Lo Que He Visto Y He Oído (28 Octubre 2010)
Published octubre 28, 2010 | Available In English
El lunes pasado por la tarde viajé a la ciudad de Nueva York porque el martes tenía reunión con el comité donde trabajo junto al Arzobispo Timothy Dolan, el Cardenal William Keeler, el Obispo Basil Losten, y algunos rabinos reformados y líderes católicos y judíos. Este diálogo se viene realizando desde hace varios años y tiene como meta reafirmar los lazos reconocidos que unen a católicos y judíos en nuestro país. Es una misión fascinante en la cual me agrada participar.
Últimamente hemos concentrado nuestras conversaciones en temas que repercuten en ambas comunidades. La primavera pasada hablamos sobre la alarmante tendencia existente: nuestra gente se está yendo a otras tradiciones religiosas, o abandonan toda práctica religiosa. La fe en ambas comunidades sufre de esta tendencia alarmante, y tenemos mucho por aprender de cada una de ellas para encontrar la forma de frenar esta corriente.
Esta última semana se habló de las prácticas y actitudes contemporáneas de los jóvenes judíos y católicos en relación al matrimonio. Una vez más hubo muchos puntos en común que comparten ambas religiones. Aunque nuestras tradiciones de fe son obviamente diferentes, los problemas que enfrentamos son a menudo sorprendentemente similares.
Mientras me preparaba para abordar el vuelo de Atlanta a La Guardia, dos personas diferentes se acercaron para comentarme que el fin de semana anterior habían visto en sus parroquias el video “Católicos, regresen a casa”, y estaban muy impresionados y apoyaban este esfuerzo. ¡Sus respuestas no podrían haberme complacido más!
Posiblemente ya han escuchado que, durante el próximo Adviento, la Arquidiócesis de Atlanta se embarcará en este esfuerzo usando esta oportunidad para recibir nuevamente a los católicos que se han distanciado y no practican nuestra fe. El programa “Católicos, regresen a casa” se ha mostrado muy exitoso en las 20 diócesis en que se usó previamente. Hay literalmente millones de católicos en EE.UU. que han dejado de practicar la fe. No todos lo han hecho debido a una experiencia negativa o en protesta. Una gran mayoría simplemente ha perdido la costumbre de asistir a misa, o no ha podido volver a involucrarse luego de mudarse a otro lugar, o se encontraron abarrotados con otras cosas personales u obligaciones sociales.
Necesitamos recibirlos nuevamente; éste es el propósito explícito del esfuerzo llamado “Católicos, regresen a casa”. También debemos darle la bienvenida a los que han sufrido enfrentamientos personales serios y dolorosos con la Iglesia.
Por un lado, los representantes católicos y judíos discutían las tendencias de nuestra comunidad relacionadas con las personas que se desvinculan de la fe de su infancia; y por otro lado, nosotros reconocíamos fuerzas similares en el mundo en que nos movemos que llevan a muchas personas a alejarse de la práctica de su fe. Algunos observadores pueden mencionar la gradual irrelevancia de la religión organizada sumamente publicitada y promovida, o los escándalos generalizados que han plagado las instituciones públicas de toda estirpe, o los enfrentamientos personales negativos que algunos pueden haber tenido con un clérigo o institución religiosa. La realidad es que mucha gente no se ha involucrado porque no se ha sentido bienvenida; nos se los ha buscado; o no han sido invitados o apreciados dentro de una iglesia o sinagoga. Nuestro esfuerzo durante el próximo Adviento intentará proporcionar una respuesta contraria a algunas de esas experiencias.
La reacción no solicitada de los dos católicos de Atlanta, mis compañeros de viaje a Nueva York, me dieron motivo para pensar que nuestro esfuerzo recibirá apoyo y llenará el vacío con nuestros esfuerzos de evangelización que son aceptados por muchas personas. Todos conocemos algún familiar, amigo, compañero de trabajo, vecino, o conocido de la infancia que volvería a practicar la fe si se lo invitara de forma sincera y con afecto verdaderamente convincente. No creo que nuestros compañeros judíos, que enfrentan estos mismos problemas, tengan un programa similar. Pero si este programa en particular continúa gozando de tal éxito generalizado, podría engendrar imitaciones ecuménicas de todo tipo.