Una peregrinación a Montgomery
By OBISPO BERNARD E. SHLESINGER III | Published marzo 22, 2022 | Available In English
En febrero, hice una peregrinación al Museo del Legado en Montgomery, Alabama, con dos empleados de la Arquidiócesis de Atlanta, una de los Ministerios de Justicia y Paz y el otro de la Oficina de Ministerios Interculturales. Viajé con ellos a Montgomery como un peregrino que busca comprender más profundamente las experiencias pasadas y presentes de nuestros hermanos y hermanas afroamericanos al caminar en silencio y en oración en uno de los sitios de subastas de esclavos más destacados de los Estados Unidos.
Durante mi visita al Museo del Legado, aprendí cómo el pecado de la esclavitud evolucionó después de su abolición legalizada a la segregación de las leyes Jim Crow, por medio de linchamientos y otras formas de subyugación racial. Lamentablemente, muchos hoy en día todavía sufren los efectos de esta evolución, ya que están separados de los demás en lugar de estar entretejidos con una nación.
Muchos de nuestros hermanos y hermanas de color viven señalados bajo prejuicios raciales y la amenaza del encarcelamiento masivo en la cual se proyecta que uno de cada tres hombres negros irá a la cárcel o a prisión durante su vida. El Museo del Legado me ofreció la oportunidad de sacudirme a actuar y defender, pero también me hizo experimentar una sensación de impotencia para hacer cambios profundos con respecto a la construcción de una sociedad más justa.
Después de mi visita al Museo del Legado, me di cuenta de que el dolor que experimentan muchas personas no desaparecerá de la noche a la mañana y mantener el statu quo no ayuda a nadie. No hay necesidad de exonerarme y decirme a mí mismo: “No soy responsable de los pecados que otros cometieron en el pasado”. Tal postura conduciría a una mayor inacción para corregir un error. Un líder sabio de la Iglesia me dijo que me “solidarizara con las víctimas” cuando estoy tentado a adoptar una postura defensiva para escuchar y experimentar su dolor.
Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein) escribió: “Si nos tomamos a nosotros mismos como el estándar, nos encerramos en la prisión de nuestra individualidad. Otros se convierten en enigmas para nosotros, o peor aún, los remodelamos a nuestra imagen y así falseamos la verdad histórica”. Humanizar la experiencia de los demás es un objetivo de la caridad.
Tenemos la capacidad de empatizar y aprender de nuestros hermanos y hermanas de color, y eso puede conducir a una mayor conversión de corazón. Tratar de comprender la profundidad de las experiencias dolorosas de muchos afroamericanos hoy, simplemente leyéndolo en un libro de texto o viéndolo en las noticias no es suficiente. Debemos hacer más.
Me queda la pregunta: ¿Qué podemos hacer para superar la indiferencia hacia tantos que simplemente claman que se respete su dignidad como seres humanos? Hacer una peregrinación a Montgomery puede ser una experiencia reveladora y conmovedora.
Otras acciones pueden incluir muchas formas de solidaridad a través de la oración, el diálogo, la educación y el apoyo. Animo a todos a hacer una peregrinación similar al Museo del Legado en Montgomery y a leer la carta pastoral de los Obispos de los EE. UU., “Abramos con amplitud nuestros corazones: El llamado permanente al amor”, que establece inequívocamente que el racismo es un problema de vida.
Deseo que todos nos dediquemos a desmantelar las estructuras y prácticas racistas que aún están arraigadas en el tejido social, legal y político de nuestra nación.
San Pablo nos recuerda: Si un miembro sufre, todos los demás sufren con él. Si un miembro es enaltecido, todos los demás participan de su alegría”.