¡Todos aman a las hermanas! Son el centro de las conversaciones de la ciudad y es genial que les den a todos algo positivo de qué hablar”, escribió el Padre Gallagher en un correo electrónico.

Durante dos años, el Consejo de los Caballeros de Colón de Santa Bernadette #16534 realizó una recaudación de fondos llamada “Carrera de Monjas” (Nuns on the Run). En octubre, decenas de personas amarraron los cordones de sus zapatos para correr de una milla a seis millas con el fin de recaudar dinero para ellas. Al final, cerca de 60 personas contribuyeron y se recogieron más de $5,000.

Servir a través de una vida religiosa, algo motivador

La Hermana Antonella, de 32 años, creció en Brasil con un padre agricultor y una madre que permanecía en casa y hacía trabajos ocasionales. Sus padres se separaron cuando ella era una niña, así que su vida de fe fue moldeada por su abuela materna. Como adulta joven, participaba activamente en la iglesia y buscaba poner en práctica su título universitario en derecho. Parecía tener lo requerido para el éxito, era independiente y tenía su primer trabajo; pero, aun así, sentía que algo le faltaba.

Ayudó a las hermanas cuando fueron a dar un retiro. En ese momento fue cuando su vida cambió. Para la Hermana Antonella, la vida religiosa se hizo más atractiva a medida que pasaban los meses. Ver cómo las mujeres vivían el Evangelio pasando tiempo con personas que luchaban contra las adicciones a las drogas le llamó la atención.

Vivió con la comunidad en 2016, superando la resistencia familiar inicial y profesó sus votos cuatro años después.

La Hermana Bernarda, de 24 años, creció en Paraguay. En su ciudad natal se encuentra el Santuario de Nuestra Señora de Caacupé, tan famoso en su país como los Santuarios de Fátima y Lourdes.

En su hogar, su madre limpiaba casas y su padre cultivaba y vendía plantas y flores. Su familia tenía problemas financieros y a veces recurría al convento local de las Hermanas de la Caridad para poder llegar a fin de mes. La familia también servía como voluntaria con el fin de ayudar a las hermanas a servir a otros.

La joven tenía una carrera en mente para trabajar como médica forense, comenzando como oficial de policía.

Una conferencia sobre la Sábana Santa de Turín, el lienzo con una imagen tenue de un hombre barbudo que algunos creen que fue el paño utilizado para enterrar a Jesús, volvió su mente hacia la fe. Para la en ese entonces adolescente, la descripción del sudario, el hombre al que este envolvió y la charla sobre su resurrección plantearon interrogantes. El deseo de trabajar como policía se volvió poco motivador, dijo.

Conoció a las hermanas a través de su ministerio en la calle.

“Ellas no juzgaban, (no decían) por qué no tienen un hogar, por qué tienen una adicción a las drogas. Los amaban”, dijo. “Vi la muerte, la adicción, pero vi la resurrección”.

Eso fue más diciente para el corazón de la joven que la vigilancia.

Es la forma franciscana de balancear el servicio y la oración, indicó.

“Oras y luego sales”, añadió la Hermana Bernarda. “Cuando no estás haciendo nada, puedes regresar y orar nuevamente”.

Abiertos a las sorpresas de Dios

En 2020, según el Centro de Investigación Aplicada en el Apostolado, 75 mujeres ingresaron a la vida religiosa en los Estados Unidos. Su edad promedio era de 34 años, informó la organización de la Universidad de Georgetown.

La comunidad de las Hermanas Pobres de Jesucristo de Cedartown está compuesta por mujeres entre los 24 y 32 años. Cerca de 50 mujeres ingresaron a su comunidad con la Hermana Antonella y la Hermana Bernarda. En 2020, 39 mujeres hicieron sus primeros votos.

Cuando se le preguntó acerca de ingresar a la comunidad en su adolescencia, la Hermana Bernarda dijo, “No me arrepiento de haber ofrecido mi juventud a Dios”.

Dios llama a las personas de acuerdo con las necesidades de los tiempos, así que el hecho de que otros vean a los jóvenes trabajando puede inspirarlos al servicio, indicó.

“No tengan miedo de pedir a Dios en silencio”, dijo.

La Hermana Antonella señaló que, una vez que estuvo segura de su vocación a la vida religiosa, descubrió que otras opciones en la vida, las cuales parecían monumentales, se sentían menos importantes. La religiosa dijo que las mujeres deberían tomarse un momento, orar y estar abiertas a comprender lo que les brinda alegría y felicidad en la vida.

No teman si la respuesta de Dios les sorprende, dijo.