El regalo de las personas mayores
By OBISPO BERNARD E. SHLESINGER | Published agosto 6, 2025 | Available In English
La Iglesia Católica celebra anualmente, el cuarto domingo de julio, la Jornada Mundial de los Abuelos y de las Personas Mayores para destacar el importante papel que ellos desempeñan en sus familias y en la sociedad.

Bishop Bernard E. Shlesinger III
Estando familiarizado con la soledad y el aislamiento que experimentan los adultos mayores, me siento inspirado por las culturas de la Arquidiócesis de Atlanta que valoran inmensamente a estas personas, cuyo papel integral en la vida familiar ayuda a transmitir sabiduría, fe y esperanza a las generaciones futuras. Recientemente, participé en el homenaje a los abuelos que hicieron los católicos de Myanmar en la Iglesia de Corpus Christi, durante la celebración anual del Día del Padre. Ellos honraron con entusiasmo el mandato del Libro del Sirácida que dice, «Hijo mío, socorre a tu padre en su vejez y no le causes tristeza mientras viva. Aunque pierda su lucidez, sé indulgente con él; no lo desprecies, tú que estás en pleno vigor» (Eclo 3,12-13).
Al reflexionar sobre las muestras de aprecio que los adultos mayores recibieron de sus familias en este evento, sentí que el reto, sobre mi responsabilidad pastoral como obispo de brindar la mejor atención pastoral y el mejor apoyo fraternal posible a nuestros sacerdotes mayores que ya no están sirviendo de tiempo completo en nuestras parroquias, era aún mayor. Me refiero a estos hermanos como «sacerdotes mayores» en lugar de «sacerdotes jubilados», porque un sacerdote siempre está «en el trabajo», incluso si una condición de salud limita su capacidad para asumir eficazmente su ministerio parroquial de tiempo completo.
Cuidar de nuestros sacerdotes mayores conlleva desafíos. Afortunadamente, contamos con una Oficina para Sacerdotes Mayores, atendida por el Padre Vic Galier y el Diácono Chris Andronaco, quienes se encargan de la mayor parte de acompañar a nuestros hermanos mayores en sus necesidades físicas y personales. Cuando una situación difícil requiere un traslado a una residencia asistida o renunciar a privilegios, como conducir un vehículo motorizado, me involucro más como obispo, ya que la ansiedad sobre su libertad en su futuro ministerio y socialización se ve amenazada. Aquellos que han tenido que lidiar con padres sobre quitarles el privilegio de conducir debido al deterioro físico sabrán a qué me refiero cuando le pido a un hermano sacerdote que renuncie a parte de su independencia por su seguridad y la de los demás.
El ministerio pastoral para sacerdotes y obispos incluye encontrar maneras para que quienes tienen limitaciones físicas no sientan que su cuidado se está convirtiendo en una carga. Acercarse a aquellos dentro o fuera de los confines de sus parroquias será especialmente el papel de nuestros sacerdotes activos para ayudar a que se sientan valorados y necesarios. La inclusión puede adoptar diversas formas, como invitarlos a funciones parroquiales, dirigir un estudio bíblico, comidas de pescado frito, etc.
Nuestros sacerdotes mayores no deben ser relegados a un segundo plano; son pastores del rebaño de Cristo, aunque el rebaño confiado a su cuidado no esté definido por fronteras geográficas. Estos sacerdotes mayores elegidos son testimonio de perseverancia como Jesús, quien experimentó impotencia y debilidad física durante su pasión y sus últimos días. Espero que hagamos todo lo posible por priorizar la inclusión de nuestros abuelos y sacerdotes mayores en la vida de la Iglesia, pues su sabiduría es necesaria para las generaciones futuras.