Tomándonos el tiempo para reunirnos en fraternidad
Published octubre 2, 2014 | Available In English
Cada dos años, incluyendo este año, los sacerdotes de la Arquidiócesis de Atlanta se reúnen conmigo durante una prolongada asamblea llamada convocatoria. El tema de nuestra convocatoria varía, pero siempre toca una preocupación pastoral común para los sacerdotes. Sin embargo, más importante aún que cualquier tema específico en nuestra convocatoria, es el tiempo que pasamos juntos orando, fraternizando y agradeciendo a Dios por el sacerdocio que compartimos.
Las convocatorias son una oportunidad innovadora bastante reciente para que los obispos y sacerdotes estén juntos en fraternidad. En el pasado, habían confirmaciones, devoción durante cuarenta horas o cenas de servicio de penitencia que reunían a los sacerdotes. Aunque esas reuniones todavía ocurren, incluyen solamente un número limitado del clero y a menudo muchos otros ministros pastorales, de manera que el evento tiene un tiempo asignado con el obispo y otros que generosamente sirven las necesidades espirituales de nuestra gente.
Las convocatorias se realizan especialmente para los sacerdotes y sus obispos, con muy poco personal involucrado con nuestra asamblea para facilitar el encuentro. Las reuniones duran varios días, por lo tanto ofrecen muchas oportunidades para comer juntos, conversar, intercambiar ideas y tener contactos casuales que tienen la intención de que los sacerdotes se conozcan mejor entre ellos e interactúen con el obispo.
En una arquidiócesis como la nuestra, con más de 275 sacerdotes que sirven en muchas situaciones pastorales variadas, es razonable encontrar que algunos sacerdotes no conozcan al sacerdote más joven o al más veterano en nuestro medio. Los sacerdotes de la orden religiosa que están recién llegados a la arquidiócesis quieren conocer al clero diocesano, y los sacerdotes jubilados necesitan volver a conectarse con aquellos que están llevando a cabo las buenas obras que ellos mismos pudieron haber comenzado años atrás.
Las convocatorias se han tornado habituales en la mayoría de las diócesis — ya sean anuales o menos frecuentes pero siempre son un momento significativo en la vida de la Iglesia local. A diferencia de los retiros que también reúnen a un gran número de nuestros sacerdotes, las convocatorias están diseñadas para maximizar nuestro tiempo juntos a través del diálogo y del intercambio como su propósito e intención primordial.
Es de vital importancia para los sacerdotes de una diócesis encontrar las oportunidades para estar juntos, no sólo con sus amigos más cercanos o de la misma edad, ideología, cultura o idioma, sino con todos los sacerdotes de la diócesis ya que es necesario pasar tiempo juntos en oración, diálogo y convivencia. Las convocatorias están diseñadas para fomentar el espíritu de unidad, armonía y conexión que refuerzan a la Iglesia local.
He escuchado de muchos de los sacerdotes que asistieron a la convocatoria más reciente que disfrutaron nuestro tiempo juntos, que encontraron los días muy satisfactorios y que realmente valió la pena. Cuando nuestros sacerdotes asisten a la convocatoria, algunos de los servicios pastorales ordinarios se suspenden en nuestras parroquias. Cuando nuestros feligreses comenzaron a escuchar acerca de las convocatorias, algunos pudieron haberse irritado un poco porque la misa diaria no estaba disponible por varios días, o una cita tuvo que ser reprogramada, o alguna otra actividad ser ajustada.
Ahora que la tradición se ha vuelto más conocida y habitual, la molestia se ha reducido ya que la gente quiere que sus sacerdotes crezcan en santidad, unidad y amistad con sus colegas en el ministerio. Pido disculpas si algún evento tuvo que ser suspendido o una necesidad pastoral no fue respondida tan rápidamente como de costumbre. Las convocatorias aquí en la Arquidiócesis de Atlanta sólo ocurren cada dos años, pero siguen siendo un momento muy importante en las vidas de nuestros sacerdotes y en mi vida como obispo de esta Iglesia local.
Si un presbítero aprende a amar y a conectarse con todos sus miembros de una mejor manera, es muy probable que seamos mucho más eficaces al responder y servir a nuestro pueblo con un espíritu común de alegría y esperanza. Y ese resultado es más que suficiente para justificar los cambios pastorales que deben realizarse para permitir que nuestras convocatorias prosperen y tengan éxito.