Algunos superhéroes son verdaderos ejemplos
Published mayo 19, 2017 | Available In English
Desde que me convertí en obispo, constantemente he hecho énfasis en la importancia de los santos de la Iglesia Católica cuando confirmo a nuestros jovencitos. Lo hago porque todos sabemos que los jóvenes se impresionan y dejan influenciar fácilmente por personas prominentes.
Solo consideren por un momento las personalidades del pop, el deporte y los artistas de Hollywood que capturan la atención y la admiración de nuestros jóvenes. No todos estos ídolos son modelos sanos o dignos de elogio, por no decirlo de otra manera.
Los santos son modelos que deberían inspirar a nuestros niños, especialmente si ellos llegarán a conocer sus historias y desafíos, y las similitudes que comparten con todos nosotros. Ellos también fueron adolescentes y tuvieron sus propias luchas. Mientras más de cerca examinamos sus vidas, más debemos inspirarnos con sus ejemplos de fe, generosidad y tenacidad.
Recientemente, varios santos americanos contemporáneos han surgido a la luz. Sabemos que Santa Elizabeth Ann Seton fue la primera santa nativa americana y que Katharine Drexel, quien vivió en los siglos XIX y XX, fue una heredera de Philadelphia, que utilizó su fortuna para evangelizar pueblos afroamericanos y nativos. Gracias a la generosidad de Santa Katharine, nuestra Señora de Lourdes pudo abrir una escuela aquí en la Arquidiócesis de Atlanta que eventualmente educó a miles de niños negros como un orgulloso legado de esta Iglesia local.
Más recientemente, tres sacerdotes americanos han capturado la atención de la Iglesia, ya que experimentaron en diferentes maneras la gracia de la santidad. El Padre Stanley Rother, un sacerdote de la Arquidiócesis de Oklahoma City, dedicó su sacerdocio a servir a la gente de Guatemala y se convirtió en nuestro primer sacerdote estadounidense mártir en ese país. El Padre Solanus Casey, un humilde capuchino nacido en Wisconsin, quien trabajó sigilosamente durante años al servicio de los pobres en Detroit, pronto será beatificado. Y el Padre Augustus Tolton, el primer sacerdote afroamericano identificado en los Estados Unidos, ha sido reconocido por su santidad y fervor apostólico bajo circunstancias increíbles. Cada una de estas personas debería inspirarnos a todos y ayudarnos a ver que la santidad es tanto posible como alcanzable bajo las más difíciles circunstancias, y en nuestra propia nación.
Otros estadounidenses candidatos a la santidad están avanzando en el proceso. ¿Por qué es esto importante? Su importancia no radica en que sean un orgullo nacional, sino en que sean un recordatorio importante de que la santidad no es un estado que pertenece a otra época o cultura. La santidad es alcanzable dentro de nuestros tiempos y en nuestras propias comunidades. Los santos nos recuerdan ante todo, que la santidad es una meta alcanzable. Los jóvenes necesitan saber que los verdaderos héroes y heroínas son los que viven la vida de una manera entusiasta y generosa, de hecho ellos son los superhéroes reales a quienes debemos seguir.
Nuestra juventud necesita ser convencida de que la santidad no solo es alcanzable sino que es algo deseable, mucho más que la fama, la fortuna, la influencia, el prestigio o la belleza. Esto requerirá algún esfuerzo, ya que el mundo de hoy destaca la importancia de aquellas metas, y la santidad es relegada quizás a una aspiración buena pero irrelevante. La cultura popular sugiere que las personas que realmente importan en este mundo son aquellos que tienen estas cualidades pasajeras, que sin embargo, no garantizan felicidad o satisfacción personal.
Los santos son aquellos que logran la realización humana que desafía el tiempo y el estatus público. Ellos claramente necesitan una mejor “publicidad” en el entorno actual. Yo trato de hacerles publicidad ayudando a nuestros jóvenes a aprender sobre Teresa de Calcuta, Pablo de Tarso, Catalina de Siena, Josefina Bakhita, Giorgio Frassati y todos los demás que han capturado los corazones y la imaginación de los católicos a lo largo de los siglos.
Recientemente, el Papa Francisco canonizó a dos de los niños portugueses que vieron a la Madre de Dios en Fátima. Estos jovencitos no tenían educación, eran pobres y sin lugar a dudas, de poca importancia en el mundo de 1917, y sin embargo María eligió visitarlos y pedirles que le recordaran al mundo entero de nuestra necesidad de arrepentirnos y renovar nuestros corazones. Cien años después de su muerte, la gente todavía se maravilla ante su mensaje. Me pregunto ¿cuántas de las superestrellas de hoy podrán reclamar tal longevidad, incluso con la vasta atención de los medios actuales promoviendo su importancia?